La ilusión del reencuentro entre “Chicha” Mariani y su nieta Clara
Anahí duró apenas veinticuatro horas. En la tarde de Navidad se informó a
través de un comunicado que un nuevo examen realizado en el Banco
Nacional de Datos Genéticos había descartado la filiación entre Chicha y
María Elena Wherli, la mujer de 39 años que había acercado el supuesto
resultado positivo de un laboratorio privado cordobés. Según constataron
Chicha y sus abogados, un primer análisis realizado en el BNDG en junio
había descartado el vínculo, pero Wherli no lo informó.
Posteriormente, en una conferencia de prensa, los colaboradores de
Chicha informaron que la noticia del supuesto reencuentro había sido
difundida prematuramente por Chicha y sus compañeras, llevadas por la
emoción acumulada en casi 40 años de búsqueda. Las personas que hicieron
el frustrado anuncio son luchadores de conducta intachable. Queda en
manos de la Justicia esclarecer cómo llegó el certificado trucho a manos
de Wherli y las responsabilidades tanto del laboratorio como de la
joven.
El caso confirma una vez más la autoridad excluyente del Banco Nacional
de Datos Genéticos en la materia. El BNDG, en cuya creación Chicha
Mariani jugó un rol central, se encuentra en estos momentos a cargo del
Ministerio de Ciencia que conduce el kírchnero-macrista Lino Barañao.
El BNDG fue creado por ley en 1987, como un organismo autónomo y
autárquico, con competencia para resolver todos los casos de filiación,
ocurridos bajo la dictadura o no.
Durante casi treinta años, su sede fue el servicio de inmunología del
Hospital Durand. En 2009, el kirchnerismo -con el apoyo de gran parte de
la centroizquierda- impulsó su traspaso al Ministerio de Ciencia y
limitó sus competencias a los casos anteriores al 10 de diciembre de
1983, excluyendo los casos de desapariciones en democracia -que suman
más de 200, según el relevamiento de los organismos de derechos humanos.
Los asesores del FpV para diseñar la nueva ley provinieron del riñón de
los grandes laboratorios. El primer coordinador a cargo del traspaso
fue Hernán Dopazo, un lobbista que anunció abiertamente la pretensión de
convertir al BNDG en una plataforma para la asociación con los
laboratorios privados en el desarrollo de la medicina genómica
(personalizada). El traslado fue consumado hace pocos meses con la
complicidad de Mauricio Macri y del gobierno porteño. Sus nuevos
directores, designados tras un concurso de antecedentes diseñado a
medida, son accionistas de laboratorios genéticos privados. El BNDG es
un botín muy preciado en manos de un ministerio que es una sucursal de
Monsanto. Chicha Mariani se opuso desde el principio al desguace
nac&pop. Junto a Mirta Baravalle, Elsa Pavón, Hijos La Plata,
Colectivo Memoria Militante y Apel, entre otros, compartimos la batalla
política y judicial para impedirlo.
La responsabilidad del Estado es indisimulable. Acompañamos a Chicha en
este duro momento redoblando la movilización por la restitución de
todos los chicos apropiados por los genocidas y la inmediata apertura de
los archivos de la dictadura y nuestro compromiso en defensa del Banco
Nacional de Datos Genéticos y del acceso universal al derecho a la
identidad.
Juicio y castigo a todos los culpables.
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