Edición Impresa #1374 | Por Pablo Heller
Luego de denostar y declarar ilegal al "contado con liqui" (el mercado de compra-venta de títulos dolarizados mediante pesos), el gobierno K ha pasado a convertirse en el campeón de esta operatoria.
El "contado con liqui" sirve para fugar capitales y está reservado para grandes operadores.
El gobierno ha apelado a este recurso, de apuro, como uno de los
últimos que tenía en la gatera para contrarrestar la escalada del dólar.
Pero la tentativa oficial tiene un precio muy caro. Los bonos para
llevar adelante esta operatoria vienen siendo suministrados
mayoritariamente por el Estado. Lo novedoso es que, a diferencia del
pasado, esta vez, el principal proveedor no fue el BCRA sino la Anses.
Esta vendió a razón de 300 millones diarios. "El ente previsional, con
su Fondo de Garantía de Sustentabilidad aportado por los jubilados,
salió a vender alrededor de 300 millones de pesos de su cartera de
bonos en dólares (los Bonares 17 y 24) para provocar una caída en el
dólar liqui y así frenar al billete informal" (Infobae, 25/7).
Vaciamiento
Esto representa una fuerte pérdida para el organismo de los jubilados,
al obligar a malvender los títulos dolarizados. Estamos frente ante un
vaciamiento alevoso de sus recursos. En el pasado, la Anses sufrió una
descapitalización notoria cuando se la obligó a comprar deuda en
momentos en que los K venían pagando serialmente a los acreedores
privados y extranjeros. El "desendeudamiento" tuvo como contrapartida el
reendeudamiento con el BCRA, la Anses y otras dependencias del estado.
Ahora asistimos al proceso inverso, con la Anses vendiendo títulos en
lugar de comprar. Pero, en uno y otro caso, a expensas de su patrimonio.
A la Anses se la obliga a comprar títulos en pesos (Bonac) con lo cual,
a la primera de cambio, cuando se produzca una devaluación, los
jubilados serán uno de los principales perjudicados.
El hecho de que se haya apelado a la Anses es una confesión de la
virtual quiebra del BCRA. El BCRA tiene demasiados frentes que atender
simultáneamente y está obligado a endeudarse en forma creciente a punto
tal que la deuda sólo en Lebacs y Nobacs contraída con los bancos
comerciales, es equivalente al total de los depósitos de ahorristas en
el sistema bancario. Esto ha obligado al gobierno a sacar de la galera
nuevas fuentes de financiamiento de corto plazo en forma independiente
al BCRA. A eso obedece la aparición en escena de los Bonac.
Este mecanismo confiscatorio tiene limitaciones insalvables "Esta
estrategia para bajar el blue tiene patas cortas porque la Anses no
puede seguir rematando sus activos si la divisa sigue subiendo"
(Cronista, 24/7). De acuerdo con ciertas estimaciones que han
trascendido, el stock de bonos verdes en manos de la Anses llegaría a
unos 23.000 millones de pesos y el del BCRA apenas ascendería a 7.000
millones de pesos. Esto es lo que explica que, una vez más, los K hayan
echado mano a las reservas. En las últimas tres ruedas, el BCRA se
desprendió de 200 millones de dólares sin que pudiera evitar que el
dólar siguiera subiendo y superara la barrera de los 15 pesos.
Presión devaluatoria
Por otro lado, la suba de tasas de interés que dispuso el Banco Central
para hacer más atractivas las inversiones en pesos, no pasa de ser un
manotazo de ahogado. "Los que están en el mercado saben que con un bono o
un dólar en efectivo hacen en un día más ganancia que un plazo fijo en
un mes" (Infobae, 25/7). No va a servir para revertir la corrida al
dólar pero, al encarecer el crédito, va a alimentar aún más la recesión,
en momentos en que asistimos a 23 meses de caída consecutiva de la
industria, cifra record de la década K. El consumo sigue deprimido sin
repuntar pese a los recientes aumentos otorgados en las paritarias y el
plan 12 cuotas que viene alentando el gobierno. Este panorama se ve
potenciado por las luces de alarma que se han intensificado, en el marco
de la actual bancarrota capitalista: "El cimbronazo financiero que
sacude por estas horas a Brasil y China preocupó al gobierno que ya
evalúa el daño colateral que podrá acarrear para Argentina" (Clarín,
29/7).
Hay una presión devaluatoria de fondo. La hoja de ruta de la burguesía
apunta en esa dirección y pretende el levantamiento del cepo para poder
girar utilidades y poder importar lo que necesitan. La crisis económica y
social atraviesa de lleno la campaña electoral: la corrida y la crisis
cambiaria podrían acentuarse hasta octubre como resultado de este
escenario, así como también de las contradicciones del proceso político.
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