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lunes, 29 de septiembre de 2014

La nueva ley de hidrocarburos no debe pasar

Edición Impresa #1333 | Por Partido Obrero

Frente a un auditorio de más de doscientas personas. transcurrió la mesa-debate sobre la crisis petrolera en el Congreso, con la participación de Jorge Altamira y Fabián Rogel.
 
Encrucijada

Estamos en un momento de encrucijada con relación a la cuestión petrolera. Es lo que ocurrió a finales de los años ’20, con el derrocamiento de Irigoyen y la ofensiva de la Standard Oil; o cuando el gobierno de Frondizi abrió la explotación petrolera a los privados a través de contratos o su posterior anulación por parte de Illia; o cuando, ya en los ’90, se convierte a YPF en sociedad anónima, llegando a girar más dividendos que utilidades y dando paso a su vaciamiento.

Los Kirchner -continuó Altamira- conservaron la estructura de sociedad anónima que sometió a YPF a los intereses que manejan la bolsa. Ello no fue alterado por la "estatización", que dejó al 49% de la firma en manos de esos mismos fondos. Esta YPF fue el vehículo para el ingreso de Chevron en Vaca Muerta. Así, en la Argentina se ha formado un núcleo  de poder entre la Presidenta, Galuccio y Chevron. Kicillof lo reconoció cuando expuso días atrás sobre la ley de presupuesto: "nuestro eje es Vaca Muerta". La ley de hidrocarburos es la señal de que hay un gobierno dispuesto a entregar lo que sea -en este caso las reservas petroleras- para habilitar a un rescate del capital financiero internacional.

Núcleo de poder y cambio de régimen

Altamira ligó la cuestión petrolera al conjunto de la situación política. Señaló que si este gobierno se mantiene aún en pie, a pesar de toda la desorganización económica, es porque existe ese núcleo de poder que lo sostiene, a partir del acuerdo con Chevron y de otros similares con Petronas y otras empresas. La centralización de la entrega petrolera en este núcleo explica la brutalidad del choque con las provincias. No es cierto que estén buscando el autoabastecimiento: están trabajando por la exportación masiva de hidrocarburos. La conversión de Argentina en una exportadora de petróleo y gas comporta una política de depredación acelerada de reservas, y de entrega de la renta petrolera a los monopolios internacionales -ello, en vez de servirse de esa renta para una industrialización del país. Por caso, la exportación de shale gas exige construir costosísimas terminales de licuefacción y de regasificación del fluido. La tan anunciada megainversión de 200 mil millones de dólares en el shale está concebida en función de esa gigantesca plataforma exportadora. Pero si se tratara del autobastecimiento, las exigencias de inversión resultarían sustancialmente menores. En definitiva, la nueva entrega petrolera comporta un cambio en la propia naturaleza económica del país, en función de la captura de la renta petrolera. Se trata, señaló Altamira, del último salvavidas del gobierno y de los partidos del régimen frente a una nueva crisis de fondo.
 
Lucha entre pulpos

En este marco, Altamira destacó que existe una lucha muy severa entre monopolios petroleros. Por un lado, Cristina, Kicillof y Galuccio quieren que YPF sea protagonista de este proceso de entrega, en asociación con Chevron, Petronas y otros. En función de ello, le han reducido a las provincias la participación impositiva en el negocio petrolero. Por otro lado, están los pulpos que rechazan a YPF como organizador o centralizador de las nuevas concesiones. Los que están en este grupo, probablemente encabezados por el presidente de Shell en Argentina, asocian ese rechazo al relevo de la camarilla kirchnerista. Chevron, en cambio, parece dispuesta a seguir con su asociación a YPF sin importarle la desorganización económica presente y las crisis políticas en puertas. Estamos, en definitiva, ante una disputa de buitres por el acaparamiento de la renta petrolera.

Quienes auspician este desarrollo petrolero en nombre de la "afluencia de inversiones", continuó explicando Altamira, ocultan que el verdadero financista de esta operación económica es el consumidor. Ya se ha producido un aumento de la nafta y del gas -o sea que todavía no hay shale gas, pero ya lo estamos pagando. Mientras tanto, el jefe de los petroleros "opositores", Aranguren, se declaró conforme con el actual precio de la nafta, siempre, claro, que no hubiera una devaluación. Pero lo que justamente está en marcha es una megadevaluación, lo que desatará, por parte de las petroleras, el inmediato reclamo de otro tarifazo.

Por otra parte, y como ya se comprobó con Chevron, los pulpos obtienen una renta con una inversión inicial pequeña, y los nuevos aportes son sólo una reinversión de las ganancias. Por lo tanto, la inversión neta, deducidas las utilidades, es muy baja.
Los acuerdos, además, son muy graves por sus consecuencias ambientales. El antecedente de ello es el propio contrato de indemnización a Repsol, que cerró todas las vías para un resarcimiento de los daños al medio ambiente.
 
Vaca Muerta y los buitres

El análisis de Altamira incluyó una reflexión sobre lo que ocurre con el shale gas en Estados Unidos. Allí, la industria usuaria de gas ha ejercido una gran presión para que no se exporte el shale. Como resultado de ello, este gas se vende en el país a precio de remate, reforzando la competencia de la industria norteamericana respecto de la europea. En ese cuadro, las empresas petroleras van a Ucrania o a la Argentina a explorar gas ‘exportable’. El bajo precio, por su parte, va a llevar a la quiebra a las empresas medianas que lideraron su exploración en los Estados Unidos, y a una concentración en manos de los grandes productores. En estas condiciones de derrumbe de precios, la competencia internacional de la nueva industria no convencional de Argentina se encuentran cuestionadas.
Cuando Kicillof dice que "lo central es Vaca Muerta", reconoce que toda la negociación que están llevando con los fondos especulativos está condicionada a los propósitos de la entrega petrolera. En oposición a esta política, Altamira reivindicó la necesidad de una explotación ligada a un plan de industrialización integral, a cuyo servicio deben estar los recursos energéticos que se extraigan. El punto de partida para una reapropiación social y nacional de la energía, concluyó Altamira, es la nacionalización integral del petróleo, bajo el control y gestión de los trabajadores.

Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1333/politicas/la-nueva-ley-de-hidrocarburos-no-debe-pasar

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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