Los últimos días de campaña han sido instructivos.
A pesar de los esfuerzos de los Scioli y Macri por ocultarlo todo, la bancarrota nacional emerge con toda su intensidad.
El gobierno kirchnerista deja un Banco Central vaciado de reservas,
después de haberlas usado durante años para pagar una deuda usuraria.
Pero, para postergar una corrida, le ha fabricado a las grandes
cerealeras y bancos un negocio fabuloso: asegurarles “a futuro” un dólar
planchado, cuando esos mismos capitalistas -y los propios aspirantes a
presidente- prevén una devaluación del 50%.
El gobierno “anti corporaciones” ha blindado a las corporaciones con un
verdadero seguro de cambio que será pagado por los trabajadores
argentinos.
Los opositores, que denunciaron penalmente al gobierno, son los mismos
que preparan la segunda parte de este negociado, o sea, una
megadevaluación.
Del lado de Scioli, la llaman “corrección cambiaria”, pero su significado es el mismo.
¿Qué dirime, entonces, este balotaje? Cuál de las dos facciones en
pugna comandará el trabajo sucio de trasladarle la crisis a los
explotados.
A la luz de esta conclusión, el significado de nuestro voto en blanco
se agiganta: es un voto contra una salida a la crisis en manos del gran
capital y sus partidos.
Y por el desarrollo de una alternativa política propia de los trabajadores.
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