Nuestra batalla política en el Congreso
El publicitado contrapunto entre Kicillof y Prat Gay fue de utilería.
Bien mirado, disputaron la titularidad de la política de colonización
por parte del capital financiero, que culmina con el pacto buitre.
Kicillof agradeció la presencia del ministro y se mostró comprensivo
con el gobierno, porque le toca negociar “con el capital más voraz del
planeta”. Luego retrucó a la acusación de Prat Gay de que el gobierno
anterior dejó acumular intereses. Dijo que los tiempos los marcaron los
buitres, que se negaron a aceptar la oferta que sí le aceptaron al
gobierno de Macri.
La confesión es indicativa de que en el fallo Griesa y su resolución,
ahora bendecida por el reingreso del FMI y la visita de Obama, había una
orientación compartida por toda la burguesía, ante el agotamiento de la
experiencia kirchnerista. Esa política la suscribía -y hubiera sido
llevada adelante también- por Scioli. Prat Gay le echó en cara a
Kicillof la aceptación de la deuda por juicios en los tribunales del
Ciadi y la escandalosa indemnización a Repsol, sin decir que contaron en
su momento con el beneplácito del macrismo.
El otro debate que plantearon ambos es cuál de los arreglos fue más
ruinoso, si el de los buitres o el de los canjes de deuda de la
administración K. Prat Gay reconoció que los buitres ganan 13 ó 15 veces
lo que invirtieron, no ocultó que se trata del capital más tres veces
en intereses, incluso que eso es mucho más (369%) que lo que ganaron
quienes se acogieron al arreglo del segundo canje de 2005. Pero le
retrucó a Kicillof que si los buitres hubieran entrado en el canje II
obtenían lo que arrancaron ahora, contando los jugosos cupones PBI y el
lucro cesante promedio de cualquier inversión financiera durante estos
11 años.
Uno y otro tuvieron razón: fueron dos negociados fabulosos contra el
pueblo argentino, el de los K y el de ahora. Como reconoció Pichetto
“hicimos mucho para salir del default, ahora tenemos que apoyar el
capítulo final”.
Luego, resultaron absurdas las promesas de Prat Gay de que así
evitaremos un ajuste, teniendo en cuenta las devaluaciones, los 70 mil
despidos estatales y privados, una inflación proyectada del 45% en
cuatro meses, los tarifazos del 600%, la caída de salarios y
jubilaciones, el decretazo perpetuando ganancias y una transferencia
hacia los exportadores, petroleras y mineras de miles de millones de
dólares, más una tasa de interés al 37% que agrava la recesión. Van a
fondo en el ajuste que CFK y Kicillof no pudieron llevar hasta el final.
Kicillof le criticó a Prat Gay que emitirá pesos contra los dólares que
entrarán. Prat Gay le contestó que compensarán esa emisión absorbiendo
pesos “no utilizados” en el gasto público, o sea, avanzando en el
ajuste.
El Partido Obrero criticó al ministro y al gobierno Macri por el
trámite express cuyos tiempo marcó Griesa, y a todas las fuerzas
políticas que votarán un acuerdo que pagará el pueblo trabajador.
Denunciamos la unidad macrista kirchnerista en el relato del supuesto
“desendeudamiento” cuando Argentina debe 250 mil millones de dólares, lo
que ya representa el 50% del PBI. Con las nuevas hipotecas en marcha,
esa proporción trepará rápidamente a 2/3, llevando al país al rumbo de
la cesación de pagos. Marcamos que pagar deuda con más deuda delata una
bancarrota nacional.
Señalamos que vuelven a aceptar la jurisdicción extranjera para los
fallos de deuda. En suma, denunciamos la naturaleza colonial del acuerdo
y el desfalco a la nación que es todo el mecanismo de la deuda.
Macri denunció el pago de 694 mil millones de dólares en impuestos en
la década K. Pues bien, marcamos que 200 mil millones se fueron al pago
serial de Cristina, que hoy debemos más y que marchamos a un oneroso
rescate.
Señalamos que, con la intermediación de la banca Morgan, la ex
empleadora del ministro de Economía, el acuerdo es una réplica del de
Repsol, garantizando un monto en efectivo con la emisión de bonos que
fuera necesaria. Para eso pidieron un cheque en blanco al Congreso, que
les permita emitir bonos hasta alcanzar el monto máximo de la sentencia
total.
El porvenir venturoso del reendeudamiento que pintó Prat Gay, que
votarán los “progresistas” de Stolbitzer, Binner y Donda, el PJ de los
gobernadores, el massismo, la burocracia sindical y buena parte del FpV
(la que importa), signa la entrada de Argentina a la crisis mundial. Por
eso, el ajuste que servirá de garantía a esta nueva hipoteca será
monitoreado nacionalmente y en cada provincia por el FMI, lo que costará
sudor y lágrimas a los argentinos.
CFK dio cuenta del default K, cuando dijo que “si Macri arregla con los
buitres dura doce años”. Pero mucho antes de ello, Macri y los
gobernadores del PJ deberán vérselas con el movimiento obrero. Así lo
demostraron el paro nacional de ATE el 24, los trabajadores de Santa
Cruz y los docentes de Santiago del Estero. La grieta nacional no es
entre macristas y kirchneristas, sino entre ajustadores y ajustados. El
Partido Obrero y el Frente de Izquierda serán la expresión política de
estos últimos.
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