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martes, 5 de marzo de 2013

LA OPOSICIÓN POLÍTICA EN LA ARGENTINA DE HOY

EL BALANCE DE 10 AÑOS

Escrito por Enrique Mario Martinez en Notas de E.M. Martínez

LA OPOSICIÓN EN LA ARGENTINA DE HOY

Ya se ha hecho un lugar común en todo el ambiente progre, incluido todo el abanico de periodismo cercano, señalar que más allá de virtudes y defectos del kirchnerismo, la oposición no tiene capacidad alguna de confrontarlo y que se limita a denostar las iniciativas oficialistas o a criticar personalidades y actitudes éticas individuales, como único reflejo de un boxeador vencido de antemano.

Esta es una crónica casi evidente para todos. Sin embargo, sobre ella se montan explicaciones que finalmente se reducen a desmenuzar los temperamentos de Binner, Solanas, Carrió, Macri o algún miembro de la cúpula radical, más que – en cualquier caso – explicar por qué son ellos los dirigentes que confrontan.

En todo tiempo histórico hay una explicación más sólida para un hecho político que la mera descripción de los tics o las eventuales genialidades de un dirigente. Busquémosla.
Desde 1983 a la fecha las elecciones presidenciales se ganaron con propuestas muy similares. El imaginario sostenido por Raúl Alfonsín no era muy distinto del “país normal” de Néstor Kirchner o del discurso frepasista dilapidado detrás de la candidatura de Fernando De La Rúa, Aún el salariazo y la revolución productiva tenían un vínculo con las otras propuestas, en el contexto de fragilidad económica de finales de 1988.
La diferencia importante no está en la vocación de quienes pujaron por el poder y triunfaron. Está, por supuesto, en lo que hicieron con el mandato popular.
El menemismo lisa y llanamente lo traicionó y se sumó con alegría a la receta del Consenso de Washington.
El radicalismo alfonsinista lo intentó, pero en las confrontaciones clave, sea en el plano político, como en el económico, vaciló y perdió.
El gobierno de la Alianza ni siquiera se animó. Quedó preso de su tibieza y su torpeza y cayó estrepitosamente.
El gobierno desde 2003 trató con fuerza y pudo. Con ideas propias agresivas, como la cancelación de la deuda y la subordinación del FMI; la recuperación de los fondos jubilatorios; la movilidad del haber de los pasivos. O ideas de otros asumidas con determinación, como la asignación universal por hijo y el encarrilamiento definitivo de los juicios por crímenes de lesa humanidad.
Con tropa propia, con muchos dirigentes que habían tenido actuación en los gobiernos menemistas o de la Alianza; hasta con algunos radicales.
A pesar que puede parecer una afirmación demasiado simplificadora, creo que el gobierno kirchnerista tuvo y tiene el temple para perseguir y conseguir buena parte de las metas de buena fe planteadas por los alfonsinistas, frepasistas y hasta los menemistas de la primera hora, que ninguno de éstos pudo plasmar.

Solo se diferencian sus objetivos de los de la derecha reaccionaria, expresada centralmente por el PRO y con exponentes en algún ala radical y alguna otra peronista.En ese escenario, la única oposición que puede ir plasmando un discurso distinto es aquella que representa a los argentinos que quisieran desentenderse de los pobres, militarizar la seguridad y dedicarse al eterno juego caníbal donde el pez grande se come al chico.
El resto no puede decir que el kirchnerismo tuvo éxito donde ellos fracasaron. Tampoco puede proponer caminos liberales, porque se traicionaría íntimamente, aunque mas de una vez cae en la trampa, como varios de ellos ya lo hicieron cuando gobernaron. Consume buena parte de su energía en la crítica a las personas, a los bolsones de corrupción o de impericia, que todo partido gobernante tiene y usualmente niega. Pero con eso no se construye una alternativa.

Lo anterior, a mi juicio, explica de manera directa el dilema opositor, que lo hace un deslucido acosador de quien ejecuta buena parte de las banderas pre electorales que ellos alguna vez levantaron.
Se necesita, sin embargo, una reflexión adicional. ¿Debería deducirse de lo dicho que el kirchnerismo es la expresión ejecutiva del gobierno deseado y necesario para la Argentina?
Otra vez se aplica aquí que la realidad es la única verdad.
La respuesta sería afirmativa si el horizonte nacional tuviera por delante solo problemas de gestión, que obliguen al gobierno a mejorar su eficiencia sin cambiar o ajustar sus metas.

No es así. Además de los problemas de gestión están los pendientes estructurales, que marcan límites al bienestar de sectores, sea por la hegemonía de grupos económicos internos; por la excesiva presencia de corporaciones trasnacionales; por las asimetrías de desarrollo regional; por la necesidad de integrar las cadenas de valor mineras o varias industriales, por mencionar solo algunos ejemplos. Esos problemas estructurales deben ser reconocidos y encarados. En tal caso se desarrollaría una espiral de conflictos, logros, aparición de nuevos problemas de gestión y así de modo continuo.
Este panorama no es planteado por el núcleo duro kirchnerista ni por la oposición de centro o centro izquierda. Su representación política está vacía y muy probablemente emergerá desde el interior del espacio gobernante. Solo en ese momento habrá debate real y no el melancólico despliegue de quienes quisieron y no pudieron, frente a los que intentaron, pudieron y en muchos casos creen que llegaron.
Emm/2.3.13

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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