Votamos por el No, por una salida obrera y socialista
La crisis griega ha asumido abiertamente un carácter político, no ya
para Grecia, sino para el conjunto de la Unión Europea (UE). Los
términos del rescate financiero han pasado a segundo plano. Con
independencia de la fórmula sometida al voto, el referendo quema los
puentes: es un desafío político a la UE y al conjunto del sistema
político imperialista. El salto cualitativo de la crisis, sin embargo,
acentúa también la crisis de la dirección de las masas. El propósito del
gobierno de Grecia de mantener vivas las posibilidades de un compromiso
-tal como lo revelan los términos del No que se propone a votación-,
está superado por los acontecimientos. Para salvar un acuerdo con la UE,
Grecia tendrá que cambiar de gobierno -así se lo gritan los gobiernos
de la UE. Un gobierno que responda al movimiento de las masas deberá
romper con el imperialismo y tomar la dirección de una revolución
social.
El ministro Varoufakis es un estudioso de la teoría de los juegos, pero
difícilmente le sirva la ‘expertise’ en estas circunstancias, debido a
que carece de una caracterización histórica adecuada de los intereses de
clase en disputa. El voto a favor del No que impulsamos desde la
izquierda revolucionaria tiene que ver con una perspectiva de conjunto y
no se deja atrapar por los espejismos y las ilusiones en la democracia
formal. No estamos votando a favor del texto que propone el gobierno,
sino a favor de desarrollar la escisión con los Estados imperialistas de
Europa.
El referendo es una salida en falso que pergeñó Syriza, con sus aliados
de la derecha clerical, cuando comprobó que el pedido de aprobación de
los paquetes de la troika en el parlamento la llevaría a una división:
la izquierda de la Coalición Radical habría votado en contra, la derecha
a favor y, por afuera de la alianza oficialista, el acuerdo habría
contado con el apoyo de los partidos de la burguesía pro-ajuste. Syriza
no asumió la responsabilidad que le dio el mandato popular de rechazar
el ajuste, porque habría quebrado su alianza con la derecha clerical.
Arriesga, de este modo, la posibilidad de una victoria del Sí, bajo el
apremio del cierre de los bancos y la vacilación del gobierno, que sigue
intentando acuerdos con la troika después de convocado el referendo. Un
voto a favor del paquete en el parlamento habría llevado a una
coalición con los partidarios del ajuste (que así lo anunciaron) y a
nuevas elecciones. El riesgo de una fragmentación de Syriza era elevado.
El referendo funciona como un arbitraje entre las partidos en disputa y
perfila la posibilidad de un gobierno ‘supra partes’ muy débil.
Eufemismos
Las fuerzas en presencia tratan la situación como una crisis de deuda
pública, sin preguntarse qué ha llevado a esta crisis de deuda, que por
otra parte no es solamente patrimonio de Grecia. Las soluciones en la
balanza van desde el ajuste, que debería servir para atenuar el peso de
ella a largo plazo, o la reestructuración de esa deuda, que sin embargo
ya ha sido reestructurada hace sólo cuatro años, sin resultado. En los
nueve años de crisis, a partir de la insolvencia del banco
norteamericano Bear& Sterns, en julio de 2007 ("No es un martes
negro cualquiera"), esa deuda ha crecido en forma desproporcionada, esto
porque los Estados han asumido el rescate de la banca y el capital
privado. Es que la crisis de deuda no tiene que ver especialmente con
las finanzas públicas sino con el capital en su conjunto. A pesar de
todos los planes de ajuste que se han desplegado, el desendeudamiento
(deleveraging) del llamado sector privado apenas ha avanzado. El
endeudamiento internacional de numerosos países ha servido para que los
prestamistas pudieran enfrentar su crisis de sobreproducción por medio
de ventas altamente financiadas. Pero esos mismos prestamistas han
debido incrementar su deuda para poder prestar y para financiar su giro
en el mercado interno.
La inmensidad de la crisis de sobreproducción mundial la ejemplifican
un par de datos: la Reserva Federal es el principal acreedor del Tesoro
norteamericano (4,5 billones de dólares), en tanto los bancos de ese
país tienen depositados en la Reserva Federal unos 2,5 billones de
dólares, por incapacidad para encontrar oportunidades de inversión
productiva.
El principal promotor del endeudamiento europeo ha sido Alemania, que
por este motivo lleva la batuta del ajuste contra Grecia. No se trata
solamente del endeudamiento público; Alemania es el acreedor por
excelencia de la banca privada. Por eso, el empeño del BCE por rescatar a
los bancos griegos. Estos bancos usaron el financiamiento para
expandirse en los Balcanes. La prensa internacional ya está avisando
que, en caso de defol, el BCE incautaría las sucursales de la banca de
Grecia. El Fondo de Emergencia creado por la Comisión Europea para hacer
frente a eventuales bancarrotas se financia con los Tesoros nacionales,
pero también en el mercado internacional de deuda. Esto significa que
el ‘defol’ arrastraría a muchos jugadores, tanto públicos como privados.
Es necesario advertir que el Bundesbank tiene una abultada cartera de
créditos incobrables contra el Banco Central de Grecia, por los
préstamos otorgados a la industria alemana que exporta a Grecia
(operatoria "Target II"), que serían de unos 150 mil millones de euros.
Con esto a la vista hay ‘economistas’ que niegan el ‘contagio’ griego.
Es curioso que un país del tamaño de Grecia, como ocurriera antes con
Islandia, Irlanda y Chipre, manejaran deudas públicas y privadas muy
superiores a su capacidad de pago, y sus bancos volúmenes enormes de
financiamiento. La deuda griega, del 200% del PBI, es un ciento por
ciento superior a la de Argentina en 2001, y los pasivos bancarios han
llegado a tres veces y media por encima del argentino. Esos países casi
isleños funcionaban como plataformas de operaciones especulativas
internacionales, que luego se pretendió que pagaran solamente sus
ciudadanos. El impasse económico no podría ser mayor. La crisis griega
enfrenta un desenlace cuando un gigante, China, asiste al comienzo de un
derrumbe financiero como consecuencia de pirámides especulativas
gigantescas y una capacidad excedente enorme: la siderurgia china sola
podría abastecer el consumo mundial de acero.
Soluciones
Todos los observadores internacionales coinciden, sin excepción, que el
ajuste no resuelve la crisis de deuda de Grecia. El FMI propone una
quita importante, la segunda. Alemania se opone porque no quiere pagar
la cuenta: propone una reprogramación, lo cual prueba el peso de las
deudas europeas (Italia, Portugal, España, incluso Francia) en el
sistema bancario alemán. Todo esto se encuentra condicionado a un severo
ajuste, que, por un lado, saque a los bancos de la quiebra y, por otro,
devuelva a las finanzas públicas capacidad para financiar la economía.
En resumen, los planteos de reducción de deuda refuerzan las salidas
capitalistas de superexpotación y empobrecimiento. Ninguna de ellas
prevé una salida a la crisis mundial tomada en su conjunto.
La cuestión del salvamento de los bancos ha pasado a ser el eje de la
política de la troika. Un columnista importante del Financial Times, que
incluso apoya el No, porque interpreta que las propuestas de la troika
no llevan a ninguna parte, junto a una fuerte quita de la deuda griega,
plantea que el BCE se haga cargo de la banca griega -una incautación
neo-liberal- de modo de depurarla de la tenencia de activos del Tesoro
griego (incobrables); cortar con su actividad de financiar al Estado y
reconstruirla sobre nuevas bases. La condición de todo esto es siempre
la misma: un fuerte ajuste contra los trabajadores. Cualesquiera sean
los medios financieros puestos en práctica, se trata de aprovechar la
crisis para imponer una supremacía férrea del capital sobre el trabajo.
La Comisión Europea ha establecido un mecanismo de "resolución" de
crisis bancarias, que consiste precisamente en que pasen al control
supranacional del BCE; los bancos centrales nacionales y los bancos
nacionales perderían sus funciones... nacionales.
Estrategia
Gran parte del debate político sobre la crisis griega se encuentra
empantanado por lo que podríamos llamar el fetichismo del euro. Dentro
del euro todo, fuera del euro nada. Este enfoque ignora la naturaleza
capitalista de la crisis, por un lado, y su alcance internacional por el
otro. La ruptura de los eslabones débiles pone en jaque, en plazos
diferentes, a toda la cadena. La fortaleza financiera alemana (ahora su
talón de Aquiles), fue obtenida por una reducción brutal de los salarios
de los trabajadores de Alemania y un empeoramiento de sus condiciones
de vida y de trabajo. La situación social en Francia e Italia es muy
tensa; en España el ‘establishment’ político está sufriendo golpes
rudos. El descontento creciente deberá eclosionar, con ritmos propios,
en rebeliones populares.
Una ruptura con el imperialismo y el capital financiero plantea la
revolución social, esto con una perspectiva internacional y todas sus
transiciones necesarias. El rechazo a seguir pagando las deudas
capitalistas, la nacionalización de los bancos, el monopolio del
comercio exterior y una planificación colectiva, son el punto de partida
de cualquier salida popular. El retorno catastrófico al ‘dracma’, o a
cualquier otra moneda nacional, es un slogan extorsionador: la moneda
refleja los intereses y las perspectivas sociales del Estado que la
emite, así como todas las limitaciones (no solamente monetarias) de
cualquier socialismo en un solo país. Los mismos observadores
internacionales coinciden en poner un plazo fijo a la vigencia del euro,
al que ahora descubren como una creación artificial de Estados con
intereses rivales.
"Audace, audace et encorel'audace'
Es una frase memorable de Danton, el revolucionario francés de 1789/92;
audacia, audacia y más audacia. Grecia y otras naciones modernas han
sido llevadas a una "catástrofe humanitaria"; crecen los suicidios, el
hambre y las muertes prematuras. Es la hora de la salvación de los
pueblos, no del capital. Socialismo o Barbarie.
En 2012, los sectarios, en primer lugar el partido comunista de Grecia,
rechazaron la consigna de "gobierno de izquierda" cuando el pueblo
griego pegó un giro político enorme al romper con los partidos y
burocracias tradicionales. Hubiera significado un gobierno de Syriza y
otros partidos reformistas, que habría acelerado el proceso político en
Grecia. Ahora, muchos de esos sectarios (algunos cambiaron) y de nuevo
el partido comunista heleno, llaman a la abstención en el referendo,
cuyos términos autorizarían a Syriza y su aliado derechista-clerical en
el gobierno, a reanudar las negociaciones con la troika. ¿Pero cómo
desarrollar la experiencia del pueblo hasta el final sin impulsar la
movilización de masas contra el imperialismo que está creando el
referendo?
En nombre del gobierno de trabajadores y por la Unión Socialista de
Europa, desde el Atlántico a los Urales, adherimos al voto por el No.
No hay comentarios:
Publicar un comentario