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martes, 7 de mayo de 2013

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Por Fernando Bercovich. 

Las elecciones de octubre se acercan cada vez más. Las primarias que se llevarán a cabo en agosto apuran el trámite y el cierre de listas, estipulado para junio, indica que mayo será el mes donde se terminen de cerrar alianzas y – por qué no – de romper otras.

Una buena forma de analizar elecciones de medio término en Argentina es mirar para atrás. Aunque esa mirada se encuentre condicionada por el hecho de que el kirchnerismo es un fenómeno electoralmente novedoso debido a su extensión en el tiempo, todo parece indicar que los escenarios posibles son dos: 2005 o 2009.

El primero, el de 2005, es, sin dudas, el anhelado por el gobierno nacional. Significa consolidación, creación de identidad propia, independencia política, atomización de la oposición (en aquella elección la segunda fuerza,la UCR, no llegó al 9% de los votos), en fin, el mejor de los escenarios para seguir armando su propio juego y abrirse el camino hacia una posible reforma constitucional que incluya o no la re-re elección de la presidenta.

Muy improbable dado el desgaste de toda administración , ver las mismas caras durante tanto tiempo termina hartando a la mayoria sobre todo cuando desde 2009 se ha entrado en un estado de la economia que no ayuda al gobierno 

El año 2009 es pensado por muchos como el fantasma del kirchnerismo. Y sin duda lo es. A ningún gobierno que se llame peronista le parece menor perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires, y mucho menos quemando a su principal referente - Néstor Kirchner – frente a un empresario como Francisco De Narváez.

Sin embargo, lo que puede parecer una pesadilla para el kirchnerismo, no es, necesariamente, un escenario ideal para la oposición en busca de electorado propio. Esto es así porque aquella derrota le sirvió más al gobierno nacional para re-inventarse (elaborando sus medidas de mayor peso específico) que a los sectores opositores para capitalizar ese caudal de votos de cara a las elecciones presidenciales de 2011. Tan es así que en los días previos al fallecimiento de Kirchner, un año antes de las elecciones, la continuidad del “modelo” estaba asegurada. Julio Cobos se había transformado en un infiltrado de poca monta, y no muchos recordaban quién era ese señor colorado que lucía un extraño tatuaje en su cuello.

Pero con la historia no alcanza. Por eso recurrimos a los sesudos diagnósticos que elaboran las consultoras especializadas en política. Uno de ellos, quizás de los más consultados, es el Índice de Confianza en el Gobierno publicado mensualmente porla Univerisdad TorcuatoDi Tella y elaborado por la consultora Poliarquía. El ICG varía entre 0 y 5 puntos desde la mínima a la máxima confianza que se le puede tener al gobierno de turno. Se publica desde 2002 y ha obtenido cierta legitimidad con el correr de los años.

Los resultados publicados la semana pasada por UTDT revelan que la confianza en el gobierno de CFK cayó de marzo a abril un 8%. El índice se ubica así en 1,5 que es un poco más que el 1,3 de abril de 2009 pero bastante menos que el 2,4 de agosto de 2005. Se puede presumir entonces que la performance del Frente Para la Victoria en octubre de este año será similar a la de 2009. Los factores de la caída quizás sean otros: el lugar que ocupó la resolución 125 en aquel momento, hoy lo ocupan la reforma del Poder Judicial y un caso de corrupción denunciado por el programa televisivo Periodismo Para Todos.

Como ya se dijo reiteradamente no sería una novedad que el gobierno pierda las elecciones de medio término. Sucedió en 2009 y se recuperó relativamente fácil. Lo verdaderamente importante serán las estrategias que armen tanto el gobierno como sus adversarios a partir de del día posterior a las elecciones.

La alianza del “peronismo disidente” es el resultado de esa visión. Construyen explícitamente con vistas a “una alternativa de gobierno para2015”. Sin embargo, parece abarcar intereses demasiado disímiles como para prosperar. No es fácil imaginar a Hugo Moyano defendiendo los mismos intereses que De Narváez sin que ambos pierdan adhesiones en el camino. De la misma forma, la sorpresiva y heterodoxa alianza entre Fernando “Pino” Solanas y Elisa Carrió no parece tener un futuro más allá de estas elecciones.

Al menos por ahora los únicos que pueden competir de igual a igual con el kirchnerismo salen de sus propias filas. Son Daniel Scioli y Sergio Massa, este último con una imagen positiva que supera el 66%, dejando bastante por debajo a CFK. Sin embargo, el tigrense, quien figuró en la mayoría de las editoriales del domingo, no está dispuesto a romper con el gobierno por mucho que se lo recomienden sus asesores. No quiere dilapidar ese valiosísimo caudal de votos de la noche a la mañana sobre todo teniendo en cuenta que puede esperar y es por eso que hasta baraja la posibilidad de ni siquiera ocupar un lugar en una lista en octubre de este año. Su objetivo sería así, sin escalas, la gobernación de Buenos Aires en 2015.

Las piezas se siguen moviendo y todo indica que los resultados de este año serán sólo un indicio, una plataforma de despegue, para lo que pase de acá a dos años. Mientras la oposición sigue buscando su Capriles, el gobierno nacional deberá buscar un camino - como mínimo - tan audaz como el que trazó luego de la derrota de 2009.

Fuente: Marcha

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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