Por Gabriel Martínez
“Obama viene
por la misma razón que [François] Hollande o [Matteo] Renzi: hace 19
años no venían los presidentes de estos países. No había una agenda de
nuestro gobierno de vincularnos con el mundo. Ahora la hay”, celebró el
jefe de Gabinete, Marcos Peña, en el programa televisivo Animales
Sueltos. En la interpretación del gobierno, la visita de estos
personajes es la prueba de una Argentina fortalecida, que se ha
reinsertado en el mundo
Sin embargo, la visita de Obama se produce por los motivos contrarios.
El máximo exponente del imperialismo viene a apuntalar al gobierno de
Macri en un momento de precariedad política, cuando aún está lejos de
poder desarrollar el brutal plan de ajuste económico que tiene
formulado.
En términos más estrictos, uno de los puntos principales de la visita
de Obama consiste en dar un espaldarazo al leonino acuerdo con los
fondos buitres y al pacto de Griesa, Macri y el Congreso. Obama no
quiere que se caiga un acuerdo que implica ganancias astronómicas para
el capital financiero y que constituye la piedra basal de la
administración macrista. Esto se completará con una “promoción” del
Acuerdo Transpacífico.
Pero también se encuentra en la agenda una mayor injerencia del
imperialismo en las cuestiones de seguridad. La ministra de Seguridad,
Patricia Bullrich, viajó a Estados Unidos, donde se entrevistó con
integrantes de la DEA y el FBI. Según la ministra, “va a haber
cooperación en la frontera, en inteligencia criminal y en el armado de
equipos comunes” (Clarín, 28/2). Bullrich se trajo de Estados Unidos el
modelo de los “centros de fusión”, creados en Estados Unidos luego de
los atentados de 2001, y que propulsa un trabajo conjunto de las
agencias de seguridad. “También se está negociando con la Cancillería la
realización de operaciones de paz conjuntas”, según La Nación (4/3).
Para hacer más digerible su injerencia en los asuntos argentinos, Obama
buscará tergiversar la responsabilidad imperialista en el
encumbramiento de la dictadura genocida de Videla. Negocia una reunión
con Estela de Carlotto e incluso una visita a la Esma. Eso ya lo logró
Hollande, la máxima autoridad del país responsable de las torturas en
Argelia que se exportaron luego a Latinoamérica.
Situación regional
En un plano regional, Obama reconoce con su visita la política de
ataques del macrismo contra Venezuela, que incluyeron la amenaza de
aplicación de la Carta Democrática. Argentina constituye una atractiva
pieza para los Estados Unidos en el nuevo tablero latinoamericano,
signado por la profunda crisis y caída de los gobiernos “progresistas”.
La visita apunta también a colocar al país, decididamente, bajo su
bloque. Un analista político ha advertido que “así como Obama
aprovechará el paso por Buenos Aires para centrarse (por referencia a la
visita previa a Raúl Castro), Macri lo utilizará para moverse hacia la
izquierda. Conversará con su visitante sobre la relevancia de Cuba en el
ajedrez de América del Sur. En especial en el acuerdo de paz de
Colombia” (ídem, 22/2). Macri pretende disipar los temores que lo ubican
como un “uribista” y se pliega a la línea predominantemente negociadora
del imperialismo.
Repudio
Obama llegará a la Argentina en medio de la enésima promesa del cierre
de la prisión de Guantánamo, donde centenares de personas permanecen en
un limbo judicial y bajo la tortura. El imperialismo tiene prisiones
secretas en Europa y en Asia. Sigue promoviendo golpes de estado en el
mundo y en su propio país actúa como verdugo de la población negra, de
la población latina y precariza a las masas obreras. Actualmente,
Estados Unidos bombardea a la población civil siria y sostiene su
presencia militar en Afganistán y otras decenas de países.
Organicemos el repudio a la presencia del máximo representante de la reacción en toda la línea.
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