Por: Brian Majlin (@bniljam)
Cuando a fines de 2013 el ministro de Justicia
y Derechos Humanos, Julio Alak, presentó la intención del kirchnerismo
de estatizar la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo, puso
en evidencia —blanqueó— el intento de efectivizar una estatización
virtual que se efectuó por años a través de subsidios, negociados y
corruptela en planes de vivienda. En suma, la legalización de la
cooptación política —a través de la tutela económica— que sumió a las
Madres de Plaza de Mayo en la podredumbre.
En la última semana, el kirchnerismo intentó
emitir dictamen del proyecto en el Senado, pero encontró resistencia de
la oposición por el dudoso financiamiento de las operaciones que
investiga la Justicia y por los 200 millones de pesos que adeuda la
Fundación. Pero esa oposición, que nada tiene para decir respecto de la
cooptación política que supone la intromisión del Estado en los
organismos de DDHH, solo puso el ojo en la corrupción, olvidando un
detalle: bajo el manto de la asistencia económica aparece la sumisión
ideológica.
Veamos:
En aquél tórrido diciembre de 2013, desde el
mismo escenario en que estaba Alak, la titular de la Asociación Madres
de Plaza de Mayo y rectora honoraria de la Universidad, Hebe de
Bonafini, sonrió y agradeció.
-Es un premio al esfuerzo –dijo, sin caer en la cuenta de que abría la pregunta: ¿a qué esfuerzo se refiere?
Apenas unas semanas antes, en su revista –”Ni
un paso atrás”— Bonafini había entrevistado al jefe del Ejército,
teniente general César Milani, brindado un esforzado apoyo al gobierno
kirchnerista, ante las críticas por el nombramiento y sostenimiento de
un general investigado por la tortura y el genocidio que perpetró la
última dictadura cívico militar en la Argentina.
Pocos días después, Raquel Angel y Alberto
Giulis, dos docentes de la Universidad de las Madres que llevaban 14
años al frente de una cátedra de perspectiva marxista, anunciaron que
habían llegado al final de su experiencia en la organización.
-Esto marca un límite- dijeron, en una carta
que es el documento histórico que mejor refleja el derrotero de la
Fundación, que fuera modelo en su pelea independiente del Estado por más
de 30 años y que se dejara cooptar y seducir por el kirchnerismo y su
frondosa billetera:
“El momento de inflexión empezó con la llegada
del gobierno kirchnerista. Al principio de esa deriva, quisimos creer
que aunque las Madres lo apoyaran, la Universidad podría seguir
conservando su independencia. Pensamos, sin imaginar hasta qué punto nos
estábamos equivocando, que si no se tocaba un programa como el de
nuestra materia –“Modernidad y genocidio”- elaborado desde una
perspectiva marxista, quizá podríamos mantener un núcleo de resistencia,
desde el cual ir recomponiendo la vieja Universidad, tal como era, tal
como la soñamos con quienes ya no estaban, pero que habían hecho posible
que esa Universidad existiera”.
Como grafican con su carta, la institución,
que emergiera bajo consignas como “estimular el pensamiento crítico y
organizar ámbitos grupales de reflexión creativa” o el más rimbombante
objetivo de “crear cuadros políticos culturales para transformar la
sociedad” (palabras de la rectora Inés Vázquez en Clarín del 30/04) fue
quedando subsumida al relato oficial y perdiendo cualquier atisbo de
independencia estatal.
De este modo, como se advirtió cuando se
destapó la olla de Meldorek, Sueños Compartidos y la millonaria
defraudación, “la cooptación, la integración al Estado de organizaciones
que en el pasado tuvieron un lugar importante en la lucha democrática,
convierte en basura todo lo que toca” (Prensa Obrera, 2/06/11).
No se trata tan solo de un eslogan potente, de
una elevación teórica de la independencia estatal, sino de una muestra
empírica de sus efectos contrarios: el compromiso con el Estado hace
imposible la crítica, la persistencia de la lucha -ya no revolucionaria
sino apenas democrática-, así como la denuncia del Proyecto X, de los
Berni o de los Milani.
Ese es el objetivo que persigue –que
persiguió- el kirchnerismo con la estatización y cooptación de
organizaciones sociales, políticas y culturales. La inmovilización de la
crítica, la parálisis de la lucha. La salvaguarda inmaculada – de parte
de las Madres, en este caso- del relato que supieron construir.
Crédito foto: http://www.clarin.com/politica/Senado-oficialismo-estatizacion-Universidad-Madres_0_1129087107.html
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