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sábado, 3 de diciembre de 2011

¿Qué es eso de la sintonía fina?



Pareciera que en la nueva etapa de la ‘sintonía fina’, el gobierno cuidará más su billetera, asignará el gasto y la inversión con mayor puntillosidad y requerirá mayores precisiones antes de disponer ayuda estatal.

Tal vez Julio Cobos no aguante la presión del kirchnerismo para correrlo de la escena de transmisión del mando. Para Cristina Fernández sería desagradable que el hombre que le infligió la más dura herida, le tome el juramento de rigor para un nuevo período de cuatro años, y no de ocho, como soltó Hugo Chávez en Caracas, sin darse cuenta de que metía el dedo en el ventilador.
Si el hombre del voto no positivo aguantara los empujones, habrá un invitado molesto a la fiesta del 10 de diciembre próximo. Pero a cambio quedaría escenificada patentemente la victoria de la presidenta sobre quien se encumbrara luego de cometer un acto de traición que superó las habituales deslealtades de la política. La foto cerraría un capítulo de la historia reciente. Mostraría que ella seguirá en la Rosada y que quien pretendía desestabilizarla vuelve a su pago con su carrera política liquidada. El ganador de la batalla por las retenciones móviles se retira sepultado por una avalancha de votos.

Cristina llega al final de su primera presidencia luego de haber profundizado exitosamente el desarrollo económico con inclusión social, iniciado por Néstor Kirchner en 2003. Cuando su compañero accedió inesperadamente al gobierno, el país era un mar de incertidumbres y tenía un paisaje social desgarrador: miles de personas revolvían la basura en las principales ciudades, no para “cartonear”, sino para comer desechos.
La presidenta pudo diseñar sus políticas sobre algunas certezas que no tuvo Kirchner. El piso de la gobernabilidad, al menos, ya no se movía. Siguió regando la economía con recursos fiscales –subsidios y obras públicas– y alimentó el consumo interno con negociaciones paritarias y actualizaciones jubilatorias, para que la rueda virtuosa siguiera andando. Inversión pública, consumo interno y exportaciones, fueron los tres motores que sostuvieron el crecimiento. Superávit fiscal y comercial, fue la base de la receta kirchnerista.

Desde que asumió el santacruceño hasta la finalización del mandato de su sucesora, el PBI creció alrededor de un 90 por ciento. Sólo dejó de aumentar y generar puestos de empleo en 2009, el mismo año en el que, visto desde ahora, parece mentira que Kirchner haya perdido una elección con un empresario sin prosapia política. Pero salvo ese traspié influido por la crisis internacional de 2008 y por el conflicto con el campo, el crecimiento con inclusión no se detuvo. Toda la oposición unida en el Parlamento para poner palos en la rueda no pudo frenar el avance oficial con políticas opuestas a los ajustes recurrentes que se iniciaron con el Rodrigrazo en 1975 y se mantuvieron –con efímeras excepciones– hasta el estallido de 2001. Al concluir el mandato de Cristina, el país es otro.

Si la biología no hubiera quebrado de un mazazo la estrategia política del kirchnerismo, sería Néstor el que estaría a punto de asumir. Es difícil saber si hubiera hecho tan bien su trabajo como su compañera, que consiguió un demoledor 54% (“coma 11”, agregó ella en Caracas ante Chávez). Pero eso es imposible de establecer. Lo cierto es que la que está a punto de enfrentar ahora un nuevo compromiso ante la historia es Cristina Fernández. Es la misma presidenta, pero deberá gobernar un país distinto. Y comenzará el nuevo período con viento internacional de proa.

Durante ocho años, el kirchnerismo aceitó generosamente el mercado interno con recursos fiscales, con el objetivo de echar a andar al país. Si bien Néstor Kirchner llevaba obsesivamente las cuentas públicas en una libreta de almacenero, la meta estuvo puesta inicialmente en la reactivación económica, en la ocupación de la capacidad instalada ociosa, y después, en el crecimiento.
Pero las acechanzas de la crisis internacional pueden obligar ahora a un cambio de agenda. Pareciera que en la nueva etapa de la “sintonía fina”, el gobierno cuidará más su billetera, asignará el gasto y la inversión con mayor puntillosidad y requerirá mayores precisiones antes de disponer ayuda estatal. El retiro de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos es un claro ejemplo de ello: sólo mantendrá la ayuda a aquellos usuarios que lo justifiquen sobradamente.
En la etapa de la sintonía fina –que básicamente consiste en asignar mejor el gasto– no tenía sentido por ejemplo que la Nación siguiera bancando al subterráneo porteño, o servicios de la aerolínea estatal de bandera que abultaban el gasto. La clave de la estrategia oficial estará en la nueva utilización de los recursos que ahorra. Si esos recursos fueran utilizados en nuevas obras públicas, por ejemplo, el recorte no sería recesivo.

El gobierno se niega además a aumentar el techo hasta el que se pagan salarios familiares, y tampoco quiere perder ingresos fiscales con una menor presión sobre la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, que pagan los trabajadores. La presidenta rechazó expresamente que discuta el Parlamento un proyecto de ley de reparto de utilidades empresarias, ( lo peor son los argumentos del rechazo ya que es un argumento totalmente neoliberal) aunque no descartó que cada gremio lo negocie en paritarias. Para completar el cuadro, el Ministerio de Trabajo viene convocando a la prudencia a los sindicatos en las inminentes negociaciones. Estas diferencias empeoraron las relación de Hugo Moyano con la presidenta.
Como contrapartida, el gobierno les pide a las empresas que afinen el lápiz para reducir costos, de modo de no afectar el consumo. La idea del gobierno es constituir mesas sectoriales en las que se discuta el modo de ganar competitividad para poder contener los precios.
Aunque el Banco Central informó que entre julio y setiembre se fugaron más de 8500 millones de dólares del sistema, la presidenta tranquilizó a los empresarios al advertir que no limitará el giro de remesas de las filiales de las multinacionales a sus casas matrices. En cambio, funcionarios oficiales solicitan amablemente a los empresarios que reinviertan sus utilidades en el país y que moderen el ritmo de sus importaciones, para no provocar un desequilibrio en el otro superávit clave en la política kirchnerista: el comercial.
Si bien la fuga de dólares se contuvo con las medidas de control impositivo en las casas de cambio, la sangría produjo una merma superior a la registrada en 2008 –en el anterior pico de la crisis internacional– y redujo las reservas en más de 3000 millones de dólares. El conjunto de medidas de la “sintonía fina” –que son en realidad un blindaje para evitar efectos del vendaval externo– prenuncian un 2012 con mayores estrecheces que las del año que concluye. Cristina Fernández asumirá su segundo mandato con la idea de capear el temporal. Aunque sabe que tendrá menos margen para políticas distributivas, sigue advirtiendo que, en el conflicto central del capitalismo, no es neutral. Tiene laureles como para sostener la credibilidad popular. Pero muchos de lo que comían basura en 2001, hoy tienen trabajo y naturalmente desean mejorar su nivel de vida. En medio de los problemas económicos que enfrenta Cuba, un habanero le dijo un par de meses atrás a este redactor que “el principal problema que tiene el gobierno es que nos abrió los ojos”. En otras circunstancias, el principal problema que tendrá Cristina durante su segundo mandato es que millones de argentinos supieron en el primero lo que es vivir mejor.

Fuente: Tiempo Argentino

6 comentarios:

Jorge Devincenzi dijo...

Conozco al autor de la nota y solemos compartir cenas en Oleiros. El viento de proa no es malo para las naves a vela, al contrario. Saludos

Javier dijo...

Jorge pero para seguir por el mimos rumbo no para virar a derecha como quiere y vende la derecha

Anónimo dijo...

Yo creo que se esta dando un cambio, pero no creo que sea a la derecha. Creo que después del 23 de octubre, ahora la presidenta tiene la espalda para hacer ciertos cambios. Esta claro que el proyecto se fue modificando en cada mandato.

Javier dijo...

Yo no digo que haya un giro a la derecha , porque yo juzgo hechos concretos y nunca dichos . Lo que no entiendo son algunos discursos de Cristina que dan lugar a ese tipo de especulaciones . Creo que también existe y crece algo que Delia llama kirchnerismo bobo . Me gustaría alguien me explique ese argumento que lanzan diciendo que el 70% de los trabajadores deben ceder parte de sus derechos para que el 30% de trabajadores negreados puedan progresar y alcanzarlos en su nivel de vida . A los empresarios que les pedimos para terminar con el negreo ? Como hacemos que todos los trabajadores estén sindicalizados ? Cristina les dijo privilegiados por tener derechos laborales que tienen que tener absolutamente todos?

Daniel dijo...

En pleno menemismo, yo solía andar tarde por la calle Florida por alguna que otra cuestión y siempre veía gente revolviendo la basura para comer ahí, al toque.
Por supuesto que en el 2001 -pasaba habitualmente por la zona de Constitución- vi cosas terribles.
Pero, no se porqué causa, ha surgido en unos cuantos sitios, cierta leyenda de que en el menemismo vivimos cierto progreso, que estaba todo bárbaro y por eso lo volvieron a votar.
Ahí, en el medio de la gestión del riojana, se veían cosas como las que te cuento.

Unknown dijo...

En aquellos años yo tenía un Hospedaje en el centro de Tandil, y lo que me atormentaba era que apenas sacaba la basura, alguien revisaba para ver si había comida. Como teníamos pibes estudiantes, que se comían la vida, nunca tirabamos alimentos, pero igual sacabas la basura y no había nadie, a los 10 minutos estaban todas las bolsas revisadas. Partía el alma saber que alguien estaba esperando tus desperdicios. Estuve a punto de irme del país de lo deprimido que estaba, a pesar de que fué mi mejor momento en lo económico. Tengo grabada en la memoria la siguiente escena: Mi esposa y yo abrazados llorando a moco tendido mientras un hombre se desangraba en una escalera,en medio de convulsiones, mientras la policía cagaba a palo a los manifestantes, el día que se fué De la Rua.
Parece mentira que haya gente que se olvidó de aquello.
Tenemos que salir de nuestra burbuja bloguera y salir a recordarles a nuestros vecinos como estábamos hace diez años. Porque mientra nosotros nos comunicamos por la red, mucha gente en mi barrio, y supongo que en los de uds también, repite la mierda que escucha por los medios.
Abrazo.

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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