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jueves, 27 de octubre de 2011

Este tipo no vino a durar... vino a cambiar la historia

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Durante el primer Matanzazo, octubre y noviembre de 2000, Edgardo Depetri me arrima su teléfono y me dice: “Kirchner quiere hablar con vos”, y yo le descerrajo un “¿quién?” No sé por qué ese nombre me sonaba tan lejano. Me pongo al habla, me explica que es el gobernador de Santa Cruz, que iba a ser presidente (en ese momento no existía en las encuestas), y me dice que todas estas inequidades que nosotros estábamos viviendo para entonces iban a ser superadas. Le contesté que sí de compromiso, le devolví el teléfono a Edgardo y me dije: “Cuánta convicción este loco, ¿no?”

Nos volvimos a ver en las reuniones secretas que hacíamos en la Avenida Diagonal Norte al 700 los gobernadores peronistas y los líderes de la resistencia social de los ’90. Allí, los “chinos” simpatizaban con Rodríguez Saá, De Gennaro con los duhaldistas, y Depetri y yo con Néstor Kirchner.
Asistimos a su lanzamiento como candidato a presidente en un hotel de la calle Carlos Pellegrini un día de mucha lluvia. Su discurso comenzaba a ganar nuestra cabeza y nuestro corazón. Y a pesar de no comprender demasiado su alianza con Duhalde, fuimos el único movimiento social de la Argentina que llamó a votar por Néstor Kirchner. La CCC de Alderete, el Patria Libre de Tumini y Ceballos, y Quebracho convocaban a distintos boicots del voto. Mi querido amigo Alberto Vulcano recuerda graciosamente aquel plenario de la FTV en La Matanza, donde llevé un millón de boletas de Néstor Kirchner y le pregunté al plenario, casi con sorna, a quiénes creían ellos que tenían que votar. Fiscalizamos el distrito de Merlo aportando 700 fiscales y le ganamos a Otahecé, que por entonces apoyaba al Adolfo.

En la jura me enamoré de NK cuando vi la cara de culo de la oficialidad superior de las Fuerzas Armadas, que en número de 54 eran pasados a retiro por comulgar con el Consenso de Washington; me deslumbré y me dije: “Este tipo no vino a durar, vino a cambiar la historia…”

El primer día de trabajo, NK recibió a las viejas, y la segunda audiencia fue para los que habíamos encabezado la resistencia de los ’90. Y yo, que me había sentado con todos los presidentes argentinos de Alfonsín para acá, cuando me tocó el turno de hablar se me hizo un nudo en la garganta. Pasó por mi cabeza toda la película de dos décadas de dura resistencia y sentí que había llegado nuestra hora. Me puse a llorar como un pibe, no pude decir una palabra, y él se paró y me abrazó largamente, y me pegó esas palmaditas cariñosas que él siempre daba en la cara.
A partir de allí, una relación entrañable. Cotidiano vocero oficioso, coronel de la calle, stopper de Duhalde, liquidador del “pálido”, contramarchista de Blumberg, profeta anti Clarín, tropero anti ALCA, ganador del truco golpista campero con dos 4 y un 5, miles son los trajes que me puse para defenderlos a Él y a Ella.
También podría hablar de las lastimaduras del camino, pero de ese trago amargo no bebe mi corazón.
Esa mañana alguien me llamó tempranamente desde Canal 26 y me comunicó la infausta nueva. Sentí que un rayo me traspasaba de lado a lado. El dolor me atravesó y sólo pude llorar durante horas.
Prefiero recordarlo sonriente, cargándome por mi color de pelo o haciéndome la interna con Alicia, mi compañera, ante cualquier diferencia, o recordar su llamado muy temprano durante tres años, dos o tres veces por semana, planteándome cuestiones, sus enojos, sus tirones de oreja o que se sacara los mocasines para recibirte; “irrespetuoso”, “maleducado”, “políticamente incorrecto”.
Soy de los que creen que existe el destino mesiánico, que hay muertes que dan vida y vida en abundancia. La muerte de Néstor dio vida al pueblo argentino, en especial a los pobres y a los trabajadores, en quienes no morirá jamás.

“Quisiera que me recuerden, sin llorar ni lamentarse. Quisiera que me recuerden por haber hecho caminos, por haber marcado un rumbo, porque emocioné su alma, porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados, porque nunca los dejé solos, porque interpreté sus ansias, porque canalicé su amor. Quisiera que me recuerden, junto a la risa de los felices, la seguridad de los justos, el sufrimiento de los humildes. Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores, con comprensión por mis debilidades, con cariño por mis virtudes. Si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo, por no cumplir con mi deber de hombre"



Fuente :Tiempo Argentino

3 comentarios:

roberto dijo...

Como olvidarnos del único patriota que nos guió durante la peor historia de corpos, nomopolios y pseudos periodistas-golpistas políticos vendidos y mercenarios pagos por el imperio.

Unknown dijo...

Y vaya que lo logró... por algo hubo todo un pueblo llorando esos días, y ya se sabe: "Cuando un pueblo llora las palabras sobran"

Javier dijo...

Si claro que lo logro pero que su figura perdure en el tiempo y sea tomada por las futturas generaciones depende integramente de nosotros

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Politica Obrera