Un gran paso al frente del movimiento obrero y la izquierda
Los más de 10.000 luchadores que se hicieron presentes en el Luna Park
son un dato sobresaliente para el movimiento obrero y la izquierda, y el
proceso político en su conjunto. Un estadio que, hasta ahora, estaba
reservado para los grandes partidos tradicionales, fue ocupado en su
totalidad por activistas de las principales concentraciones obreras y
del movimiento popular en general. Una parte sustancial de la jornada
consistió en un debate de seis horas de duración y de elevado nivel, en
varias comisiones. Es una expresión del alcance del ascenso de la
izquierda que se expresó en 2011-2013. Contrasta con el escepticismo del
conjunto de la izquierda acerca de la posibilidad de una movilización
política de la mayor parte de los activistas clasistas. El ascenso de la
izquierda en nuestro país se distingue de otros procesos políticos
encabezados por tendencias democratizantes fragmentarias, las que tienen
una fuerte tendencia al compromiso con el capital internacional.
El Luna Park repleto de luchadores también expresa que el agotamiento
de la experiencia "nacional y popular" adquiere un carácter superador.
Mientras delegados petroleros de Santa Cruz y trabajadores ex ypefianos
debatían en nuestro Congreso, los diarios daban a conocer que la ley
petrolera votada en Diputados por el kirchnerismo había sido dictada,
hasta en sus mínimos detalles, por el monopolio yanqui Chevron. Mientras
el oficialismo (y la burocracia sindical) se ‘fusiona’ con los
monopolios petroleros, la izquierda lo hace con los obreros petroleros.
El Luna Park ilustró una confrontación de orden estratégico.
El acuerdo con Chevron, los preparativos para un acuerdo con los
buitres en enero y la cristiana sepultura a la ley de medios, para
entregar el negocio audiovisual y de las comunicaciones a las
telefónicas, constituyen el contenido político del acuerdo del
kirchnerismo y los ‘barones del conurbano’ con la candidatura de Scioli.
La izquierda K va camino a comerse un nuevo sapo, para colmo con los
ojos bien abiertos. La confrontación consecuente con este nacionalismo
burgués, durante toda la experiencia K, se ha plasmado en el copamiento
del Luna por parte de los luchadores.
Otro adiós al “progresismo”
El Luna Park de la izquierda revolucionaria contrasta con la disolución
del llamado “progresismo” detrás de candidaturas patronales y de
derecha. En lo que concierne al Unen, su final ya está decretado:
termina loteado entre Massa y Macri. Estos desplazamientos agudizarán
aún más la crisis de la UCR. El centroizquierda de estos contubernios
carga con la responsabilidad del intento de armar un frente con agentes
directos del gran capital, a los que disimuló con frases de
transparencia, honestidad y república. Este progresismo terminará
reducido a posiciones testimoniales, justo cuando la izquierda
revolucionaria muestra las vías de un fuerte desarrollo.
Los compañeros presentes en el Congreso debatieron un balance de las
luchas libradas por el movimiento obrero y la necesidad de preparar,
mediante la agitación, la organización y la propaganda, un nuevo ciclo
de luchas para que la crisis la paguen los capitalistas y no los
trabajadores. Lo cual es una cuestión de poder. La orientación del
gobierno, de armar una nueva bicicleta financiera y conjurar la suba del
dólar con una política recesiva, impactará fuertemente en los salarios y
conducirá a mayores despidos y suspensiones. Pero las huelgas de los
docentes, de los trabajadores bancarios, la advertencia de paro de los
petroleros muestran una etapa de luchas que aún no ha tomado su
verdadero vuelo. Para ello, el Congreso votó un plan de acción, que
incluye el impulso al paro del 20 de noviembre y el impulso a luchas
claves del movimiento obrero, no solamente en el gran Buenos Aires sino
en la mayoría de las provincias. El Congreso votó una política para
expulsar a la burocracia sindical de los Pignanelli, Caló y Moyano, y
recuperar los sindicatos como instrumentos de combate y formación de la
clase obrera.
El frente único
Las caracterizaciones que guiaron las deliberaciones y las resoluciones
del Congreso partieron del hecho de que asistíamos a un régimen en
crisis, que explota la atomización de la clase obrera a través de sus
laderos de izquierda, pero por sobre todo de la burocracia sindical. La
vía para superar esta situación es la fusión de la izquierda con el
movimiento obrero, tarea a la que debe abocarse el conjunto del Frente
de Izquierda. De ahí la severidad de la crítica del Congreso al
faccionalismo y la reivindicación enérgica del método del frente único.
Desde la Liga de los Comunistas de Marx hasta la IV Internacional, la
política de frente único ha constituido la llave maestra del periodo de
transición.
Los miles y miles de compañeros que concurrieron al Luna Park se fueron
con la convicción de que asistíamos a una situación excepcional para la
izquierda revolucionaria y para el movimiento obrero combativo. Para
perseverar por este camino, el Congreso resolvió reconvocarse a
principios del año que viene, convocado por el conjunto de la izquierda
ligada a la lucha de clases de los trabajadores.
Hemos dado un gran paso político.
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