The people united will never be defeated - ¡Proletarios del mundo, uníos!

domingo, 12 de agosto de 2012

Un cacho de cultura olímpica


Una olimpíada para trabajar sobre el rol de los clubes, las escuelas y el Estado en el futuro de los atletas nacionales.

Con la partida de los Juegos, con la ida de esta andanada de emociones, tristezas, drama, emociones y épica que el deporte regala aún superando a la vida real, queda una suerte de estela, un interrogante de lo que significa el deporte en la Argentina, de sus alcances y, sobre todo, del papel que ocupa en la alta competencia.

Las políticas deportivas que acompañan las apariciones de deportistas de alto rendimiento son, ante todo, un proceso que requiere inversión. Y en el alto rendimiento, fundamentalmente en los deportes individuales en los que las diferencias de marcas son milésimas de segundos o centímetros, este proceso es mucho más lento que la ansiedad de quienes miran los juegos por televisión.

Antes. Si se revisan las políticas deportivas con las que convivió el deporte entre 1955 y 2004, no se advierten los esfuerzos ni para frenarlas ni para fomentarlas. La inocuidad fue la marca registrada de la dirigencia en estos 50 años.
El proceso que llevó a la destrucción del “deporte peronista” en 1955 con la llegada de la Revolución Libertadora no para de facturar hasta hoy. Todos los elementos que tuviesen que ver con la “propaganda del régimen” fueron liquidados. El recuerdo más vigente es el del básquet campeón del Mundial de 1950, cuyos jugadores fueron suspendidos de por vida, deteniendo el crecimiento de un deporte que no tenía techo.

Se recupero con la medalla de oro obtenida en Atenas 2004 por parte de la generación dorada nacida a partir de la organizaciòn nacional de la liga nacional de basquet , tambien se ganó la medalla de bronce en los JJOO de Beijing 2008 y sucampeon mundial en Indianapolis 2002

Esa brillantez, esa idea de Perón de que uno de cada cuatro argentinos practicara deporte federado, la construcción de un ideario deportivo y el encuadre del deporte en la cultura popular, hizo que fuera de acceso masivo, algo inédito hasta 1946. La Argentina afianzaba su vocación deportiva, acompañada por un Estado que le daba impulso, no solamente en las escuelas, sino en la gran cantidad de clubes fundados durante las dos primeras décadas del siglo pasado, que fueron el soporte vital en la excelencia deportiva. El deporte destellaba masas sociales nutridas, donde el compromiso colectivo llevaba adelante el club, un lugar que era de todos. También fueron el lugar donde los grandes maestros dejaban la huella que sus alumnos aprendían, y donde el más chico era contagiado imitando el talento deportivo del más grande. Cultura pura.

Competencia. La destrucción de ese deporte de base, sin prisa pero sin pausa, decantó en un escenario difícil de remontar, no solamente desde la búsqueda de una excelencia que redundara en el alto rendimiento, sino desde el desprecio al deporte amateur. Si a la vera de los pueblos del interior se juntaban cinco mil personas para ver pasar a los ciclistas de la Doble Bragado o si en 1950 el Luna Park se llenaba de bote a bote para presenciar la final de básquet metropolitano entre clubes que hoy están extinguidos, hubo una manera de entender el deporte, una pulsión por jugarlo, una forma de sentirlo y de vivirlo, que se fue a otra parte. Hubo un patrimonio muy valioso, una “cultura olímpica” que desapareció.

La cita de las competencias no es caprichosa. No existe deporte poderoso, sin competencia interna fuerte. Al desaparecer el crecimiento de los clubes por la merma del interés de la masa societaria en el rol activo de un proyecto común, se debilitaron los equipos de las distintas disciplinas. Y al amortiguarse el rendimiento de los equipos, se deshizo la competencia fuerte.
Claro que no fue un proceso instantáneo. Las llamas que sobrevivían, fueron aventadas por el coronel Antonio Rodríguez, la cara de Junta Militar en el deporte olímpico, al frente del COA entre 1977 y 2005, y la pasividad de las federaciones. El daño producido durante sus años, es incalculable. Fue el símbolo del estancamiento, la falta de políticas activas, además del ninguneo a los atletas.
Inclusive con la llegada de la democracia en 1983, Rodríguez –como Julio Grondona en el fútbol o Ricardo Russomando en el vóley– mantuvo sus estructuras de poder sin fisuras, evitando activar programa deportivo alguno, cuestión tampoco impulsada con seriedad desde las diferentes gestiones de las secretarías.

Contraejemplos. Sin embargo, existieron durante esos años ejemplos venidos de la matriz del deporte de conjunto (no del Estado) que encarnan los fundamentos de la política deportiva a largo plazo.
El primero es el de Las Leonas. Cuando en 1997, Sergio Vigil y su cuerpo técnico asumieron, el hockey era de los colegios privados. Las jugadoras del seleccionado entrenaban de noche, luego de trabajar. El preparador físico, Luis Bruno Barrionuevo, exigió hacerlo de mañana. Una simple decisión que fue esencial. Desde ese septiembre de 1997, Las Leonas estuvieron todos los días del año, exceptuando los parates, entrenando a las 8 de la mañana, con lluvia, calor, frío o viento en el Cenard. Solas.
La medalla vino tres años después, en Sidney 2000. Esto multiplicó el interés y la práctica del deporte. En los colegios en que se practicaba el softball o vóley, el hockey fue ganando espacio. La presencia de jugadoras federadas se reprodujo porque las mejores jugadoras de las escuelas terminaron en los clubes federados, y la competencia se hizo cada vez más fuerte. Los resultados sucesivos en los Juegos ayudaron. Los clubes abrieron escuelas de hockey masivamente. El deporte es contagioso. El trabajo planificado y coherente, sostenido en el tiempo, aún por sobre los resultados y los nombres, hizo a la conformación de uno de los dos equipos de conjunto más importantes de la historia. Un proyecto que salió de la cabeza de un puñado de dirigentes, un entrenador y un preparador físico, sostenidos por jugadoras de gran talento y enorme esfuerzo.
El otro ejemplo, la Generación Dorada, también tuvo origen en la idea de dos particulares, quienes fomentaron la unificación del básquet a través de la Liga Nacional: el entrenador León Najnudel y el periodista Orlando Orcasitas. La segunda generación de jugadores que dio esta competencia, la más fuerte en la historia, le devolvió la dignidad al básquet, luego de la suspensión de los basquetbolistas del ’55. Juntos desde 1997, talentosos y altamente competitivos, estos basquetbolistas también son una muestra que de manera colectiva el deporte argentino puede estar a la par y por encima de cualquiera.
Si ellos pudieron, ¿cuál sería el techo del deporte con políticas activas cuyo motor fuera el Estado?

Ahora. La llegada de Claudio Morresi a la Secretaría de Deportes intentó recomponer el camino. Con un presupuesto que está bajo la órbita del ministerio de Desarrollo Social, su gestión tuvo el ojo posado en la reestruturación del Cenard, el encarrilamiento del deporte y de la función social del mismo. La Argentina versión 2004, un país en el que no todos comían, no todos se vestían y no todos tenían cuidada la salud, tuvo en el deporte un instrumento en la promoción del desarrollo y la inclusión social.
La creación del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) a través de un impuesto sobre los celulares, impulsado por el presidente del Coa y titular de Telecom, Gerardo Wertheim, aportó los fondos imprescindibles para la alta competencia. De allí y de la política ordenada y coherente de la Secretaría, el paso adelante del deporte argentino en estos juegos, llegando a competir en algunas disciplinas sin representación histórica, alcanzando una cantidad de diplomas inédita y otra plausible de medallas.
La matriz de un renacimiento verdadero ya no puede encontrarse en los clubes, quedaron pocos dedicados a la formación de atletas. Tal vez sean las escuelas, pero deberían reformularse los programas para que la educación física no sea la misma en 50 años, y capacitar a los profesores en la búsqueda fina de talentos.
Es decir, tiene que ser una decisión de Estado, a través de ideas y de una inversión agresiva, la que motorice el deporte. De esa manera, volverán los resultados y, con ellos, una cultura olímpica que acompañe las expectativas que reverberan en el público cada cuatro años. Materia prima, sobra.



Fuente: Miradas al sur






Rank by GoldCountry GoldSilverBronzeTotal
1462929104
238272388
329171965
424263282
5138728
611191444
711111234
8891128
984517
107161235
117141738
1271513
1366820
1465920
1562513
1653614
1745312
1844412
1943310
204026
21310417
2235917
233216
243137
253126
2625512
272529
2824511
292439
3022610
3022610
322215
332204
342125
352114
36151218
371438
381348
391337
391337
411135
421124
421124
421124
451113
461102
471034
471034
491012
501001
501001
501001
501001
501001
550246
560235
570213
580202
590134
600123
600123
600123
630112
630112
630112
630112
630112
630112
690101
690101
690101
690101
690101
690101
750022
750022
750022
750022
790011
790011
790011
790011
790011
790011
790011


No hay comentarios:

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Politica Obrera