La decisión de todos los bloques de la Legislatura -con excepción de la
izquierda-, de tratar una resolución de homenaje a Antonio Cafiero, dio
lugar a que expusiéramos un juicio histórico sobre el dirigente
peronista fallecido. No es lo que hicieron los bloques tradicionales,
para quienes la extinción de la vida opera como una absolución histórica
para el fallecido. La tumba opera como una suerte de reconciliación
política. La cobardía hipnótica ante la muerte, denuncia una cobardía
completamente conciente durante la vida. Esta suerte de 'pax' celestial
se acentúa en períodos de hipocresía democratizante, que convierte a
los enemigos en adversarios o incluso en “amigos que piensan diferente”.
Así pudo verse a ex Montoneros cerrar la boca, en la sesión, ante quien
integró el gobierno de los verdugos en los 70. O a hacer lo mismo a
legisladores con pergaminos de izquierda, que en el momento actual
peregrinan por otros ámbitos políticos o confesionales. Al tomar la
palabra, reivindicamos, en este escenario, la simple honestidad política
y la exigencia de que cada uno se comporte durante la vida del modo que
pretende ser recordado luego de ella.
El golpe clerical del 55
Arrancamos recordando que el vínculo de hierro que unió a Cafiero con
la Iglesia Católica, lo llevó a alejarse del gobierno peronista, en
1954, cuando comenzaba la ofensiva clerical para derrocar a Perón.
Cafiero renunció a su cargo de ministro y se distanció de Perón en las
vísperas del golpe de 1955. La ruptura con Perón no le evitó a Cafiero
ser perseguido y encarcelado por la "Libertadora", en especial cuando su
ala ultraclerical (Lonardi) fue reemplazada por una combinación de
católicos y masones (Aramburu-Rojas).
El gobierno de la tres A
En segundo lugar, recordamos el papel de Cafiero en el gabinete de
Isabelita (1975), cuando asumió la cartera económica para administrar y
continurar el "Rodrigazo”. Cafiero puso la firma también en los decretos
de "aniquilamiento de la subversión", junto a la de Luder, Ruckauf y
Robledo. Esos decretos sirvieron a la militarización y reforzamiento
represivo del gobierno peronista y funcionaron como una transición al
golpe militar. Cafiero ocupó una posición algo más que ambigua en dos de
los golpes más reaccionarios de la historia moderna.
El pacto carapintada
El hilo de nuestra intervención se trasladó al año 1987, en ocasión de
la rebelión de los carapintadas. La historia encuentra allí a Cafiero en
el balcón de la Rosada junto a Alfonsín (y a Alsogaray), como el
principal soporte del anuncio que "la casa estaba en orden", o sea, del
pacto de impunidad con los carapintadas.
El futuro es del socialismo
Al concluir, señalamos que esta semblanza política buscaba poner de
manifiesto la decadencia irremediable del peronismo y, de un modo más
general, de los partidos que históricamente gobernaron la Argentina en
función de los intereses capitalistas. Esta decadencia, señalamos,
refuerza nuestra lucha para desarrollar una alternativa política propia
de los trabajadores.
Reacción
Tampoco Bodart (Mst) acompañó el homenaje a Cafiero. Recordó al "punto
final y la obediencia debida" y pidió que la versión taquigráfica de su
discurso fuera inserta en el acta de la sesión. A partir de allí, la
mayor parte de los diputados que intervinieron dedicaron más tiempo a
atacar nuestro discurso que a reivindicar a Cafiero. Por ejemplo,
Dante Gullo señaló que "si algún día en esta Legislatura se homenajea a
Trotsky, yo permaneceré callado, escuchando con respeto a quienes lo
reivindiquen y callando mis divergencias". Mientras nosotros nos
encontremos en el parlamento, nos opondremos con fuerza a que Trotsky
sea homenajeado por sus enemigos de clase.
El PRO (Ritondo) recordó el compromiso de Cafiero en apuntalar 'las
instituciones' en diciembre del 2001, mientras que los radicales, por
supuesto, evocaron los "días difíciles de juzgar" (sic) de la Semana
Santa de 1987. La sabbatellista Cerrutti aludió a "lo complejo de todas
las trayectorias políticas", como si el arribismo pudiera equipararse
con las contradicciones que debe enfrentar la militancia real y
efectiva. Los partidos del régimen se sirvieron del homenaje al
fallecido para realizar una suerte de autoabsolución de su historia.
Pero querían que asistiéramos en silencio a esa escenificación política.
No lo hicimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario