Entre los planes de Scioli, figura un generoso blanqueo de capitales.
El proyecto fue elaborado por Miguel Bein, ( el ex asesor de Machinea y del impuestazo de De la Rua ) uno de los principales
asesores económicos del ex motonauta. Pero, en paralelo, viene
trabajando en esa materia Ricardo Echegaray, titular de la Afip, que fue
confirmado para continuar en funciones en caso de que Scioli gane las
elecciones.
El plan consistiría en la emisión de un bono, pero con la novedad de
que el inversor adquiere el derecho a blanquear capitales por el
equivalente al monto invertido en ese título público. El Estado
extendería una constancia (estampilla) para dicho blanqueo. Ante el
temor de que una nueva emisión del título fracase -aunque se la
retribuya con elevadas tasas de interés, como ya ha ocurrido en la
última etapa- Scioli ha decidido curarse en salud y ha optado por
otorgarle este beneficio impositivo adicional a los inversores.
Pero la novedad más importante es que no obliga al inversor ni siquiera
a la repatriación efectiva del capital. El bono se puede comprar con
dinero que está fuera del país. "En el momento de la compra del bono, el
Banco Central registra el ingreso de los dólares, pero el sujeto
dispone de la opción de desprenderse del título en el mercado y hacerse
de las divisas correspondientes según el precio de mercado. Eso sí:
conserva la ‘estampilla’ para utilizarla cuando quiera" (Clarín, 22/10).
Bein se opone a una devaluación abrupta y defiende la vigencia de los
"controles de capitales". En otras palabras, la continuidad del cepo
hasta que el país logre revertir la escasez de dólares. En la búsqueda
de recomponer las maltrechas reservas del BCRA, una de las patas sería
el blanqueo que acompañaría el arreglo con los buitres. La otra
consistiría en la reducción de las retenciones. Pero, por primera vez,
en dicha rebaja se incluye a la soja. "Quince puntos de las retenciones a
la soja como guiño para que los productores liquiden 22 millones de
toneladas que tienen retenidas en los silo bolsas" (Euroblue, 22/10).
Esto implica bajar las retenciones del 35% actual al 20%. El Estado
dejaría de cobrar unos 70.000 millones de pesos que irían a las arcas de
ruralistas y exportadores. La menor recaudación por retenciones sería
compensada con un tarifazo a través de un aumento generalizado de los
servicios públicos. La política "gradualista" debutaría con un mazazo
contra el bolsillo de los trabajadores.
Esta catarata de concesiones anunciadas en vísperas de las elecciones
no ha sido suficiente, sin embargo, para seducir a las patronales del
campo y a la clase capitalista. El macrismo, por ejemplo, arrasó en los
distritos agrarios de la provincia de Buenos Aires, duplicando la
votación que cosechó el oficialismo. La presión devaluatoria de la
burguesía ha ido creciendo y se extiende, también, a sectores de la
clase media más acomodada que han desplazado sus ahorros a la divisa
norteamericana. El triunfo de Macri plantea la posibilidad de un desarme
completo de la economía regulada del kirchnerismo. Esto es lo que
explica la suba de la bolsa y la reacción favorable de los mercados
frente al resultado de los comicios.
El intervencionismo oficial está definitivamente superado para pilotear
una crisis económica que se agrava cada día que pasa. Frente al virtual
agotamiento de las reservas, el gobierno ha echado mano al recurso
desesperado de alentar el contrato de dólares a futuro para
contrarrestar las corrida a la divisa norteamericana. El BCRA está
vendiendo dólares a marzo del año que viene a 10 pesos cuando en el
mercado se negocian a 15. Se trata de un seguro de cambio a las grandes
empresas que son las que tienen acceso a este tipo de operatoria. A esto
se agrega la decisión que se acaba de conocer de restringir a la mitad
los ya menguados permisos de importación, con lo cual se pone en peligro
el crítico suministro de insumos y amenaza con llevar a la parálisis a
sectores enteros del aparato productivo.
Pero tampoco el macrismo tiene la vaca atada. La política de shock
-devaluación incluida- entrañará un golpe brutal al bolsillo popular,
sin que eso asegure la afluencia de dólares e inversiones al país en
momentos que se acentúa la crisis y la huida de capitales de los países
emergentes. En medio de este panorama incierto, el macrismo no descarta
-y tiene también en la gatera- la carta de un blanqueo incluso más
ambicioso que el oficialista. "La idea es que haya una tasa del 8% para
el dinero que se blanquee, pero que quede en el exterior y del 5% para
el que ingrese en el país. En particular, se le cobraría un 4% al que se
invierta en acciones y el 3% en inmuebles" (La Nación, 22/10).
Ni hablar que el blanqueo que fogonean ambos candidatos implica un
amplio manto de impunidad para la clase capitalista, comprometida con la
evasión fiscal, los contratos espurios con el Estado y el narcotráfico.
Un indulto, en definitiva, para los Lázaro Báez, tanto del campo
oficialista como del opositor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario