Por Rolando astarita
El viernes 8 de febrero el gobierno de Venezuela devaluó la moneda un 46,5%, llevando el bolívar venezolano a BsF 6,3/US$ (BsF: bolívares fuertes); en el mercado paralelo, o negro, el dólar cotizaba a casi BsF 19. Cuando Chávez tomó el poder, el tipo de cambio estaba en BsF 0,56/US$, de manera que en términos nominales la devaluación fue superior al 1000%. Sin embargo, en términos reales, el bolívar se apreció, ya que la inflación acumulada entre diciembre de 1998 y diciembre de 2012 fue de casi el 1500%. Según Cepal, a fines de 2012 la moneda venezolana estaba apreciada un 44,5% con respecto al promedio 1999-2009. Sólo en 2012 la inflación fue del 21%, en tanto el tipo de cambio oficial se mantuvo estable en bs 4,3/US$.
Recordemos que desde febrero de 2003 en
Venezuela rige el control de cambios, que se estableció principalmente
para frenar la fuga de capitales. Lo cual no impidió que continuara el
drenaje, a través de la compra de títulos públicos nominados en dólares,
y la sobrefacturación de importaciones. Esta última representaría, de
acuerdo a Ecoanalítica, el 20% del total de importaciones. Aclaremos
también que no se trata solo del comportamiento de la burguesía
opositora al chavismo. En las transacciones con los bonos, y en la
sobrefacturación de importaciones, se han denunciado negociados de
funcionarios y amigos del gobierno (burguesía chavista). Por ejemplo, la
empresa estatal Alcasa (transformadora de alúmina en aluminio) estuvo
comprando el metal a dólar controlado, para revenderlo a un precio
determinado por el dólar libre (Prat, 2012). En el terreno de los bonos,
un caso ejemplar es el de Víctor Vargas, dueño del Banco Occidental de
Descuento (el quinto más grande del país), quien ha hecho una fortuna
operando con bonos argentinos que había adquirido el gobierno
venezolano. Esta cuestión conecta con el carácter rentístico de la
economía venezolana, y su relación con las formas de acumulación propias
de la burguesía estatal, que tratamos más abajo. En cualquier caso, la
fuga de capitales, habría sido de US$ 144.900 millones, desde febrero de
2003 a fines de 2012 (Ecoanalítica en base a datos del Banco Central de
Venezuela). Esto explica que Venezuela, que ha recibido y recibe una
fuerte renta petrolera, y goza de superávit en la balanza de cuenta
corriente, padece sin embargo una persistente presión hacia la
depreciación de su moneda.
Qué tipo de crisis
Algunos analistas y medios han
interpretado la devaluación como la admisión, por parte de las
autoridades chavistas, de una crisis económica abierta en Venezuela.
“Venezuela reconoció su crisis”, tituló La Nación (Argentina) al
día siguiente de la devaluación. Existen, por supuesto, elementos de
crisis. En las últimas semanas se aceleró la inflación (y la devaluación
la seguirá impulsando). Hay desabastecimiento, en especial en alimentos
(el índice de desabastecimiento que elabora el Banco Central fue del
16,3% en diciembre). La brecha entre el dólar oficial y el dólar en el
mercado negro sigue alimentando la especulación y la fuga de capitales. Y
la industria está estancada. Pero por otra parte, en 2012 la economía
creció un 5,5%, y en 2011 se había expandido el 4% (remontando la caída
del 1,5% en 2009). El superávit en la cuenta corriente equivale al 4,5%
del PBI; si bien es menor que el 8,7% de 2011, de todas maneras está
lejos de disparar una crisis cambiaria. Los pagos de la deuda externa
representan apenas el 5% de las exportaciones. Además, si bien los
índices de pobreza y miseria extrema no han mejorado desde 2008, tampoco
se han deteriorado. Recordemos que la pobreza en 1998 alcanzaba al
50,4% de la población, a fines de 2011 el 31,9% ; en el mismo lapso, la
pobreza extrema bajó del 23% al 8% (INE y Cepal). También han mejorado
los indicadores de salud y educación. El consumo promedio de
electricidad de los hogares aumentó el 166% entre 1999 y 2012 (según
fuentes oficiales y Cepal). Estas mejoras son el fundamento del apoyo
popular que goza el chavismo. Aunque la devaluación tendrá efectos
negativos sobre los ingresos y el nivel de vida de las masas
trabajadoras y el pueblo. En definitiva, la coyuntura parece ser de
crecientes dificultades de la economía, pero no se estaría en vísperas
de una crisis explosiva. Al menos, en tanto el precio del petróleo se
mantenga en el mercado internacional.
Economía rentista
Sin embargo, y por encima del análisis de
coyuntura, hay que señalar que la devaluación es la expresión de
problemas estructurales. El tema central es que la economía venezolana
no ha superado su carácter rentístico, y atrasado. En otras notas he
planteado que la clave del desarrollo pasa por qué se hace con el
excedente, si se destina principalmente a ampliar la matriz productiva; o
se canaliza a gastos improductivos (en el sentido de Marx); o sale del
país. Es un hecho que en la última década Venezuela recibió una
cuantiosa renta petrolera, y que el gobierno la canalizó hacia el
Estado. De acuerdo a datos que proporciona Pdvsa, desde 1999 a 2012 el
Estado tuvo un ingreso de 383.233 millones de dólares provenientes del
petróleo, debido no solo a la mejora de los precios, sino también al
aumento de las regalías que pagan las transnacionales, a otros cambios
impositivos, y al incremento de la participación de Pdvsa en el negocio.
Solo el aumento de las regalías e impuestos representaron un incremento
de casi 252.000 millones de dólares, siempre según las fuentes
oficiales. Sin embargo, este ingreso no dio lugar a un proceso de industrialización sostenida, ni al desarrollo de sectores productivos de alto valor agregado.
Una parte importante de la renta que captó el gobierno de Chávez se
destinó a mejorar los niveles de vida de las masas más empobrecidas.
Pero no hubo un proceso paralelo de acumulación productiva. Es una
realidad que una porción significativa de la plusvalía se destinó al
gasto suntuario; alimentó la especulación y el enriquecimiento de
fracciones burguesas (o de lo que podríamos llamar burguesía estatal); o
terminó en el exterior. Para explicarlo con un ejemplo: uno de los muy
buenos negocios que hizo el Banco Occidental de Descuento fue comprarle
al gobierno venezolano los bonos argentinos al dólar oficial, y
revenderlos a una tasa cercana al dólar negro. Es claro que esta
operatoria en sí misma no es generadora de valor. Simplemente habilita
al enriquecimiento rentístico de una fracción de la clase dominante, y
la fuga de capitales de los inversores en los bonos.
En otros términos, la acumulación
rentística, apalancada en el capitalismo de Estado, estimuló el
crecimiento de sectores del capital que se benefician de sus negocios
con el gobierno. También benefició a los que logran escalar en la
burocracia estatal. A su vez, la acumulación de activos financieros (en
el exterior) y el gasto suntuario (incluidos aviones privados, yates y
mansiones en Venezuela, Miami o Europa), aseguran objetivamente la
reproducción de la lógica rentística. Es que un proceso de acumulación
de capital productivo daría lugar a un fortalecimiento social de la
clase obrera, que podría socavar, a mediano o largo plazo, el poder de
la burguesía y la burocracia rentística.
Debilidad industrial
La ausencia de reproducción productiva
ampliada explica que la recuperación económica a partir de 2010 se haya
debido casi enteramente a la mejora de los precios del petróleo, y al
aumento de la demanda derivada del gasto estatal que posibilitó la renta
incrementada. Es un dato significativo que la participación de la
industria en el producto interno, según datos del Banco Central de
Venezuela, haya disminuido desde el 18% del PBI en 1998 al 14% en 2012.
En el último año, el crecimiento industrial fue casi nulo, del 0,3%.
Según la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), en 9
de los 16 sectores sobre los que lleva estadística estaban produciendo,
en agosto de 2012, entre el 14% y el 44% menos que en el año base del
indicador, 1997. Se trataba de textiles, metales comunes, productos de
metal, minerales no metálicos, vehículos automotores, maquinarias y
aparatos eléctricos, prendas de vestir, cueros y maquinarias y equipos.
La utilización de capacidad de la industria, también en agosto del año
pasado, era del 55%. Los empresarios también sostenían que los sectores
que más crecían eran los vinculados a la producción de bienes no
transables, en tanto se estancaba la producción de transables. Esto
último también surge de los datos del Banco Central, y estudios privados
como Ecoanalítica. El promedio anual de crecimiento entre 1999 y 2010
de Comunicaciones fue del 11,15%; Instituciones financieras y seguros
5,63%; Construcción 4,34%. En cambio los productores de bienes
transables se estancaron: Manufactura 1,29%; Minería 0,2% y actividad
petrolera 1,33% (Oliveros, 2012). Es interesante también que entre las
10 empresas más grandes del país, 5 son bancos y aseguradoras (ranking
de Venamcham).
Este desarrollo desigual se vincula con
efectos asociados a la apreciación de la moneda, y realización del
valor. Vuelvo a enfatizar que la expansión de las instituciones
financieras y seguros (al pasar, el sector seguros fue otra fuente
importante de negociados y enriquecimiento) no implica la ampliación de
la matriz productiva. Lo mismo puede decirse de una parte de lo
destinado a construcciones residenciales; naturalmente, son necesarias,
pero no mejoran sustancialmente la capacidad productiva. Es un hecho,
sin embargo, que la formación de capital bruto fijo (incluye mejoras de
la tierra, equipos y maquinaria, plantas, construcción de caminos y
ferrocarriles, construcción residencial) se mantiene en niveles
relativamente altos con respecto al resto de América Latina: entre 2003 y
2011 fue, en promedio, del 23,9% del PBI (Banco Mundial). Lo cual
demuestra que existen sectores del capital privado que han invertido en
los 2000, y lo hicieron porque encontraban oportunidades de ganancias.
Pero esos niveles de inversión no alcanzan a modificar el carácter
atrasado de la economía, ni revierten el crecimiento desarticulado y
desigual de sectores. El problema se agrava porque en muchos sectores
estatales las inversiones no han ido acompañadas de incrementos
paralelos de productividad, derivados del avance tecnológico (véase más
abajo). Por eso, la debilidad de la acumulación explica que se haya
asistido a una reprimarización de las exportaciones: en 2012 el 96% de
los ingresos por exportaciones provinieron de Pdvsa y sus asociadas.
Esta forma de inserción del capitalismo venezolano en el mercado mundial
es el reflejo del carácter atrasado, y deformado, de su estructura productiva. La economía de conjunto es entonces extremadamente vulnerable a los cambios en la situación del mercado petrolero mundial.
Capitalismo de Estado
El capitalismo de Estado no parece haber
dado frutos notables en materia de productividad y producción. Tal vez
el sector que exhibe mayores logros es el de producción eléctrica;
Venezuela es el segundo país de América Latina con mayor capacidad
instalada para generar kWh por habitante (Cepal). Según datos del
gobierno, la inversión en producción de electricidad aumentó un 371%
desde que Chávez tomó el poder. La crisis de 2010 se habría debido
principalmente a factores climáticos, concretamente la sequía del Niño.
Sin embargo, en otros sectores productivos, y en la industria
estatizada, los resultados son muy modestos, por decirlo de forma suave.
Sidor, productora de acero, terminó 2012
con una producción de 1,7 millones de toneladas, un 30% menos que en
2011. En 2006 producía 4,3 millones; el nivel de 2012 es similar al de
1998, y Venezuela ha debido recurrir a las importaciones de laminados.
Trabajadores agrupados en el Equipo de Alianza Sindical han planteado
que la conducción de la empresa está llevando a ésta “a un desastre
operativo y financiero comprometiendo el patrimonio de todos los
venezolanos”. Denuncian también corrupción (como la asociada a la “mafia
de las cabillas”) y otros manejos oscuros.
Tavsa, productora de tubos de acero,
integrante del complejo de Sidor, ha estado paralizada desde hace 5 años
debido a que la segunda no le entrega los tochos de acero, la materia
prima para fabricar los tubos (Prat, 2012 y denuncias del sindicato).
Pdvsa, que hasta 2007 compraba los tubos a Tavsa, ahora los está
adquiriendo a China, y en menor medida a México. Los trabajadores de
Tavsa han denunciado la situación; sostienen que es necesario pagar
deudas con proveedores por unos 20 millones de dólares y reactivar la
compra de herramientas que han quedado obsoletas. También reclaman por
deudas salariales. En los últimos meses la empresa estuvo produciendo al
10% de su capacidad usual; y durante años estuvo sin producir.
Bauxilium proveía a Venezuela de bauxita,
con una producción anual de 6 millones de toneladas. Actualmente
produce 2,5 millones, y el país importa bauxita. Se denuncia que no ha
habido inversiones, y los equipos se deterioraron (Prat, 2012).
En cuanto a Alcasa, la empresa tenía en
principio una capacidad instalada para producir 210.000 toneladas
métricas de aluminio primario anuales, pero actualmente produce algo
menos de 70.000 toneladas. Según denuncias de trabajadores, muchas
celdas (en las que se lleva a cabo la transformación de la alúmina) se
han desactivado; también habría falta de mantenimiento, además de las
maniobras especulativas ya mencionadas (Prat, 2012). En años recientes
la empresa tuvo pérdidas, debido a los altos costos y cortes de
electricidad, que se combinaron con la caída de los precios
internacionales por la crisis, y la apreciación cambiaria. Venalum, otra
empresa de aluminio, conformada por capital mixto estatal y privado,
también ha bajado notablemente la producción. Esto ha repercutido en
otras empresas que tienen al aluminio como insumo, como Sural,
productora de conductores eléctricos, que está operando muy por debajo
de su capacidad.
Incluso el sector petrolero no tuvo una
expansión significativa. La producción se mantiene desde hace años en
algo menos de 3 millones de barriles diarios (el informe más reciente de
la OPEP dice que el promedio en 2012 fue de 2,8 millones b/d). La meta
del Plan Estratégico de Pdvsa, anunciado por Chávez en 2005 preveía
llegar en 2012 a los 5,4 millones b/d. Además, preveía llevar la
capacidad de refinación, también en 2012, a 2 millones de b/d. Sin
embargo, a fines de 2011 la capacidad era de 1,3 millones de b/d, y en
2012 cayó un 0,8% con respecto a ese nivel. Según la Federación Unitaria
de Trabajadores Petroleros, la compañía ha descuidado el mantenimiento e
inversión en sus plantas. Y Pdvsa necesitaría construir más plantas
para refinar el petróleo pesado. Dirigentes sindicales sostienen que las
refinerías están trabajando a la mitad de su capacidad, y por esta
razón se están importando combustibles. En este respecto, la experiencia
venezolana de la última década se ha diferenciado de otras economías
basadas en la renta petrolera, que en los años 1970 y 1980 intentaron
desarrollar una fuerte industria pesada (por caso, Argelia). Aunque no
salieron por ello del atraso (el problema es más complejo que
simplemente transferir renta al capitalismo estatal), desplegaron una
política bastante distinta de la chavista.
Precisemos también que la devaluación,
según cálculos del gobierno venezolano, aportaría unos BsF 84.000
millones provenientes del petróleo, lo que representa el 21% del
presupuesto. A fines de 2012 el déficit fiscal equivalía al 7,5% del
PBI, según el Banco Mundial; aunque otras fuentes como The Economist
lo elevan al 15%. En consecuencia, esos ingresos son esenciales para
sostener el gasto del Estado (parte de las ganancias de la empresa se
canalizan al Estado a través del Fonden), que es un componente clave de
la demanda.
Capitalismo rentístico y conflicto social
La noción de moneda apreciada o
depreciada en términos reales está en relación estructural con el nivel
de desarrollo de las fuerzas productivas de un espacio nacional, y más
particularmente con la productividad de sus empresas. En los países con
baja productividad relativa existe una tendencia que podríamos llamar
“estructural”, al tipo de cambio real alto (moneda depreciada). Es la
forma en que los capitales tecnológicamente atrasados intentan
insertarse en el mercado mundial. Desde este punto de vista, la
devaluación del bolívar mejorará la posición competitiva de un sector
del capitalismo privado y estatal venezolano. Pero esto no significa una
mejora en las condiciones de producción de valor (esto es, una mejora
de productividad), sino a una redistribución regresiva del ingreso; la caída del salario en términos de dólar.
Con el agregado que acentuará presiones inflacionarias; y no existe
seguridad alguna de que se frene la presión sobre el mercado cambiario.
El problema decisivo es que la devaluación no modifica el carácter rentístico del capitalismo venezolano.
La solución no pasa por una cuestión “técnica” -tal o cual precio del
dólar, tal o cual medida impositiva, etc.- porque el mal tiene una raíz social.
Las contradicciones planteadas arraigan en relaciones de producción
específicas, caracterizadas por la explotación del trabajo. Hay que
decirlo con todas las letras: los trabajadores venezolanos no solo son
explotados por el capital privado. También son explotados por el Estado capitalista, y las empresas estatales.
Un trabajador de Pdvsa produce plusvalía; cuando los funcionarios se
enriquecen desde las cumbres del Estado, están participando de la
explotación de ese trabajador. Forman parte de la burocracia estatal
capitalista. Esta es la razón de fondo de por qué no se pueden
hermanar los intereses, aspiraciones y reivindicaciones de la clase
trabajadora, y de los sectores populares, con los intereses del
capitalismo de Estado (ni con las fracciones del capital “nacional y progresista”).
Por supuesto, existe un enfrentamiento
profundo entre el gobierno y la oposición burguesa. Pero el mismo no
debe ocultar que la contradicción capital – trabajo subyace a la
relación burocracia del Estado capitalista – trabajadores de empresas
estatales. Dado su carácter de clase, la burocracia estatal no es “reformable”.
No hay manera de ir al socialismo presionando al capitalismo de Estado.
La razón ancla en las relaciones sociales antagónicas. La contradicción
central es la que existe entre la clase trabajadora, por un lado, y los
explotadores, sean estos altos funcionarios del Estado, burgueses
enriqueciéndose a costa del Estado, o capitalistas de la oposición
intentando sacar sus riquezas de Venezuela, por el otro. Gran parte de
los datos que he registrado en esta nota acerca de corrupción, mal
manejo, desatención de los bienes “públicos” (entre comillas porque en
realidad no pertenecen “al público”) y arbitrariedades de los burócratas
y funcionarios, provienen del seno de la misma clase trabajadora (ver,
por ejemplo, http://www.laclaseinfo; también testimonios en Prat, 2012).
Las tensiones y choques entre
trabajadores y directivos de empresas y del Estado, constituyen
manifestaciones de ese antagonismo de clase. Las agresiones y
ataques que han padecido dirigentes obreros leales a sus bases, por
parte de sicarios o grupos de sujetos armados, también serían expresión
de lo mismo. Por ejemplo, en la zona industrial de Guayana muchos
líderes sindicales que han denunciado lo que sucede en sus empresas han
sido encarcelados, otros fueron muertos misteriosamente. No se trata de
“confusión” o “errores” de parte de los burócratas; tampoco de grupos
descarriados de violentos que atacan a trabajadores. De la misma manera,
cuando Chávez declaró que “los sindicatos no deben ser autónomos” en
Venezuela, está respondiendo a una visión de clase. Más precisamente,
las acciones de la burocracia estatal están determinadas por la lógica de su reproducción social rentística. Obedecen a la necesidad de impedir cualquier cuestionamiento real
al poder del Estado (de sus funcionarios) en los centros de la
producción, o al manejo y apropiación del excedente. En tanto la
apropiación de plusvalía (renta petrolera estatizada) dependa de la
posición que ocupan en el Estado, los funcionarios (y la burguesía que
crece a su amparo) no deberían estar interesados en el fortalecimiento
social o político (capacidad de decisión propia) de la clase obrera. Por
este motivo, la burocracia chavista no alteró de alguna manera esencial el patrón de acumulación rentístico tradicional de Venezuela.
Utilizó parte de la renta incrementada para mejorar la situación social
de los sectores más empobrecidos, lo que le permitió también tener una
importante base de apoyo. Pero se cuidó de dar poder real a la clase
social que podía cuestionar toda forma de explotación, privada o
estatal, nacional o extranjera. El régimen político, por supuesto, está
condicionado por esta base económica.
Por último, no hay que olvidar que Venezuela continúa siendo una economía capitalista.
Estamos ante una combinación de capitalismo estatal y capitalismo
privado. Las relaciones conflictivas entre el capital privado y el
estatal no alteran su base común de ingresos, la plusvalía (el trabajo
no pago). Más de 10 millones de trabajadores están bajo la relación
asalariada del capital privado. Incluso las empresas privadas
extranjeras siguen teniendo un peso importante en la economía. Según el
ranking de las compañías más importantes, que elabora la Cámara
Venezolana Americana de Comercio e Industria (Venamcham), sobre 296
empresas encuestadas en 2012, el 32% eran de capital extranjero y otro
9% de capital mixto. La acción del Estado debe analizarse en este marco
más general.
Fuentes
La mayoría de los datos los he tomado de las páginas web del
Instituto Nacional de Estadística; del Banco Central de Venezuela;
Cepal, Banco Mundial, Pdvsa, Ecoanalítica, http://www.laclaseinfo. También he citado:
Oliveros, A. (2012): “Crecimiento, inflación y tipo de cambio en Venezuela: 1999-2012”, Encuentro de Organizaciones Sociales, www.eosvenezuela.info/wp-content/uploads/2012/02/oliveros.pdf,
Prat, D. (2012): Guayana, el milagro al revés. El fin de la soberanía productiva, Caracas, Colección Hogueras.
Descargar el documento:Oliveros, A. (2012): “Crecimiento, inflación y tipo de cambio en Venezuela: 1999-2012”, Encuentro de Organizaciones Sociales, www.eosvenezuela.info/wp-content/uploads/2012/02/oliveros.pdf,
Prat, D. (2012): Guayana, el milagro al revés. El fin de la soberanía productiva, Caracas, Colección Hogueras.
[varios formatos siguiendo el link, opción Archivo/Descargar Como]
“Venezuela, devaluación y capitalismo rentístico“
1 comentario:
A chupar un huevo,en Egipto durante tres mil años no tuvieron inflación.
Claro,en ese tiempo no había agentes financieros.
Me pongo a pensar en el principio etimológico de la palabra y me da escalofríos:FIN.
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