En una nota titulada “Profundización, economía nacional y marxismo, publicada en Tiempo Argentino del 27/11/13, el periodista Federico Bernal contrapone el marxismo “abstracto, implantado y funcional a los intereses del subdesarrollo”, con el marxismo “nacional y creativo” del nuevo ministro de Economía, el doctor Kicillof. Según Bernal, el primero tiene una “alianza estratégica” con la reacción (Clarín en primer lugar); mientras que el segundo está al servicio de la revolución nacional y popular. Es a este último marxismo, siempre según Bernal, al que le teme la “derecha”. Es que los Altamira, Castillo y similares, son simples títeres de los grandes grupos (Clarín en primer lugar).
Hasta aquí, nada demasiado nuevo con respecto a lo que suele decirse en los medios del Gobierno. Sin embargo, Bernal hace un aporte, ya que ubica al marxismo “a lo Kicillof” en la tradición de Abelardo Ramos. La línea Ramos – Kicillof sería entonces la de un marxismo que debería rescatarse y valorarse. Es esta tradición, enfatiza Bernal, la que intenta destruir la derecha.
Para los jóvenes que tal vez no conozcan, digamos que Abelardo Ramos (el Colorado para los amigos) fue un dirigente de la “izquierda nacional”. Su tesis era que la contradicción entre el capital y el trabajo, que Marx había considerado fundamental en los países capitalistas desarrollados, no tenía casi vigencia en América Latina, a menos que ésta se liberara del imperialismo y se industrializara. Según Ramos, desde fines del siglo XIX, la contradicción fundamental de la época era entre los países imperialistas, por un lado, y los países coloniales y semicoloniales, por el otro. Por eso, pensaba que las ideas fundamentales de Marx (articuladas en torno a la explotación del trabajo por el capital) no tenían aplicación a los países atrasados.
Desde esta postura, Abelardo Ramos apoyó al gobierno de Perón entre 1945 y 1955. Luego del golpe del 55, combatió a los “libertadores”; en 1961 fundó el Partido Socialista de la Revolución Nacional, y en 1971 el Frente de Izquierda Popular. En 1973 el FIP llamó a votar a Perón con boleta propia, aportando 900.000 votos. Con el golpe de 1976, pasó a la clandestinidad, y sus militantes sufrieron persecuciones y cárceles. Ya de nuevo en la democracia, Ramos formó el Movimiento Patriótico de Liberación, que se disolvió hacia la fecha en que fallece, en 1994.
Pues bien, ¿Qué puede enseñar hoy Ramos a los “marxistas” ansiosos de participar en gobiernos de la burguesía? Indudablemente, tiene que tratarse de algún episodio en el que Ramos y sus compañeros de partido se hayan involucrado con un gobierno capitalista. Un Ramos perseguido por la Libertadora, o por Videla, no es inspiración para un ministro que anda de negociación en negociación con los Chevron y los PEMEX. ¿Existió algún Ramos en el que su “marxismo creativo y nacional” haya dejado de lado todo remilgo “abstracto y europeizante” (restos indudables de dosis de El Capital), y haya participado efectivamente (a poner el cuerpo, señores) en el movimiento nacional? Pues sí, existió. Es una pena que Bernal no haya profundizado en el asunto, pero desde aquí damos una ayudita, y completamos el relato.
Para contextualizar lo que viene, expliquemos que con el correr de los años (desde 1945 a los 1980), Abelardo Ramos fue suprimiendo, progresivamente, toda referencia al marxismo, para centrarse en lo nacional. En especial, a partir de la guerra de Malvinas, sus denuncias y preocupaciones pasaron exclusivamente por el no pago de la deuda externa, la expropiación de la banca, la nacionalización del comercio exterior y demandas afines. En esta vena, también consideró a Seineldín y Rico “militares progresistas al estilo Perón”. Algunos de sus ex compañeros agregan que empezó a recomendar una formación de la militancia basada exclusivamente en lecturas nacionales. Nada de Lenin, Marx, Trostky o Engels. En fin, parece que era un marxismo tan “creativo”, que eludía compenetrarse de la teoría marxista.
Sin embargo, todo esto todavía era “literatura”. El paso decisivo Ramos lo dio a finales de los 80, cuando apoyó a Carlos Saúl Menem. Apoyo que profundizó en los años 90, a medida que Carlos Saúl avanzaba con las privatizaciones, con el retiro de Argentina del Movimiento de No Alineados, con el alineamiento del país con EEUU y la participación en la guerra del Golfo; y similares proezas nacionales. En retribución, Menen lo nombró embajador en México (estuvo hasta 1992), y a muchos militantes del MPL como funcionarios en ministerios y otras responsabilidades. Alguien dirá que nada se compara con ser ministro de Economía, pero de todas maneras, sirve como antecedente para un presente en que es necesario atacar a la izquierda “irreductible y dogmática” (y asociarla con la derecha). Recordemos entonces que por los 90 don Abelardo estaba tan contento con el menemismo, que en 1994 propuso la disolución del MPL dentro del partido Justicialista, para apoyar la candidatura de Menem a las presidenciales de 1995.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, y para toda la militancia K que necesita referencias históricas en estos tiempos de Milanis y Ciadis, de Franciscos y reformas de Códigos Civiles, de Sciolis y Capitaniches; en estas coyunturas en que los enemigos atacan con argumentos “de izquierda” (pero de derecha en el fondo), aquí va un extracto de la argumentación de Abelardo Ramos para el paso que proponía. Escribía:
“Menem se enfrentó al mundo ya no como acreedor sino como deudor. Las empresas estatales estaban arruinadas. Nadie pagaba impuestos. Los empleados públicos y los jubilados cobraban con papeles devaluados, impresos en rotativas. La inflación esquizofrénica destruía todo. Menem, asistido por un técnico de competencia excepcional, el doctor Cavallo, enfrentó la situación con entereza y suprimió la especulación financiera, estabilizó el valor del peso, cobró impuestos y creó recursos genuinos. Firmó el tratado del MERCOSUR (el acontecimiento más grande desde las guerras de San Martín y Bolívar con España, en ruta hacia la Confederación de Repúblicas del Sur) y levantó un monumento a la gesta de Malvinas. Rediseñó, en medio de grandes dificultades, aquel país moderno que Perón había comenzado a construir. Ahora, el sistema local y mundial afectado… se ha puesto en movimiento para que Menem y el peronismo no asuman nuevamente el poder en 1995. Por eso, y para que triunfe Menem, hemos resuelto dejar de ser aliados del peronismo e incorporarnos al gran ejército civil del 45, a fin de contribuir como soldados a la batalla decisiva que garantice el triunfo del presidente de la Nación.” (Tomado de http://www.abelardoramos.com.ar/me-voy-con-menem-para-que-puedan-gobernar-los-criollos/.).
Este escrito fue publicado por Ámbito Financiero (nada menos) y fue distribuido por miles en el acto de disolución del MPL, y entrada en el PJ, que se produjo el 17 de octubre de 1994; Ramos había muerto pocos días antes.
Como podrán comprobar, se trata de un “marxismo nacional” de alto vuelo, que no tiene punto de comparación con el marxismo grosero de los Altamira, Castillo y compañía (ni con el de este blog, por supuesto). Además, por aquellos tiempos, los Altamira y similares eran críticos del menemismo; o sea, como siempre, eran funcionales a la derecha, según la peculiar lógica “marxista” de Abelardo Ramos.
En última instancia, y esto es lo más importante, no es de extrañar que Tiempo Argentino rescate aquel marxismo del Colorado Ramos, para diferenciarlo del marxismo “abstracto” de los “troscos”. Tal vez tampoco sea casual que Cristina K haya confesado que votó a Perón con la boleta del FIP. Y que los Kirchner y Ramos hayan integrado el menemismo. Toda una serie de graciosas coincidencias y casualidades (¿o no?), que seguramente analizará la corriente revisionista (sobre el aporte del revisionismo, aquí). Tarea por demás necesaria. Es que en estos días de muchísimo “realismo”, los “marxistas a lo Kicillof” parecen necesitados de antecedentes ilustres.
Fuente : http://rolandoastarita.wordpress.com/2013/11/29/tiempo-argentino-kicillof-y-ramos/
Sumo aca lo que escribía en Facebook Daniel Campione por la misma nota de Bernal