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lunes, 31 de diciembre de 2012

Por un 2013 con mas inversión pública

Más inversión pública

Por Eduardo Crespo *

La economía argentina sufrió una fuerte desaceleración en 2012. Las causas principales fueron el estancamiento de la economía brasileña y el ajuste fiscal doméstico, que provocó la caída de la construcción pública, especialmente en las provincias. Pese a este dato coyuntural, hoy el principal problema de la economía argentina vuelve a ser el de siempre: la cuenta corriente tiende a ser deficitaria cuando la economía crece y sobre todo cuando aumenta la inversión. A este dato estructural se sumaron recientemente pagos de intereses, remesa de utilidades y salida de capitales financieros.
Cuando la cuenta corriente es deficitaria, se debe escoger alguna combinación de las siguientes opciones:
1) se opta por seguir creciendo aceptando una gradual reducción de reservas; 
2) se crean instrumentos de deuda que permitan captar capitales internacionales para financiar la cuenta corriente; 
3) se frena la economía e interrumpen inversiones. 

Si bien en 2012 la economía argentina parece haber seguido la tercera opción, ninguna de las tres alternativas, ni sus respectivas combinaciones, parece muy prometedora de cara al futuro.
La reducción de reservas no puede perdurar por mucho tiempo, aunque pueda ser una opción viable para seguir creciendo en 2013, a la espera de que Brasil despierte de su letargo autoimpuesto. La alternativa del endeudamiento ya se viene implementando en algunas provincias y en proyectos específicos como YPF. Como opción general requeriría una cierta suba de las tasas de interés y un relajamiento de las operaciones en dólares. Las tasas internacionales hoy son muy bajas y por ello varios países sudamericanos crecieron satisfactoriamente en 2012, aun con cuentas corrientes negativas y sin presentar señales de fragilidad financiera. La opción ideal consistiría en crear instrumentos de deuda denominados en pesos, que a diferencia del endeudamiento en moneda extranjera es una herramienta manejable que no introduce en forma directa el riesgo de colocar la política macroeconómica a merced de la disponibilidad de dólares.

De cualquier modo, más allá de los mensajes alarmistas, debe remarcarse que debido al proceso de desendeudamiento neto medido en moneda extranjera y a la mejora de los términos de intercambio de los últimos años, Argentina, así como casi toda Sudamérica, dejó atrás la etapa en que su economía debió vivir en recesión y ajuste casi crónicos por motivos financieros. Hoy la restricción externa proviene principalmente del aumento de importaciones, que a su vez fue la consecuencia natural del crecimiento económico, en especial del aumento de la inversión. En el peor de los casos estamos retornando al ciclo stop & go tradicional, como aquel que caracterizó al país durante el período 1950-1975, regulado por su desempeño comercial y con tendencia ascendente. Este ciclo fue completamente diferente de las bruscas fluctuaciones inducidas por los flujos de endeudamiento y pagos de intereses, signados por una tendencia general al estancamiento, que caracterizaron a la economía argentina desde mitad de los ’70 hasta inicios del presente siglo.

Por ello no debe sorprender que vuelvan a presentarse varios de los desafíos del pasado. Despejado el problema de la deuda externa, Argentina debe promover exportaciones y sustituir importaciones. En la última década el debate económico local prestó exagerada atención a las variables macroeconómicas, en especial al nivel del tipo de cambio. Si bien son deseables medidas tales como retenciones o tipos de cambio múltiples, debe tenerse presente que los incentivos basados en precios relativos tienen restricciones y alcances muy limitados. Ningún país consiguió desarrollarse implementando únicamente políticas macroeconómicas o fijando incentivos de precios.
Las experiencias de desarrollo recientes, como las asiáticas, confirman que las empresas y bancos públicos, o mixtos, son imprescindibles para impulsar actividades que el mercado naturalmente no desarrolla. Demostraron ser instrumentos idóneos para promover la investigación y el desarrollo y fomentar sectores productivos no tradicionales. Experiencias como el Invap en Argentina, o Embrapa en Brasil, empresa madre de la muy exitosa agricultura del país vecino, confirman que este tipo de conquistas no son patrimonio exclusivo de los asiáticos. Hoy Argentina cuenta con algunos proyectos públicos orientados a promover actividades no tradicionales: ingeniería aeronáutica, energía eólica, telecomunicaciones, industria naval y satelital. Aunque se trate de emprendimientos incipientes y de larga maduración, son el camino a seguir para toda economía aspirante al desarrollo. Finalmente, aún debe seguir creciendo el porcentaje de inversión pública debido a su impacto sobre la productividad y los costos domésticos.

* Profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.

Fuente: Página 12

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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