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sábado, 11 de agosto de 2012

La cárcel es una cosa seria

La cárcel es una cosa seria

Por Alcira Daroqui*.

Algunos puntos para pensar la situación en las cárceles de nuestro país en relación a los derechos humanos de las personas detenidas y la situación que se oculta en los grandes medios oficialistas y opositores.

Desde hace varios días el Servicio Penitenciario Federal a cargo de la gestión de las cárceles federales ocupó buena parte de la cobertura periodística de los principales medios de comunicación de este país. A partir de una nota de tapa del diario Clarín en la que se “denunciaba” la participación de un recluso condenado recientemente y de reconocimiento mediático en actos “culturales” organizados por una agrupación, quizá cultural, quizá política, vinculada al gobierno nacional, se desató un clima de acusaciones, defensas e interpelaciones a través de una serie de intervenciones en la escena pública que hacían referencia a este episodio y en él hacían confluir las mas diversas opiniones. Este despliegue reconoció claras intencionalidades maliciosas como aquellas de “confundir” participación de presos y presas en actividades culturales dentro del ámbito penitenciario con las salidas transitorias prevista en la ley de Ejecución Penal. En base a esa supuesta confusión, instalaron otra cuestión más de fondo: sí realmente los presos, cualquier preso, debía alguna vez salir de la cárcel. En fin, sí como sociedad, no teníamos que ser más contundentes y exigir que el que entró, nunca más salga de los muros de la prisión.

En este sentido solo me interesa hacer unos breves comentarios, los que trabajamos hace tantos años en relación a la cuestión carcelaria y los derechos humanos no podemos ni debemos cuestionar la realización de actividades culturales, recreativas, artísticas, laborales, educativas, etc. al interior de la prisión y que en ellas participen la totalidad de las personas detenidas. Y también, apostamos que esas actividades estén a cargo de organizaciones e instituciones no penitenciarias, es más, las promovemos permanentemente. Pero aquí, una advertencia fundamental, todas las actividades deben ser para todos, y más allá del imposible discurso justificatorio de la prisión en cuanto a su función resocializadora, consideramos que ese tipo de actividades deben responder a un programa de garantía derechos de las personas detenidas: de acceso irrestricto a la educación, al trabajo a la recreación, etc. Por ello toda institución y/o organización social y de derechos humanos que proponga y participe en estas actividades al interior del espacio carcelario -y que por cierto son bien pocas y no cuentan con gestiones directas del SPF ante los distintos Juzgados para que participen las personas detenidas como cuenta Vatayón Militante- debe considerar justamente, que en el marco de la garantía de derechos, está implicado necesariamente, una propuesta de resistencia a la degradación y violencia que significa el encierro punitivo. Entrar a la cárcel exige un acto de responsabilidad política con la actividad que se propone pero también, en cuanto a la necesaria implicación con la realidad carcelaria que padecen miles de personas y que se reconoce en la permanente vulneración de los derechos más elementales.

Conocemos y sabemos que de aquellas organizaciones, instituciones y organismos de derechos humanos que ingresan a las cárceles federales, algunas de ellas participan claramente con este compromiso y de esta responsabilidad política de conocer y dar cuenta lo que la cárcel es, insisto la cárcel es “una cosa” seria. Baste como ejemplo las diferentes actividades organizadas porla FUBAen el marco del Programa UBA XXII, en las que siempre está presente en el debate, mas allá que sean de carácter cultural y académico, la cuestión carcelaria y la situación de sus compañeros presos, acompañando, a su vez, proyectos y estrategias que contienen propuestas de cambio en relación a la realidad carcelaria. Saldada esta cuestión considero que son otros los interrogantes que debe plantearnos el tema invocado en estos días. Preguntas, creo más interesantes y más complejas que si el baterista de Callejeros debe o no salir a una actividad “cultural”, porque entonces estamos desviando nuestra mirada sobre lo que realmente es importante observar de lo que sucede en la cárcel y de las relaciones de complicidad entre la justicia y las fuerzas de seguridad. Claro, es cierto, que hay que cosas que ayudan a distraer esa mirada porque nos dejan perplejos. Entre pintoresco y patéticola TVPúblicay medios de comunicación de la prensa escrita difunden imágenes en el marco de esas “actividades culturales carcelarias”, del Director del Servicio Penitenciario Federal, Sr Hortel, disfrazado de Hombre Araña y al Director de Régimen Correccional de Mickey Mousse, ¿impactante no? También, nos muestran la intervención dela Presidentaen la que afirma que “contamos con un servicio penitenciario modelo en América latina”. Tal afirmación en relación a una fuerza de seguridad y custodia de personas detenidas es cuestionable.

Volvamos la mirada a lo que hay que ver. La cárcel real, en este caso, las que gestiona el Servicio Penitenciario Federal y que no ven los medios de comunicación hegemónicos (porque no quieren hacerlo, claro) pero tampoco los otros, ya que la única realidad carcelaria que debe ser denunciada en sus páginas, corresponde a las cárceles bonaerenses del Scioli, nunca las federales del Gobierno Nacional. En todas las cárceles federales y provinciales, en todas, hay una cárcel real que se OCULTA y al ocultarla se otorga impunidad para el despliegue de prácticas institucionales violentas y humillantes, en todas se violan los derechos humanos mas elementales, en TODAS.

En cuanto a las cárceles federales, no se ve lo que no se quiere ver, porque la “cárcel real” se encuentra debidamente documentada. Malos tratos y torturas tales como requisas vejatorias a las personas detenidas (desnudo total y flexiones), las requisas violentas de pabellón, el robo de pertenencias y de mercaderías a las personas presas por parte del personal penitenciario, los regimenes de aislamiento en celdas por 23 o 24 horas diarias, las precarias condiciones materiales, el hambre y/o deficiente alimentación (cantidad insuficiente, comida podrida, etc.), severas deficiencias en la atención de la salud, las muertes violentas, por enfermedad y por “suicidios”. Párrafo aparte merecen la cuestión de las agresiones físicas ejercidas por el personal penitenciario contra las personas detenidas: golpes a palazos, bastonazos, que se traducen en tipos de torturas tales como el pata-pata, puente chino, el chanchito, la pirámide, golpizas, el manguerazo de agua helada, etc.

En los Informes Anuales de la Procuración Penitenciaria, desde el 2000 hasta el presente, se encuentran resultados de investigaciones científicas, relevamientos estadísticos y denuncias penales ante la justicia por estas situaciones; en la creación del Registro Nacional de Casos de Torturas y en su primer Informe Anual 2011 publicado en la página web de la Procuración; en el Informe Anual del CELS del presente año que señala varias de estas situaciones tomando como fuente de información la producida porla Procuración Penitenciaria, Allí, está plasmada la cárcel real, la que debería haber sido tapa del Diario Clarín, y lejos de ser mencionada como “modelo”, la que debería integrar en forma urgente la agenda de los derechos humanos del presente en el marco de la política del Gobierno Nacional como una deuda a seguir trabajando y con la convicción, que no hay superhéroes como el Hombre Araña que resuelvan estas cuestiones, sino una política de visibilización y de responsabilidad y compromiso político con los derechos humanos de las personas detenidas.

*Socióloga, profesora e investigadora / Directora dela Carrerade Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, UBA / Coordinadora del Grupo de Estudios sobre Sistema Penal y Derechos (GESPyDH)

2 comentarios:

MC dijo...

Que raro muchacho, limpito sin resaltar nada. Bue, yo vengo siguiendo la actividad de la procu y también lo levante pero lo comenté.

Javier dijo...

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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