En las últimas semanas, grandes países de la periferia, como Brasil, Turquía, Sudáfrica, Rusia, India y Argentina están sufriendo una acelerada desvalorización de sus monedas y una incesante fuga de capitales. En el horizonte asoma una caída de la demanda internacional de China e incluso una quiebra bancaria. También interviene la decisión de la Reserva Federal de cancelar gradualmente la política de compra masiva de la deuda pública norteamericana y la emisión monetaria gigantesca que la acompaña.
La emisión gigantesca de la FED movilizó los capitales especulativos hacia inversiones de mayor rendimiento, en especial a países de la periferia -sea para deuda pública, la bolsa, préstamos de todo tipo o la financiación del consumo interno. El endeudamiento público y privado de los ‘emergentes’ adquirió, desde 2010, proporciones colosales -en especial, para apalancar la deuda doméstica. Ahora se ha desatado una salida de capitales en gran escala y, por lo tanto, la devaluación de las monedas de esas naciones.
Los países emergentes han aumentado la
tasa de interés para contrarrestar la depreciación de sus monedas y la
fuga de capitales. El encarecimiento del crédito está provocando un
parate de la actividad económica e incentiva la morosidad, y la ruptura
de la cadena de pagos. Echan leña al fuego a las tendencias depresivas
del mercado interno. Paralelamente, asistimos al derrumbe de las bolsas
de Estados Unidos y de las principales naciones de Europa.
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