Cristina Kirchner ha presentado el viaje a China como parte de una "alianza estratégica". ( relaciones carnales bis )
Una semana antes, Galuccio, solitariamente, había suscripto en Pekín un
memorándum de entendimiento con Sinopec, una de las principales
petrolera chinas. Una réplica del pacto celebrado con Chevron que
incluye, además de Vaca Muerta, la entrega de los yacimientos
convencionales, la refinación y comercialización. La empresa china sería
beneficiaria del subsidio que los "nac & pop" otorgan a las
petroleras: un precio de 77 dólares el barril, contra el internacional
de 45 dólares. La 'estrategia' K con China no difiere de la que
desarrolla con los pulpos yanquis.
El Convenio marco de cooperación económica y de inversiones con
Beijing, sancionado en el Congreso, establece un plan de obras de
infraestructura de cinco años de duración: las adquisiciones argentinas
podrán efectuarse a través de adjudicaciones directas y sin pagar
aranceles, así como vuelve a autorizar la contratación de mano obra
china en condiciones de igualdad laboral con la argentina, tal como se
aplica en el reequipamiento del Belgrano Cargas.
Las empresas estatales chinas no incorporan, de un modo general,
producción local en este tipo de proyectos conjuntos. Se incumple el
régimen de "Compre Nacional" en la provisión de turbinas, generadores,
transformadores eléctricos, vagones ferroviarios y otros equipos. Un
reciente informe de la Cámara de Industriales de Proyectos e Ingeniería
de Bienes de Capital (Cipibic) revela que la participación de China en
las importaciones argentinas de esos equipos pasó de 2,6% del total en
2002 a casi 20% en 2013. Los capitalistas K, como Electroingeniería o
Eurnekian, se favorecen con estos arreglos que obligan a los chinos a
contratarlos como 'socios'.
Después de la masacre ferroviaria de Once, el esquema se repitió con
los nuevos trenes chinos, importados sin licitación, para renovar las
líneas suburbanas. Se pagaron al contado con fondos del Presupuesto
nacional. Todo esto eleva el déficit comercial con China, que en 2014
habría trepado a 6.300 millones de dólares.
Un gobierno acorralado
El arreglo con China es un acuerdo dictado por la emergencia la
necesidad de financiamiento externo. También tiene un límite: Maduro, el
presidente de Venezuela, no consiguió un dólar en su reciente gira por
China, porque la deuda llegó a un tope -50.000 millones de dólares- que
los chavistas no pueden devolver. Mientras deambulan por China, CFK y
Kicillof esperan un fallo británico, pedido por el ricachón Soros, para
que Argentina pueda pagar la deuda externa en Londres. El convenio con
los chinos contiene una cláusula que ofrece a China la posibilidad de
pedir el adelantamiento del pago de deuda si Argentina entra en defol en
los mercados internacionales.
En definitiva, los acuerdos con China ni siquiera disipan los
nubarrones del frente de tormenta que sigue abierto con los buitres y el
pago a los acreedores.
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