La burocracia del Smata en VW
Pasaron más de cuatro años sin que la burocracia del Smata convocara a una asamblea en Volkswagen.
La última vez, había sido para hacerle votar a los trabajadores la paritaria a la baja del 2010. Con el reajuste trimestral por inflación, la Verde tuvo el motivo para suprimir las asambleas, que -aunque regimentadas- eran un factor de deliberación y presión para la burocracia.
Ahora, sin aviso previo, la Verde convocó a asambleas por turnos con un único punto: atacar la lucha de Gestamp y al Partido Obrero. Sólo habló Manrique, el secretario adjunto del gremio.
Manrique dio un informe cargado de mentiras, en el que mostró grandes dotes actorales (¡hasta lloró!). El ataque a la comisión interna de Lear también tuvo su momento. Lo que no mencionó nunca fue el accionar de las patronales, las suspensiones discriminatorias (en el caso de Gestamp) y las del 50 por ciento de los trabajadores en el caso de Lear o la pérdida de 200 puestos de trabajo allí, mediante los retiros voluntarios.
El repudio de los trabajadores a las posiciones de la dirección del Smata y la solidaridad con la lucha de Gestamp son vox populi en VW; la “asamblea” intentó sin éxito frenar esa tendencia.
El ataque al Partido Obrero estuvo presente en todo el discurso de Manrique. Desde las puteadas a Pitrola, en la misma línea que Pignianelli, a las miserables alusiones a Mariano Ferreyra (“están buscando una bandera… porque la que tenían ya se les desgastó”).
El desborde y las bravuconadas estuvieron presentes de principio a fin de la asamblea, en particular contra “los cobardes que escriben los baños”. Para cerrar el monólogo, Manrique preguntó: “Desde afuera dicen que ustedes quieren ser representados por el Partido Obrero. Los que quieran ser representados por el Smata, que levanten la mano… O nosotros o el PO”.
El “triunfo” por una nimiedad para el Smata demuestra su derrota.
La dupla Pignianelli-Manrique tiene muy en claro que el problema no es sindical sino político; por eso el Partido Obrero y el Frente de Izquierda son un fantasma que ya es “demasiado real”. El macartismo que el Smata utiliza para intentar frenar una tendencia que se desarrolla cada vez con más fuerza en el movimiento obrero no hace más que potenciar esa perspectiva.
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