El Tribunal Superior Electoral acaba de confirmar el triunfo
irreversible del No a la reelección de Evo Morales -51,30 a 48,70, unos
135.000 votos. La elección complementaria en algunas mesas de Santa Cruz
no puede comprometer este resultado.
Lo que aparece como una leve diferencia oculta la profundidad de la
derrota política del nacionalismo “indígena”. Cuando el MAS tuvo que
explicar el resultado de las elecciones autonómicas de 2015, relativizó
la derrota porque éstas no habían puesto en juego el liderazgo de Evo
y, finalmente, las candidaturas que habían perdido habían sido
“impuestas” por las organizaciones sociales. Ahora, la votación era Evo
Sí o Evo No, es decir fue derrotada la cabeza del poder político. En
aquellas elecciones el MAS perdió en ocho de las diez concentraciones
urbanas más importantes de Bolivia, ahora perdió en 33 y el “aluvión” de
votos agrarios no podía llegar nunca porque la crisis ha llegado al
campo: luego de la institucionalización del latifundio la producción de
alimentos ha caído en todos los rubros, menos la soja. La importación o
el contrabandeo es creciente, la migración a las ciudades es cada día
mayor y la desertificación cubre gran parte de las áreas antes
productivas.
El mapa de la derrota de Evo es elocuente porque es una ruta precisa de
la propia crisis del gobierno. Perdió una enorme cantidad de votos en
El Alto, el centro del levantamiento popular de 2003, donde ya había
perdido en las autonómicas y atribuido la derrota a la corrupción no
investigada frente al vaciamiento delictivo del Fondo Indígena. Una
patota del ex alcalde del MAS, chivo emisario que es hoy el único preso,
atacó la Alcaldía y produjo la muerte de seis funcionarios a horas del
referendo, advirtiendo a la población sobre la impunidad de ese
vaciamiento y la disgregación del propio MAS. Perdió en Potosí, centro
de la rebelión popular de julio de 2015, que defendió durante veinte
días un pliego de 26 demandas, que planteaba reclamos concretos de
fuentes de trabajo, industrialización e infraestructura, frente a la
descarga de la crisis sobre los departamentos. Perdió en Cochabamba,
centro de la huelga universitaria de cuatro meses contra el nombramiento
a dedo del gobierno y las camarillas docentes (y que dejó en estado
grave al estudiante Jhon Copaga, fruto de una represión impune).
Burocracia e izquierda
La derrota del presidente “indígena” plantea una crisis en la COB y en
un conjunto de Federaciones y Departamentales que llegaron al punto más
alto de estatización del movimiento obrero en décadas. La burocracia de
la COB, la Federación de Trabajadores Mineros, los Fabriles, acompañaron
como un solo hombre el planteo por la reelección de Evo Morales. Como
un ejemplo desgarrador, los mineros de Huanuni, donaron un día de jornal
al “hermano presidente” para colaborar con la victoria del Sí. En
función de la defensa del gobierno esta burocracia convalidó la política
de ajuste en todos sus capítulos: la entrega del salario mínimo -que
zanjó en 1.656 contra un reclamo (devaluado) de 2.000, que no cubre
siquiera la mitad de la canasta familiar; la precariedad laboral, que
roza el 60% (Cedla), el avance de la desocupación. Hizo silencio frente a
la rebelión de Potosí y fue y es cómplice del vaciamiento de la minería
estatizada, a la que se le exige sostenerse en función de sus propios
ingresos. Dio la espalda a las huelgas del período y hasta a la
movilización de algunas departamentales (Cochabamba) contra el impuesto
al salario en lo que Evo emula CFK y al PRO.
Una parte del voto al No ha sido indisimulablemente de la clase obrera
-la abstención ha sido marginal. Nuestros compañeros de Agenda
Revolucionaria habían advertido “la tendencia que ha ido evolucionando
en las masas hacia la oposición de la reelección de Evo”2. El POR cambió
al No su histórica abstención de décadas, un viraje que ya se había
producido en oportunidad de las elecciones autonómicas. La única
corriente de la izquierda que abogó por el voto nulo o blanco -que en
esta elección equivalía al abstencionismo político fue la LOR CI, que,
además, ha repudiado el No y vuelto a plantear la exhumación del PT
prohijado por la burocracia de la COB. El verdadero contenido de este
abstencionismo es el indulto al nacionalismo y el rescate de una
burocracia que llevó al movimiento obrero detrás de ese nacionalismo.
1. Cimbronazo electoral en Bolivia, PO N˚ 1.358, abril 2015.
2. No a la reelección de Evo Morales, PO N° 1.399, febrero 2016.
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