Edición Impresa #1360 | Por Gabriel Solano
El resultado de las elecciones provinciales realizadas hasta el momento
han profundizado las tendencias centrífugas de la situación política.
Ninguna de las coaliciones actuales puede declararse vencedora, porque
al triunfo en una elección le siguen derrotas en otras provincias. Por
eso han dejado planteada la necesidad de nuevos agrupamientos de cara a
las elecciones nacionales de agosto-octubre. La transición política
opera en un cuadro de crisis de fondo de los partidos tradicionales de
la clase capitalista.
Salta duró un suspiro
El exitismo del kirchnerismo por el triunfo obtenido en Salta duró una
semana. Rápidamente, fue tapado por dos derrotas en provincias que
representan una porción mayor del padrón electoral. En Santa Fe, el
peronismo quedó tercero y sin chances de pelear la gobernación y en
Mendoza, el candidato que se impuso en las Paso del Frente para la
Victoria fue casi duplicado por el de la megaalianza
radical-macrista-massista. Los difusores del “relato” en el oficialismo
se declararon satisfechos porque preveían quedar a una diferencia mayor
de las listas ganadoras, pero eso sólo habla de que enfrentaron las
elecciones en un cuadro de fuerte desmoralización.
Para la camarilla K la derrota es por partida doble. En Mendoza, el
candidato de La Cámpora, Guillermo Carmona, fue superado con holgura por
Adolfo Bermejo, que encabezó la lista armada por el desplazado operador
pejotista Juan Carlos Mazzón. En Santa Fe, Omar Perotti es un candidato
que proviene de la derecha del aparato justicialista. Incluso el
salteño Urtubey, el único triunfador en esta saga de elecciones
anticipadas, está muy lejos de alinearse con el camporismo, que pierde
por defol en todas las provincias. Se pone de manifiesto que la
camarilla kirchnerista es una minoría irrelevante, que será deglutida
por el aparato justicialista una vez que Cristina Kirchner abandone la
Casa Rosada.
Los resultados de este primer turno electoral han reforzado a Scioli en
la competencia interna del Frente para la Victoria. Diana Conti
defiende ahora al "compañero Scioli" con la misma pasión con que antes
defendía la supuesta "eternidad de Cristina". Kunkel ha seguido el mismo
camino. Incluso el Movimiento Evita, que se supone juega en el flanco
izquierdo del oficialismo, se acaba de reunir con Scioli y también con
Insaurralde, quien ha vuelto al rebaño oficial después de amenazar con
aliarse con Massa.
La ‘opo’ no festeja
Pero si el oficialismo ha sufrido más derrotas que triunfos, las
elecciones anticipadas tampoco han dejado satisfecha a la oposición. La
derrota salteña fue especialmente dura para Macri, porque no sólo perdió
con Urtubey sino que su delfín en la capital provincial perdió en la
interna con el candidato de Massa. En Santa Fe, Del Sel hizo la buena
elección que estaba prevista, pero en el resto de las categorías fue
superado con amplitud, mostrando que se trata de una construcción
unipersonal: o sea, una no-construcción. En Mendoza, el triunfo del
radical Alfredo Cornejo contó con el apoyo de Macri, quien sin embargo
no pudo viajar a la provincia a participar de los festejos. Los
radicales que perdieron en Gualeguaychú impusieron la condición de que
si Macri iba, también llevarían a Massa. Los radicales se dividen hasta
cuando ganan.
En sólo semanas se han producido desplazamientos interesantes. Si en
Gualeguaychú fue el sector de Sanz el que canalizó la presión de la
clase capitalista que quería un acuerdo con Macri, ahora es el sector
derrotado en la Convención partidaria el que aparece representando el
punto de vista de la burguesía opositora. Ocurre que con los primeros
resultados electorales sobre la mesa, ésta ha llegado a la conclusión de
que para ganarle al kirchnerismo-pejotismo se necesita un frente que
incluya a Massa. Por el momento, Macri y Massa rechazan esta
alternativa, pero la clase capitalista les recuerda que están ahí para
obedecer órdenes, no para dictarlas. Massa, a quien le reclaman que baje
su candidatura presidencial y se postule como gobernador a la provincia
de Buenos Aires, se defiende diciendo que, si hace eso, sus votos irán
más a Scioli que a Macri. Este, por su lado, argumenta que Massa le hará
perder votos porque es ‘lo viejo’. Estos argumentos, sin embargo,
desaparecerán si la presión de la burguesía opositora se redobla en pos
de un acuerdo general que incluya a Macri, Massa y la UCR. Bajo esta
variante querrán crear un escenario de polarización, que sin embargo
choca con la tendencia más general a la desintegración de los partidos
tradicionales.
La elección de Santa Fe ha sido un duro golpe al intento de rearmar a
las apuradas un frente centroizquierdista encabezado por Stolbizer. La
derrota del Frente Progresista en la provincia ha sido mayor al
esperado. La candidatura de Del Sel superó lo obtenido por las dos
listas del Frente Progresista. Las denuncias sobre las fuertes
irregularidades que se vieron en el escrutinio derribarán el único valor
positivo que aún le reconocía la población. Ya se sabía que no eran ni
"socialistas" ni "progresistas". Ahora también se sabe que hacen fraude.
Frente de Izquierda
Los resultados electorales muestran que el país ha ingresado
definitivamente en un ascenso de la izquierda. No importan aquí reflujos
parciales o momentáneos, que de ningún modo se pueden descartar. Pero
resultados como los obtenidos en Orán, El Bordó en la capital de Salta,
en Las Heras y Guaymallén en Mendoza, o en los municipios obreros del
cordón de San Lorenzo, en Santa Fe hablan de una tendencia de fondo que
está instalada en un sector de las masas explotadas de nuestro país.
Este ascenso de la izquierda es la expresión de un largo trabajo
preparatorio de diferenciación con el nacionalismo burgués, que ha
conducido a que una fracción masiva de trabajadores y de la juventud
defienda posiciones de independencia política ante los bloques
capitalistas mayoritarios. Este trabajo prolongado ofrece una línea de
resistencia incluso si prospera el operativo de polarización política
que está impulsando un sector de la clase capitalista.
Los resultados obtenidos por el PO y el Frente de Izquierda son
expresiones particulares de la batalla nacional por una salida obrera y
socialista a la bancarrota capitalista, y al agotamiento de la
experiencia nacional y popular del kirchnerismo. La necesidad de una
vigorosa campaña presidencial a partir del 1° de Mayo es la gran tarea
para desarrollar a fondo esta disputa contra los partidos capitalistas.
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