Cuando la sede del gobierno argentino termina de trasladarse a
Washington y Nueva York, y el Poder Ejecutivo ajusta su política a la
que se le dicta desde el despacho del juez Thomas Griesa, resulta lógico
que el giro espectacular que se le ha dado al caso Nisman encuentre su
centro en Antonio Stiuso (alias “Jaime” o “Stiller”), un hombre que se
jacta de tener oficina propia en el edificio central de la CIA, en
Langley.
Aún así, o precisamente por eso, la espectacularidad esconde el vacío:
todo es un montaje, una puesta en escena para aumentar el aislamiento de
la camarilla kirchnerista y apretar el cerco contra ella. La causa
Nisman, en manos de la Justicia federal, no se resolverá porque
ninguno de los supuestos investigadores está dispuesto a abrir los
archivos de las cuevas de espionaje -en primer lugar la Side, o SI-,
donde se entretejen crímenes y conspiraciones contra el pueblo. Por el
contrario, el regreso en triunfo de “Stiller” indica que el nuevo
gobierno ha reanudado los pactos del anterior con viejos servicios,
herederos de la dictadura militar (se debe recordar que, en su momento,
fue Néstor Kirchner el que puso a Stiuso a trabajar en la causa Amia
junto con Nisman). También esta arista del asunto tiene una lógica de
hierro: si se abren esos archivos, van presos hasta los investigadores.
La nueva coreografía comenzó cuando el fiscal general de la Cámara del
Crimen, Ricardo Sáenz, consideró que Nisman fue asesinado y, en
consecuencia, la causa debía pasar al fuero federal. El dictamen del
fiscal tiene una lógica técnica contundente: de las pericias hechas en
el país y en el extranjero se desprende que la pistola Bersa Thunder.22
de la que salió la bala que mató a Nisman produce al dispararse una
fuerte emanación de gases de pólvora, pero la mano de la víctima no
tiene rastro alguno; por lo tanto, Nisman no disparó. Y si no disparó,
diría el maestro Perogrullo, es obvio que le disparó otro. Es decir, fue
asesinado. Pero Sáenz va más allá y sostiene que la causa del homicidio
fue la denuncia de Nisman por el memorando con Irán. Es una suposición
puramente política, al gusto del gobierno y de la embajada israelí.
Sáenz, uno de los impulsores de la marcha del 18 de febrero del año
pasado por Nisman, o el juez Claudio Bonadío -citó a la ex Presidenta,
como se sabe, por el caso del fraude con la venta de dólares a futuro-
ya no están solos. Ahora también Ariel Lijo aprieta el acelerador en el
caso Hotesur. En otras palabras: se extiende el corrimiento del Poder
Judicial hacia las tibiezas del nuevo poder político. Pero volvamos a Nisman.
Las “garantías” de Stiuso
Apenas producido el dictamen de Sáenz se supo del regreso de Stiuso,
quien dijo que ahora tiene “garantías” dadas por el nuevo gobierno. En
otras palabras: Macri lo trajo, lo cual indica cuál será su política en
materia de espionaje. El Proyecto X, producto de la desconfianza de
Cristina Kirchner en una Side desintegrada, se revierte ahora a sus
orígenes. La cueva tétrica de 25 de Mayo y Rivadavia vuelve a conocer
días de esplendor.
Terminado el largo testimonio de Stiuso (17 horas) la jueza Fabiana
Palmaghini, que persistentemente había negado la teoría del asesinato y
se empeñó en negar el traspaso de la causa a un juzgado federal, como
pedían las querellas, se declaró incompetente. Palmaghini aceptó sin más
la tesis de Stiuso: a Nisman lo mataron y el crimen fue encubierto por
CFK, Carlos Zannini y Aníbal Fernández, e involucró también a Cristóbal
López. La jueza, ahora sí, se apartó del caso y lo trasladó, de súbito,
al fuero federal. Además, denunció penalmente a la fiscal Viviana Fein,
cosa que le permitirá al macrismo volver a la carga contra la jefa de
los fiscales, la kirchnerista Alejandra Gils Carbó. Todo a pedir de boca
del gobierno.
Ahora apeló el probable asesino Lagomarsino pero seguramente la propia jueza le va a negar la apelación o sino en la cámara se la devuelven para que vaya al fuero federal o sea una maniobra de corto alcance buscando salvar su pellejo al verse cada vez mas complicado en la causa
Este caso hiede por cualquiera de sus costados. Stiuso y Nisman, por
instrucciones de Néstor Kirchner, fueron en su momento los encargados de
pergeñar la teoría de inculpamiento de Irán en el atentado a la Amia,
al punto que se desechó cualquier otra línea de investigación. Como
alguna vez admitió el propio Nisman, las fuentes de información que
usaron para ese propósito fueron los informes que les suministraban la
CIA, el FBI, el Mosad israelí e incluso las centrales de espionaje
británica y alemana. Cuando se firmó el memorando con Irán, todo ese
armado se resquebrajó. Desde entonces, la interna de la Side y de las
fuerzas de seguridad se transformó en un intercambio brutal de
“carpetazos” y hasta de plomo caliente, como se vio en el asesinato de
Pedro Viale, “el Lauchón”, mano derecha de Stiuso en la Side y
colaborador directo de un antiguo conocido de Macri: el proxeneta Raúl
Martins, dueño de varios cabarulos de prostitución y drogas en la
Argentina y en América central. (Según la hija de Martins, Lorena, su
padre es un fuerte aportante a las campañas de Macri).
Que se abran los archivos de la Side y de todos los servicios de
inteligencia, que se disuelvan de inmediato esas cuevas de conspiradores
contra el pueblo. Es, sin duda, un aspecto importante del sentido que
deberá tener este 24 de Marzo.
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