El otro acuerdo buitre
#Prensa Obrera 1403 | Por Pablo Heller
Los resultados negativos de YPF, sin lugar a dudas, aceleraron el alejamiento de Galuccio. La petrolera experimentó una caída en el 50% de sus ganancias en el último ejercicio. Las expectativas que despertaba la explotación no convencional se han derrumbado junto a los precios internacionales del crudo. La gota que rebalsó el vaso es la revelación del gigantesco endeudamiento de la petrolera, que pasó de 2.000 a 7.000 millones de dólares.
Detrás de la renuncia de Galuccio, sin embargo, hay otras razones de
fondo. Asistimos a la tentativa de una reconfiguración general de la
actividad petrolera. En el “modelo de negocios” urdido por el presidente
saliente, el capital privado debía asociarse con YPF. El convenio con
Chevron era el ejemplo a imitar.
Viraje
El nuevo esquema de explotación que se está barajando permitiría, en
cambio, que las corporaciones privadas hagan sus inversiones en forma
independiente, prescindiendo de la petrolera como intermediario o socio.
Es el puntapié inicial para el desembarco de otros grandes pulpos, que
aspiran a adueñarse de los recursos petroleros a precios de remate. Como
lo señaló el propio presidente para América Latina y Africa de Chevron
Corp “hay que incentivar la exploración y desarrollo, especialmente
cuando los precios internacionales están bajos” (Wall Street Journal
para La Nación, 10/3).
En la misma dirección, la consultora First Corporate Finance Advisors
destaca que las fusiones y adquisiciones de empresas en el mercado local
de petróleo y gas aumentarán a partir de las “señales positivas a los
inversores internacionales” emitidas por el gobierno nacional, que
“buscan la apertura de la economía local al mercado mundial” (Ambito,
15/3). El informe destaca que se busca aprovechar que las valuaciones de
las empresas argentinas se encuentran entre 40 y 60% por debajo de sus
pares regionales e internacionales.
En esta reconfiguración, no sólo está en juego el reparto de los
hidrocarburos convencionales y no convencionales sino también los
jugosos contratos de obra pública y de insumos asociadas a la
explotación petrolera. Es lo que viene ocurriendo en Brasil en el que el
“Petrolão” (escándalo por coimas en torno de Petrobras) se ha llevado
puesto a las constructoras que orbitaban alrededor de la petrolera
estatal. Dilma acaba de pactar con la oposición el desguace de
Petrobras, autorizando la explotación en forma directa de los
estratégicos recursos de la plataforma submarina presal por parte de los
grandes pulpos petroleros. Esto nos da una pista de lo que se viene en
nuestros pagos, y que se inscribe en una tendencia continental. La
crisis mundial y el derrumbe de los gobiernos nacionalistas y
centroizquierdistas de America latina han avivado las disputas por el
reparto del botín.
Las provincias estarían interesadas en este giro pues tienen la
expectativa, sacando del medio a YPF, de poder recuperar al menos
parcialmente su autonomía para negociar convenios con las petroleras y
sacar una mayor tajada en concepto de regalías. Estaríamos ante una
suerte de retorno de la denominada “ley corta”, que rigió antes de la
“reestatización” (reprivatización) de YPF.
Lo que se viene
Pero el asunto no se agota allí. Una de las cuestiones centrales es la
de los subsidios. “La industria de los hidrocarburos opera dentro de una
burbuja subvencionada por el gobierno… En Argentina, el barril de
petróleo cuesta más del doble que en Estados Unidos, y el precio del gas
natural es hasta casi cuatro veces más caro” (WSJ, 10/3). El gobierno
de Macri confirmó esta política, que representa una erogación de 5.000
millones de dólares -casi la mitad de lo que se deberá abonar a los
buitres por el fallo Griesa.
Una franja de petroleras, en especial aquellas ya instaladas en el
país, viene ejerciendo una gran presión para que continúen los
subsidios. Este sector es partidario de desembarazarse de la
intermediación de YPF pero sin perder el auxilio estatal. Aranguren , en
cambio, estaría fogoneando un mayor volantazo, “enfriando” los planes
de autoabastecimiento y alentando las importaciones. Esto implicaría un
recorte de los subsidios. Algunos analistas asocian los planes de
Aranguren a su ex empleador Shell. Es que la compañía, que se dedica en
Argentina sólo a la refinación, estaría forzada a comprar el crudo al
doble de su valor. Pero, el problema tiene mayor alcance. Lo que plantea
Aranguren es dejar actuar al “mercado”, lo que llevaría a la
sobrevivencia de los pulpos con mayor espalda financiera. Es lo que
viene ocurriendo en Estados Unidos, donde la actual crisis del petróleo
ha dado paso a un proceso de concentración.
La era post Galuccio augura una gran pelea por el botín, en la que
están involucrados la nación y las provincias. Pero los capitalistas que
pelean por el reparto del negocio coinciden en la necesidad de atacar
las condiciones laborales. Los directivos de YPF indicaron que
continuará con su plan de reducción de costos laborales y suspensiones.
La compañía, por lo pronto, mantiene inactivos a 2.000 trabajadores.
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