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jueves, 17 de septiembre de 2015

Acerca de la "industrialización de las ideas"

16 de septiembre de 2015 | #1381 | Por Eduardo Mileo 
 
El compañero Pablo Rieznik explica de manera amplia y admirable el alcance cultural de la industria como motor de desarrollo social. En ese sentido, la industria sería la estructura cultural más importante que ha creado el capitalismo. Pero es necesario definir a qué se llama "industria cultural". En esa definición se incluirían, a mi juicio, las industrias generadoras de contenidos ideológicos. Como discernir sobre la cultura en general es una ardua tarea, mi nota de Prensa Obrera trataba sobre la obra de arte y la "industria cultural", tema que es parte de mis intereses debido a mi actividad literaria. 
 
El párrafo que Pablo me dedica en su nota se basa en la descontextualización de una frase, lo que provoca su tergiversación. Como sólo se industrializan objetos, no ideas, decir que "sólo se industrializan ideas" es una metáfora. Y todas las metáforas necesitan ser explicadas. Porque ¿qué diferenciaría, si no, un libro de una lata de tomates? La diferencia es que dentro del libro hay ideas; dentro de la lata de tomates hay tomates. Es decir que la industria cultural sería la única capaz de "industrializar ideas" en sentido más estricto. 
 
En todo arte hay algo de artesanal, algo que convierte en única a la obra de arte: la película "El padrino", por ejemplo, es un objeto único, aunque de ella haya miles de copias en el mundo. Esta idea discute el famoso artículo de Walter Benjamin acerca de la desaparición del aura en la obra de arte con la posibilidad de su reproductibilidad técnica. Creo que eso sólo es cierto si hablamos del mercado del arte, pero no si se trata del carácter de la obra de arte. En este caso, creo que el aura no ha desaparecido, sino que se ha desplazado hacia el valor simbólico de la obra. (Quedaría por analizar lo que sucede con el aura y las nuevas tecnologías: con los nuevos celulares, cualquier persona puede realizar su video y difundirlo en las redes sociales, lo que significaría que el "artista" y el "espectador" se confunden y el aura de la obra dejaría de existir). 
 
En mi nota me refería a la industria en el terreno de las obras de arte y daba varios ejemplos acerca de lo que entiendo por "industrializar las ideas", que también es una metáfora: se trata de la intención de la industria cultural de regimentar esas ideas y de "serializarlas". La intención de uniformar los objetos artísticos en su estética e, incluso, en sus contenidos es una tendencia en ese sentido. Y es a esto a lo que llamo "industria cultural": a la industrialización de contenidos "en serie". Me refería a esta regimentación cuando dije que "la industrialización de las ideas conduce inexorablemente al fascismo", es decir, a la imposición del pensamiento dominante como paradigma social y a la censura de cualquier otro y por cualquier método. No olvidemos que esto no sólo sucede con el fascismo o las democracias burguesas, sino que también sucedió con el estalinismo y su realismo socialista. 
 
No es mi intención cuestionar la industria en general, sino este aspecto de una industria muy particular, que tiene la potestad de hacer llegar a las más amplias masas las ideas que la sociedad elabora como obras de arte. Mi crítica tenía el sentido de alertar sobre este problema.

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Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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