El primer
episodio de la campaña de elecciones primarias ha dejado en evidencia
que Estados Unidos no es, de ningún modo, ajeno a las tendencias
políticas que se han venido desarrollando en todo el mundo a partir de
la crisis mundial de 2007. Todo lo contrario. Entre otras cosas, ha
demostrado el error de los pronósticos apresurados que negaban
derivaciones políticas al ‘movimiento de indignados’ que se hizo conocer
como Ocuppy Wall Street.
Republicanos
Con relación a las primarias del Partido Republicano, los observadores
han destacado la dimensión y la violencia de su división interna, y la
emergencia de candidatos que no responden al aparato que controla el
partido. En este marco irrumpió Donald Trump, un magnate fascistizante
que parecía barrer en la encuestas de opinión. Trump propició un choque
con Wall Street con dos propuestas impositivas que afectan los intereses
de la banca y los fondos que operan en las bolsas. Trump describe, en
su campaña, un cuadro de descomposición social y política, y de
retroceso internacional de Estados Unidos que no es cuestionado por sus
contrincantes. Una suerte de Berlusconi a la americana, Trump entendía
que sus descalificaciones y groserías de tribuna congeniaban con la
mentalidad del ‘americano medio’, cuando en realidad apela a la cloaca
social. Este Trump no encontró, sin embargo, ese eco que se le atribuía
en las asambleas republicanas de Iowa del martes pasado, y menos en las
primarias que tendrán lugar el martes que viene en New Hampshire. La
victoria del candidato Ted Cruz, un evangelista, se limitó al 28% de los
sufragios, por eso los analistas otorgan gran posibilidad al tercero,
Marco Rubio, con un 23% de los votos, que obtendría en el futuro los
votos de los candidatos que se ubicaron abajo -casi un 30 por ciento.
Los medios caracterizan todo esto como un retroceso de la derecha en el
campo del electorado derechista. Vale aclarar que, con un padrón de dos
millones de electores, en las primarias de Iowa de los dos partidos
participaron 200 mil personas. Iowa, el centro granero de Estados Unidos
y el mundo, ha sido comparado con la región sojera de Pergamino.
La novedad más importante se registró en el otro lado de la mesa, el
demócrata, donde el candidato Bernie Sanders empató la votación de la
muy hablada Hillary Clinton. Ocurre que Sanders, un senador de larga
data, ha ocupado un lugar marginal en el escenario político de Estados
Unidos. Es desde siempre un izquierdista liberal que se ha enfrentado
retóricamente a las grandes corporaciones y ha defendido las
reivindicaciones sociales y laborales. En su larga trayectoria (tiene 74
años) no ha construido una tendencia política, ni adentro ni afuera del
Partido Demócrata. Por eso, su ascenso electoral es considerado
explosivo: las encuestas lo dan ganador por amplia diferencia en las
primarias del próximo martes. Ha ganado un terreno que lo convierte en
desafiante muy serio para Clinton, incluso en quien sería nominado
candidato a presidente. Los sondeos le atribuyen un apoyo mayúsculo
entre los menores de treinta años (85%). Una encuesta que sondea la
inclinación ideológica de sus votantes advierte que un porcentaje
parecido se considera a sí mismo “socialista” (en oposición a
capitalista). No cabe dudas que la crisis mundial es capaz de “mover
montañas”. La prensa norteamericana abunda por estos días en datos
acerca de la caída del salario real y el incremento del trabajo parcial y
la flexibilidad laboral, para explicar lo que ocurre en política. Lo
referente a salud, educación y vivienda es catastrófico cuando el
gobierno pone sus mejores esfuerzos en el ajuste fiscal y en el
dispendio de dinero para los bancos y operadores de bolsa. Un 35/40% de
la población recibe asistencia alimentaria. En los últimos meses se
desarrollaron conflictos importantes en la industria automotriz.
Programa
El programa de Sanders se concentra en los mismos temas que sus
similares en otros país como Podemos (España), Bloco de Esquerda
(Portugal), Corbyn (Gran Bretaña) y antes Syriza. Un salario mínimo de
15 dólares la hora, cobertura universal de salud pública, cese de los
aranceles universitarios y renegociación de su inmensa deuda (más del
billón de dólares), freno al desalojo de viviendas. Un punto especial es
el planteo de desmantelar a los grandes bancos, cuya quiebra presenta,
oficialmente, un riesgo sistémico, una suerte de obligación a que vayan a
la quiebra. Este planteo apuntala la pretensión de desmantelar a la
casta política y económica que domina el país a su servicio. Aunque para
el ‘establishment’ de Estados Unidos esto suena a comunismo, se
encuentra bastante lejos de lo que hizo F. D. Roosevelt entre 1934 y
1938. Sanders no cuestiona las numerosas guerras que promueve el
imperialismo yanqui, dice que deben servir a la defensa de la democracia
del pueblo, no a las corporaciones. Sanders pretende realizar este
programa por medio del Partido Demócrata y sus bancadas de diputados y
senadores.
Izquierda
Como es de imaginar, la llamada izquierda radical está dividida entre
quienes llaman a apoyar a Sanders y quienes no, por las razones
antagónicas que siempre se esgrime en estos casos. No se ve un debate
acerca de por qué la izquierda no previó este giro ni preparó el terreno
de su intervención por medio de un programa. No fue apreciado el
carácter revolucionario de la crisis mundial tomada en su conjunto, con
independencia de la desigualdad de ritmo o de lugar geográfico. La
llamada izquierda radical no debe abogar por el voto a Sanders, un
candidato capitalista de un partido de la burguesía imperialista. Debe,
sin embargo, evitar la abstención en la campaña electoral y atacar
resueltamente a los candidatos republicanos y a Clinton. A partir de
aquí, debe delimitar sus posiciones de las de Sanders, mediante la
exposición de un programa transitorio y debe clarificar su delimitación
estratégica y metodológica de la campaña de Sanders. La consigna de
conjunto es la necesidad de un partido independiente de los dos partidos
de la burguesía imperialista, que no puede ser otro que un partido de
trabajadores, un partido obrero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario