Con Lino Barañao, ministro de Ciencia y Tecnología de los K que
mantendrá su empleo con Macri, no sólo Monsanto y los laboratorios se
aseguraron la continuidad de sus intereses en ese ministerio.
Vale recordar que con Barañao se ejecutó uno de los zarpazos más
descarados de los gobiernos K contra el movimiento de derechos humanos:
el desguace del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y su traslado
del Hospital Durand al edificio del ministerio, en Palermo.
El BNDG es un preciado botín.
Fue creado en 1984 por la lucha de
Abuelas de Plaza de Mayo, encabezadas por "Chicha" Mariani. Desde
entonces fue un instituto público dedicado a identificar a los hijos
apropiados por la dictadura y también casos ocurridos en democracia, en
forma gratuita. Un centenar de nietos fueron identificados gracias al
BNDG.
En 2009, el kirchnerismo hizo aprobar en el Congreso un recorte de las
competencias del BNDG y su traspaso a la órbita del ministerio de
Ciencia. Su pretensión es convertir el BNDG en la plataforma para el
desarrollo de la "medicina genómica" (personalizada) en sociedad con el
capital privado. Para "coordinar" el traspaso Barañao nombró a Hernán
Dopazo, un lobbista de los grandes laboratorios. Recientemente fueron
designados, mediante de un "concurso hecho a medida", dos accionistas de
laboratorios genéticos privados.
Familiares, organismos de derechos humanos independientes como el
Colectivo Memoria Militante, Hijos La Plata y Apel, junto con Abuelas
históricas como "Chicha" y Elsa Pavón, denunciamos este operativo, que
aún sigue su trámite en la Justicia. El gobierno porteño de Macri, por
su parte, primero guardó silencio cómplice. Más tarde, bloqueó un
proyecto de declaración contra el traslado del BNDG presentado en la
Legislatura por Marcelo Ramal, del Partido Obrero en el Frente de
Izquierda. Luego, dejó correr el traslado ilegal de muestras y equipos.
Finalmente, ratificó a Barañao. Las conclusiones son evidentes.
Estela Carlotto y las Abuelas oficialistas apoyaron a Barañao. Con su
continuidad, Macri ratifica la orientación social de la ciencia pública
al mismo tiempo que explora un punto de apoyo entre los organismos de
derechos humanos que acompañaron su gestión.
No al desguace del Banco Nacional de Datos Genéticos. No al traspaso.
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