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jueves, 21 de febrero de 2013

Se dobla, pero no se rompe



Por Fernando Bercovich. 

Las elecciones parlamentarias de medio término suelen ser una buena oportunidad para delinear posibles escenarios para los años siguientes. Sin embargo, nada en política es fácilmente predecible y los meses que restan hasta octubre prometen ser movidos. Estrategias, alianzas, lealtades y traiciones tienen su epicentro en la provincia de Buenos Aires.

Corría el año 1997 y el fin de la era menemista parecía precipitarse mirando los resultados de las elecciones parlamentarias. La Alianza (UCR-FREPASO) obtenía un aplastante 47% frente a un pobre 36% por parte del peronismo gobernante.

La historia, cuatro años después, es conocida. En 2001 en los medios de comunicación se acuñaba el término “voto bronca” para dar cuenta de la elevada cantidad de sufragios en blanco e impugnados. El peronismo lograba vencer nuevamente anticipándose a la estrepitosa y violenta caída de De La Rúa y a la llegada de Eduardo Duhalde a la Casa Rosada.

Ya inaugurada la etapa kirchnerista las elecciones legislativas de mitad de término no serían menos relevantes. Las de 2005 le servirían a Néstor Kirchner para romper definitivamente con Duhalde, quien lo había depositado en el sillón de Rivadavia sólo 2 años antes. Los militantes más entusiastas afirman que esa es la fecha real en la que comienza “el modelo”.

Cuatro años después, en 2009, la cosa se complicaba para el oficialismo. Con una imagen muy baja producto del enfrentamiento con las entidades rurales, Néstor Kirchner perdía en la provincia de Buenos Aires a manos del empresario Francisco De Narváez, quien se colocaba como la esperanza blanca de un amplio sector de la sociedad y como la cara bonita del peronismo bonaerense. El fin de una etapa fue apresuradamente vaticinado por los analistas más perspicaces y por la mayor parte del arco político opositor, con Elisa Carrió a la cabeza.

Las elecciones legislativas que tendrán lugar en octubre de este año no serán menos significativas. Los partidos que buscan derrotar al kirchnerismo querrán recrear un escenario parecido al de 2009, en el mejor de los casos, o al de 2001, en el peor.

Sin embargo la situación del Gobierno nacional no se parece ni a la de 2009 ni -mucho menos- a la de 2001 y, de hecho, a casi ninguna otra en la historia política nacional. La etapa menemista -casi tan larga como la que se viene desarrollando- para las elecciones legislativas de 1997 exhibía serias falencias económicas y un fuerte cuestionamiento moral por parte de la gran mayoría de la sociedad debido a los conocidos casos de corrupción en distintos ámbitos. La imagen del gobierno de Cristina Fernández, por el contrario, no presenta una situación similar. El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que publica la Universidad Torcuato Di Tella mensualmente muestra que la imagen presidencial está más cerca de 2005 que de 2009.

Pero algo más novedoso se presenta al interior del Frente para la Victoria y esto es lo que parece motivar las columnas de los editorialistas de los principales diarios en las últimas semanas. Mientras se van cerrando las listas en las diferentes provincias, Buenos Aires, que reúne un cuarto del total de los votos, es el territorio donde se puede jugar la continuidad del proyecto político vigente así como también las estrategias a seguir de cara a 2015. Y ya comenzaron a moverse las primeras piezas.

Los intendentes del conurbano parecen ser las vedettes en este entramado que se va armando. A los que hay que retener o convencer. Tres grupos, por ahora, son fácilmente identificables. Por un lado, los que ven en CFK a la única líder posible del proyecto iniciado en 2003. En un segundo grupo están aquellos que son “leales” pero que no se muestran incondicionales a la figura presidencial. Por último -son sólo tres- están los opositores. Ellos son Jesús Cariglino (candidato de Duhalde en 2011 y ahora en tratativas con Mauricio Macri), intendente de Malvinas Argentinas; Gustavo Posse (ex radical K y también cerca del jefe de gobierno porteño), en San Isidro; y Jorge Macri (único intendente PRO en el conurbano), en Vicente López.

Lo cierto es que muchos de los intendentes que compartieron boleta con CFK en 2011 superaron el porcentaje alcanzado por la Presidenta y también por el gobernador de la provincia, llegando en algunos casos a cifras cercanas al 70% (Sergio Massa en Tigre y Darío Giustozzi en Almte. Brown son ejemplos contundentes). Esto les otorga un capital político voluminoso y nada despreciable.

Lo que no tienen en demasía los “barones del conurbano” son recursos económicos propios. Estos son girados por la gobernación de la provincia o, Julio De Vido mediante, desde Balcarce 50. La estrategia del Gobierno nacional en este sentido parece ser la de desgastar lo más posible los lazos entre Scioli y sus intendentes. Al mismo tiempo se habla de una negociación con el ex motonauta, la cual incluiría la aparición de la primera dama bonaerense, Karina Rabolini, en la lista de candidatos a diputados.

Mientras la lealtad del gobernador y de su potencial aliado, Sergio Massa, está cada vez más cuestionada por el círculo más cercano a CFK, hay quienes afirman que si hasta ahora no rompieron ya no lo harán, porque competir abiertamente contra el kirchnerismo sería un suicidio político. Seguirán negociando espacios “por adentro”. De esta manera no habrá partidos de fútbol con opositores, cenas con traidores o declaraciones polémicas que cambien el panorama. Puede que se siga doblando pero que se rompa no conviene.

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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