En el discurso de apertura, Macri no hizo la menor referencia a la
hipoteca que pesa sobre el país derivada de los contratos de dólar
futuro llevada adelante en el tramo final del mandato de Cristina. La
omisión es tanto más sugestiva en momentos en que el juez Bonadío acaba
de llamar a indagatoria a la ex presidente por dicha operatoria.
El costo de estas operaciones podría llegar a ser la mitad de lo que se
calcula que habrá que pagar a los fondos buitre beneficiados por el
fallo del juez Griesa. El país deberá cargar con las pérdidas del BCRA
como consecuencia de los compromisos que firmó de venta de dólar futuro
(entre enero y junio), a 10,40 pesos, especialmente con bancos y
cerealeras. Ahora, el Banco deberá pagar a los beneficiarios la
diferencia con la cotización actual de la divisa -unos cinco pesos-, lo
que podría llegar a la friolera de 100.000 millones de pesos, teniendo
en cuenta que los compromisos involucran unos 20.000 millones de
dólares.
Los funcionarios kirchneristas se justifican diciendo que una victoria
de Scioli no hubiera llevado a la devaluación y por consiguiente se
hubiesen evitado esas pérdidas. Pero no aclaran por qué no se dejó de
realizar esa operatoria con el dólar futuro apenas se conoció el resultado que ponía a Macri al borde de una victoria, en especial por el triunfo de María Eugenia Vidal.
Vanoli procuró minimizar la pérdida asegurando que el Banco Central
había ganado 200 mil millones de pesos gracias a la misma devaluación
macrista. Se refería a la valorización que esa devaluación había
provocado en los activos del Banco Central -reservas y títulos públicos.
Pero esta valorización sólo vale como ganancia contable. “La pérdida en
el mercado de futuros es, por el contrario, efectiva: el Banco deberá
emitir 100 mil millones de pesos para cancelar los contratos. Por otro
lado, la valorización de los títulos públicos en la cartera del mismo
banco determina una pérdida para el Tesoro. Esta cifra, además,
representa la tercera parte de la deuda del Banco Central y, por otro
lado, de la base monetaria, luego deberá absorber ese dinero mediante
bonos -los cuales rinden alrededor del 35% anual” (“Milagro Sala es una
monjita”, extraído del Facebook de Jorge Altamira).
La responsabilidad de los K está a la vista, pero el macrismo no queda a
salvo. El gobierno actual dice que procedió a efectuar una quita,
reteniéndole un 35 por ciento en concepto de impuesto a las ganancias, a
los beneficiarios de esa operatoria. Pero lo que no dice es que
quedaron exceptuados de la misma quienes operan en el Mercado abierto
electrónico (MAE) donde se realizaron las principales transacciones y en
las que operan los bancos. Las instituciones bancarias, precisamente,
acaban de anunciar ganancias récord en el año 2015 y parte de esas
utilidades se originaron en esta operatoria espuria y, de un modo
general, en sus operaciones con letras y títulos públicos de la deuda.
El carácter fraudulento de la operatoria es tan desvergonzado que el
nuevo presidente del Banco Central insinuó al asumir sus funciones que
habría que anular esos contratos. La sola insinuación de esa
posibilidad, puso el grito en el cielo de operadores financieros y, en
primer lugar, de los bancos.
Estos últimos denunciaron que el desconocimiento de los contratos
equivalía a un defol en momentos en que el país apuntaba a un arreglo
con los fondos buitre para salir de ese estado. Los bancos, incluso,
amenazaron con soltarle la mano al gobierno y dejar en suspenso el
crédito puente y el ingreso de divisas que estaban tramitando en vistas a
apuntalar las reservas del BCRA. Sturzenegger metió rápidamente violín
en bolsa, lo cual no puede sorprender pues el actual presidente del
Banco Central, así como Prat Gay, ya cargan con otro desfalco,
comprometidos en otro megacanje en la época de Cavallo, tan turbio como
el actual, y en la fuga de divisas que culminó con el corralito.
El pago de los contratos de dólar futuro y el arreglo con los buitres
son dos caras de la misma moneda. Son expresión de la sumisión nacional a
los dictados del capital financiero, que moldea el régimen político a
la medida de sus intereses. A los 15.000 millones de dólares que
asciende el arreglo con los holdouts, hay que sumarle los 6.000 que
representa este segundo fraude. Resumiendo, en lugar de uno, tenemos…
dos pactos buitres.
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