Brasil
El nuevo
gabinete recibió un apoyo generalizado del gran capital. Se prepara un
fuerte ajuste social y una devaluación. Los desafíos de la izquierda
clasista
El anuncio del nuevo gabinete económico por parte de Rousseff recibió
una calurosa bienvenida del gran capital. El futuro ministro de
Economía, Joaquín Levy, es un egresado de la Universidad de Chicago, que
supo ganarse el apodo de "manos de tijera" por su afán ajustador; la
nueva ministra de Agricultura ha sido llamada "miss deforestación",
debido a su conciencia forestal y su papel como dirigente de la
Confederación Nacional de Agricultura y del lobby sojero. Al frente del
ministerio de Industria y Comercio Exterior estará Armando Monteiro, que
en la reciente campaña electoral apoyó al neoliberal Neves, y que fuera
presidente de la Confederación Nacional de la Industria. En resumen:
los exponentes más granados del gran capital manejarán los hilos del
"gobierno de los trabajadores".
La Bolsa de San Pablo saludó la 'generosidad' de Rousseff con un alza
del 5%, y el nuevo gabinete recibió la aprobación del Financial Times,
The Economist, e inclusive de medios enfrentados al gobierno, como O
Estado de São Paulo. También la oposición apoya las designaciones.
Devaluación y ajuste
Levy, que es un hombre de Estado (fue funcionario de Cardoso y de
Lula), promete terminar 2015 con un superávit fiscal primario del 1,2%
del PBI, con el ajuste fiscal como llave maestra de su plan.
Apunta a garantizar los pagos de deuda pública y la confianza del
capital externo con un planteamiento de fuerte ajuste social: recortar
los planes sociales, atacar las jubilaciones y "eliminar derechos
laborales y bajar los salarios reales, especialmente el mínimo" (Clarín,
30/11). Como complemento, se aumentó la tasa de interés y se promete
una política monetaria antinflacionaria. En otra medida que pagarán los
trabajadores brasileños, se buscará mejorar la situación de la
industria, tolerando una devaluación del real que favorezca las
exportaciones.
Como todo esquema, deberá pasar la prueba de realidad. Más específicamente, de la resistencia obrera y de la crisis mundial.
"Petrolão"
El freno del escándalo del "Petrolão", el esquema de sobrefacturación
sideral de obras públicas que involucra a Petrobras, las grandes
contratistas y los partidos de la coalición oficial (y a la propia
Rousseff, que era entonces jefa del Consejo de Administración de la
petrolera), depende del éxito de este plan de ajuste. El escándalo pende
sobre las espaldas de la Presidenta y se acumulan nuevas denuncias: el
ejecutivo de una proveedora de Petrobras ha señalado que pagó coimas al
PT bajo la figura de donaciones oficiales con el propósito de asegurarse
la participación en la construcción de una refinería.
Al conocerse las detenciones de los directivos de las contratistas, el
ex presidente Cardoso (PSDB), en parte para cubrir los latrocinios de su
propio partido, declaró que "no es hora de mirar por el retrovisor.
Nada de revanchismo" (ídem, 15/11). Aunque Neves insinuó la
"ilegitimidad" del gobierno debido a la corrupción en una reciente
sesión del Senado -donde se debatieron cambios en el presupuesto-, se
trató de una expresión aislada. El gobernador de San Pablo (principal
estado del país), Gerardo Alckmin (también del PSDB), dio su apoyo
institucional al mostrarse junto a la Presidenta y declarar que "es
preciso que sean reconocidas las opciones legítimas de la población
brasileña" (ídem, 6/12) y resaltar su "espíritu republicano".
La llamada "izquierda del PT" acató la decisión presidencial. La
corriente Articulación de Izquierda se limitó a un pataleo, en un
documento donde criticó las "concesiones innecesarias al campo
conservador". Esta subordinación al ajuste, que anticipa los pasos de la
izquierda del Frente Amplio frente a Astori y de la izquierda K frente a
Scioli, abre un terreno de intervención para la izquierda clasista de
Brasil, la cual necesita superar la estrechez de los planteos
reivindicativos y formular una alternativa política al ajuste.
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