El Colonialismo en África
Una bestia negra, Al Qaeda, aunque devaluada, es esgrimida una vez más para explicar una intrusión militar.
Por:
Eduardo Anguita
Mali es uno de los países más pobres del
planeta. Sus fronteras geográficas, como muchos otros países africanos,
se explican por el formateo de los imperios coloniales. En este caso, de
Francia, que desde 1830 y durante todo el siglo XIX desparramó sus
ejércitos y sus legionarios extranjeros por Argelia, Marruecos, Sudán,
Mali, Costa de Marfil, Senegal, Guinea, Mauritania, Gabón, Congo, Níger o
Chad. En 1960, con la Europa recuperada y con un Charles de Gaulle que
tenía una visión más astuta de los dominios ultramarinos, Mali tuvo una
independencia formal. De Gaulle, que pasó a la historia como el líder de
la recuperación del orgullo francés y como un valiente resistente,
también fue quien diseñó cómo aprovechar los recursos de esa extensísima
región de África para los intereses del Estado galo y de las grandes
empresas francesas.
La actual invasión del Ejército francés a Mali fue hecha por el
recientemente asumido presidente socialista François Hollande. La
decisión no contó con debates en la OTAN, ni en la Unión Europea ni en
el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Eso sí, de inmediato,
las tropas francesas contaron con la participación de las Fuerzas
Armadas de los Estados Unidos de (Norte)América. Como si se tratara de
un desafío militar que Francia no pudiera resolver sola.
Con sus 15 millones de habitantes, el promedio de ingresos en Mali no
supera los 100 dólares mensuales pero con una distribución tan regresiva
que es difícil saber cuánto perciben en realidad los trabajadores.
Exportador de algodón como sostén de la balanza comercial, por la caída
de los precios internacionales, en la última década Mali se fue
sumergiendo aun más. Sin embargo, es el tercer mayor productor de oro
del continente africano y los precios de ese metal precioso en el
mercado internacional crecieron a niveles desconocidos: en los últimos
diez años trepó de 400 a 1800 dólares la onza. La minería en la mayoría
de los países africanos, al igual que en los latinoamericanos, está en
manos de las multinacionales que se las ingenian para que los gobiernos
les cobren unos impuestos casi inexistentes. Mali también tiene uranio.
Es un país mediterráneo, sin salida al mar, y sólo la región oeste,
donde está su capital, Bamako, tiene irrigación y agricultura. El resto,
hacia el norte y el este, es puro Sahara. Desierto. Pobreza.
Estos días, los vehículos que atraviesan el desierto no son los del
mítico París-Dakar, sino los del París-Tombuctú. Y no están piloteados
por deportistas sino por los soldados altamente entrenados. Tombuctú
tiene 35 mil habitantes, está enclavada cerca del río Níger y no hay
siquiera un monte donde preparar una emboscada. Fue captada, desde hace
diez meses, por el Movimiento de Liberación Nacional de Azawad. Este
pequeño grupo de beduinos se alzó en armas, o alguien los financió para
que se armaran, y tras un golpe militar en Mali, un presidente
socialista francés dijo "Allons, enfants de la Patrie" y mandó una punta
de lanza. Pero también se sumó Nigeria, ex colonia británica, el país
más poblado de África, con 150 millones de habitantes, al menos la mitad
musulmanes, que desplegó tropas al norte de Mali. Aunque cabe aclarar
que Nigeria está al sur de Mali y no tiene fronteras directas con esa ex
colonia francesa.
AL QAEDA, SIEMPRE AL QAEDA.
En Nigeria, los políticos y militares
locales que responden a las grandes potencias, afirman que el gran
problema es que "los terroristas" que operan en su país "son entrenados y
financiados en Mali". Una bestia negra, Al Qaeda, aunque devaluada, es
esgrimida una vez más para explicar una intrusión militar. La
explicación de las invasiones son los grupos jihadistas islámicos que,
según las fuentes neocoloniales, resultan una amenaza para el norte y el
centro de África. Argumentos similares se escuchan para entender la
invasión a Afganistán por parte de Estados Unidos y la OTAN, que lleva
ya 12 años. Debe recordarse que la invasión fue decidida por George Bush
inmediatamente después del ataque a las Torres Gemelas, con la
justificación de que el Osama Ben Laden, líder de Al Qaeda y mentor del
atentado, se había escondido en las cuevas afganas con apoyo del
movimiento Talibán. Ben Laden fue asesinado por las tropas especiales
norteamericanas, aunque el destino de su cadáver es un misterio que pone
en duda toda la versión. Lo concreto es que lo habrían matado en suelo
pakistaní, por supuesto en una operación encubierta y sin pedir permiso
por la incursión a las autoridades de ese país, tradicional aliado
norteamericano. Cabe recordar que en noviembre de 2011, unos pocos meses
antes de esa incursión, fuerzas militares norteamericanas produjeron la
muerte de 25 soldados pakistaníes "por error". Ya estaban tensas las
relaciones entre Islamabad y Washington, porque el creciente poderío de
China e India llevó a Pakistán a rever su alineamiento automático con
Estados Unidos. Pakistán, desde entonces, empezó a limitar su rol de
aliado estratégico de la OTAN en la ocupación de Afganistán.
Concretamente, la extensísima frontera norte de este país es con
Afganistán y para los invasores estadounidenses el territorio pakistaní
sirvió de retaguardia y base operativa. Lo es aún, pero en una medida
menor.
Bush nunca pudo encontrar a Ben Laden en suelo afgano, pero decidió que
sus tropas quedaran en el país para sostener al gobierno de Hamid
Karzai, que había ascendido al poder después del derrocamiento de los
talibanes por parte de las fuerzas invasoras. El compromiso del sucesor
en la Casa Blanca, Barack Obama, es retirarse en 2014 de Afganistán.
( Si después de cerrar en 2008 la Carcel de Guantanamo , tal vez si viaja atras en el tiempo Obama pueda cumplir su promesa sino se retiraran en 2094 de Afganistan) Promesas en un mundo que bate tambores de guerra cada día con mayor
intensidad.
Hablar de Afganistán requiere tener presente que la visión geopolítica
norteamericana es contar con bases continentales cerca de las naciones
que pueden escapar a la órbita de Washington. India despegó y es una
potencia en ascenso, y está al lado de Pakistán. De hecho, la división
de esos dos países más Bangladesh (llamada Pakistán oriental al
principio) es el fruto de las maniobras británicas cuando concedieron la
independencia, en agosto de 1947, tras las grandes luchas que tuvieron
al Mahatma Gandhi al frente. Gandhi no fue partidario de esas divisiones
políticas y territoriales, que acrecentaron la violencia interior
alentada por los agentes ingleses. Gandhi fue asesinado. Mañana,
miércoles 30 de enero, se cumplirán 65 años de ese crimen. Como siempre,
el criminal fue "un fanático", pero casualmente resultó muy útil a los
intereses británicos y norteamericanos. Para tomar dimensión de la
importancia estratégica de esa región, el movimiento independentista
indio contó con el apoyo de la Unión Soviética, que colaboró en la
creación de un parque de armamento nuclear indio. A su vez, Pakistán
contó con Estados Unidos para desarrollar sus propias bombas atómicas.
CHINA, UNA VEZ MÁS.
Volviendo al escenario de los jihadistas islámicos
africanos, no debe dejarse de lado la creciente influencia de China en
ese continente. Ningún análisis respecto de cualquier país africano
puede dejar de lado que China y África multiplicaron su comercio
exterior entre 2000 y 2012: a principios del nuevo milenio el
intercambio llegaba a 11.000 millones de dólares y el año pasado trepó a
160.000 millones. Las inversiones directas de China pasaron de 500
millones doce años atrás a 15.000 millones de dólares. También es un
dato inquietante para los aliados de la OTAN que en 2012 China se
convirtió en el primer socio comercial de África, superando a Estados
Unidos y a Europa. En minerales, los chinos buscan los yacimientos de,
entre otros, cromita (por el titanio), oro, diamantes y cobalto. También
invierten en la exploración y explotación de gas y petróleo, así como
en diferentes productos agropecuarios. A su vez, el crecimiento, lento
pero real, del consumo en África, les permite a los chinos colocar
creciente cantidad de productos industriales así como negociar con los
Estados la realización de grandes obras de infraestructura, llámese
puertos, ferrocarriles, transporte de combustibles o carreteras.
Nigeria, que vende a China crecientes cantidades de minerales, productos
agrícolas, petróleo y gas, es el destino de importación más importante
de los productos chinos: ahí va el 40% de las exportaciones chinas al
continente africano. Barack Obama, basado en los informes de
perspectivas 2030 del Consejo Nacional de Seguridad de su país, aseguró
que Nigeria es una de las potencias del futuro. Tiene los principales
recursos del continente en gas y petróleo con una ventaja: la Shell fue
históricamente la que se benefició de esos yacimientos, por ser una
multinacional de origen británico-holandesa en un territorio sometido al
imperio británico. En la actualidad, bajo el mandato del presidente
electo Goodluck Jonathan, las relaciones internacionales de Nigeria
parecen salir de los marcos tradicionales de sometimiento colonial
disfrazado –vía corrupción– de gobiernos con fachada democrática. China,
la segunda economía del mundo, avanza en su expansión y su poderío
mundial sin usar barcos de guerra ni tropas de asalto. Por ahora,
avanzan con su crecimiento económico de costos más bajos que sus
competidores del hemisferio norte, con una política centralizada en un
Estado fuerte, con financiamiento a largo plazo y con agresividad
comercial. Si a todas esas ventajas comparativas se suma que sus
presupuestos en defensa son bastante menores que los de los Estados
Unidos y sus aliados europeos, se puede entender un poco más el complejo
mapa de África, un continente que tiene cada vez más peso en la escena
del poder mundial.
Fuente: Tiempo Argentino
martes, 29 de enero de 2013
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