ADÓNDE VA CUBA
Desde Cuba
hasta Argentina, pasando por Venezuela, Brasil, Ecuador, Uruguay, se
desarrolla en América Latina una crisis económica y política, que en
muchos casos no tiene precedentes. Este es el marco en que se debe
discutir el destino social y político de la Revolución Cubana.
Nota publicada en https://www.facebook.com/jorge.altamira.ok/posts/540799656100900:0
Pocas cosas clarifican mejor la llegada de Obama a Cuba que el apoyo que recibió ayer nada menos que de parte de Donald Trump en una entrevista de la CNN. Casi a la defensiva, el magnate de verbo fascistoide protestó
contra el reclamo por parte de Cuba de un resarcimiento de centenares
de miles de millones de dólares debido los perjuicios ocasionados por
seis décadas de bloqueo económico y militar. Trump ya
ha puesto el ojo, como es obvio, en los desarrollos hoteleros e
inmobiliarios que ofrece el turismo en Cuba y el levantamiento de las
restricciones al uso del dólar por parte del gobierno norteamericano.
Pero la adhesión va más allá de los negocios propios de este hombre,
porque, como lo destaca ayer The Wall Street Journal,
la preocupación del capital estadounidense es la penetración económica
de China, cuyo comercio con la Isla ha crecido alrededor del 60% en los
últimos nueve meses.
Carácter estratégico
El
ritmo que ha impreso a los acontecimientos esta rivalidad, no debe
oscurecer el carácter de conjunto del acercamiento EE.UU-Cuba. Es un
proceso que tiene más de dos décadas, incluso antes. Ha habido varios
acuerdos para regular los problemas inmigratorios y la cuestión del
terrorismo – incluso cuando Cuba figuraba en una lista de naciones
terroristas de Estados Unidos. La colaboración entre ambos estados
adquirió un carácter estratégico con la negociación entre el gobierno de
Colombia y las Farc, que tienen lugar precisamente en La Habana. Una de las primeras definiciones del gobierno ‘uribista’ de Argentina, por medio de la canciller Malcorra,
fue apoyar esas negociaciones, como antes lo había hecho el Papa – un
mediador de la normalización diplomática entre ambos estados. A esa
misma mesa negociadora fue llevada Venezuela, que enseguida ‘normalizó
las relaciones con el gobierno colombiano de Santos. La cuarentena
contra Cuba se había convertido en el último obstáculo para el
desarrollo de un nuevo tipo de intervención política del imperialismo
yanqui en América Latina. La ‘pax cubana’
ha permitido a la administración Obama explotar a su favor los golpes
‘parlamentarios’ en Honduras y Paraguay, y, ahora, el derrumbe de los
gobiernos bolivarianos. La ‘distensión’ política-diplomática sirvió a la
mayor eficacia de la intervención norteamericana en América Latina.
Después del conocimiento de la ‘pinchadura’ de telefónica e informática
de Petrobras, revelada por Wikileaks, es claro que la operación Lava Jato que se va a llevar puesta a Dilma Rousseff fue
instrumentada desde Estados Unidos – uno de cuyos objetivos es el
desmantelamiento relativo de Petrobras, como lo viene haciendo el
gobierno en funciones, y la privatización integral del negocio petrolero
en Brasil, como ya lo está discutiendo el Senado de ese país.
La
tendencia a la reintegración de Cuba al sistema político
latinoamericano es de larga data y bien anterior a la disolución de la
Unión Soviética. La movida que comenzó con el apoyo al gobierno chileno
de Allende y al de Perón, fue interrumpida por el ciclo de golpes
militares. En lugar del frente guerrillero internacional, que fue la
OLAS, en 1989 surgió el Foro de San Pablo, que en 1993 adoptó el
programa de la “economía de mercado”. En el seno del Foro comenzaron las
primeras “negociaciones de paz” en Colombia. En 1994 se debatió incluso
una política de acuerdos con el gobierno de Clinton. Esta estrategia
integracionista se manifestó, por sobre todo, en ocasión de la
Revolución Sandinista, cuya dirección fue presionada a no seguir el
rumbo de la Revolución Cubana. Luego se expresó en los diversos
“acuerdos de paz” que pusieron fin a las guerras civiles en El Salvador y
Guatemala. Las fechas de estos acontecimientos coinciden con el llamado
“periodo especial”, cuando Cuba quedó asfixiada económicamente con la
ruptura comercial de parte de la Rusia restauracionista.
A mediados de los años 90, el ejército de Cuba habría tenido reuniones
mensuales con sus contrapartes estadounidenses en la base naval de
Estados Unidos en Guantánamo.
En
todo este período, la economía cubana pasó a depender del turismo y del
capital extranjero -europeo– vinculado al turismo. Fue la expresión de
un gran retroceso de las fuerzas productivas. El intento de convertir a
Cuba en una plaza fuerte del capital europeo, adelantándose al
norteamericano, no prosperó por el veto impuesto por Estados Unidos, por
un lado, y por las restricciones que imponía la estatización económica
en Cuba. De la mano de Lula, Brasil hizo una fuerte incursión económica,
en especial a favor de su pupila Odebrecht. En algún momento se pretendió, como Brasil, que Cuba fuera exportadora de etanol a partir de la explotación azucarera.
Clases en presencia
La política de
desarrollar un mercado capitalista en un marco dominado por empresas
estatales y un monopolio del comercio exterior, cobró un fuerte impulso a
partir de tres medidas: la cesantía de centenares de miles de
trabajadores, que han quedado como fuerza de trabajo disponible para
emprendimientos capitalistas; la privatización del pequeño comercio, que
pasa a absorber una parte del excedente económico estatal; y el
establecimiento de una “zona económica especial” en el puerto de Mariel –
que funciona como un experimento de probeta del capitalismo. Es casi un
‘replay’ de la ‘vía China’, a la cual le falta aún el ingreso masivo de
capital extranjero. No es la primera vez que la autarquía económica
lleva a un impasse fenomenal de las fuerzas productivas, ni se limita a
los casos de China, Vietnam y la ex URSS, donde esa misma autarquía y
las acciones planificadoras habían impulsado antes un ascenso de las
fuerzas de producción. La cuestión es, además de la oportunidad y de las
condiciones concretas en que tiene lugar, cuál es la dirección política
que busca un reintegro en la economía mundial y cuáles son los
intereses de clase de esta dirección.
La
dirección política de esta reintegración es, obviamente, la burocracia
de Cuba –no los obreros o los campesinos. Pero la burocracia es, casi
por definición, un complejo contradictorio, sometida a la presión de las
clases en conflicto, incluso cuando da la impresión de gozar una
elevada autonomía de acción. La presión del imperialismo tiene un
objetivo bien claro: el desmantelamiento de la economía estatal y la
liberación de su fuerza de trabajo para el capital. Dentro de este campo
actúa la burguesía que tiene vínculos sociales y familiares que reside
en Estados Unidos. Una parte de esta burguesía opera a la sombra del
gran capital, pero otra parte pretende usufructuar una asociación
especial con la burocracia del estado en las principales empresas. Los
dirigentes de estas empresas han sido enviados a las escuelas de
negocios internacionales por parte del gobierno y en especial por Raúl
Castro. Las fuerzas armadas tienen el control principal de la economía
estatal. El proletariado, finalmente, carece de una posición
independiente pero aspira a mantener sus derechos sociales, aunque una
parte de los trabajadores procura emigrar al cuentapropismo.
"La isla ha pasado de tener un modelo totalmente estatal a tener hasta
40% de sus 11 millones de habitantes ganando dinero a través del sector
privado”, según la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos,
un centro de estudios.
Como acaba de
observar un ex canciller de México, la fuerza de trabajo de Cuba tiene
un alto nivel de educación, lo que no quiere decir que sea “calificada”,
o sea que reúna las condiciones de disciplina y flexibilidad que exige
una explotación capitalista. El desenlace de este antagonismo de clase
se encuentra abierto. Lo mismo que el choque comercial con China o
incluso Europa – donde el Club de Paris ha propuesto un Programa de
Conversón de Deuda, que permitiría al capital europeo canjear u$s14 mil
millones de deuda externa de Cuba por inversiones en la Isla, o sea sin
poner efectivo o créditos nuevos, o incluso adquirir activos en empresas
estatales. Lo que es claro, de cualquier modo, es que una restauración
completa, digamos, del gran capital, pondría fin a la independencia
política de Cuba. Obama puso este punto en la agenda cuando repitió,
durante su estancia en la Isla, que “respetaba” la independencia cubana.
Así como América Latina ha fracasado en desarrollar una burguesía
nacional independiente del capital financiero internacional, tampoco un
bloque entre la burguesía ‘nacional’ de Miami y la burocracia
pro-capitalista de Cuba serán capaces de mantener la independencia
nacional. Después de todo, esa burguesía pro alianza con la burocracia,
no solamente cultiva amigos en el seno de ésta – ella misma existe
solamente por sus vínculos con el capital norteamericano. El conflicto
que ha marcado 150 años de historia cubana vuelve a la superficie.
El bloqueo sigue
EEUU,
hay que advertirlo, no ha levantado el bloqueo económico; se vale de
él, al contrario, para forzar a Cuba a una fuerte apertura al capital
extranjero y a terminar con el monopolio del comercio exterior. También
hay que advertir que el contexto internacional actual no es el que
prevalecía cuando se disolvió la URSS y cuando el gobierno de Clinton-Rubin-Summers convirtió
a Rusia en un protectorado financiero de EEUU. En Rusia, el derrumbe
económico y social, y en China, el ascenso, han derivado en
contradicciones y confrontaciones intensas con EEUU y Japón, y
secundariamente con Europa; incluso militares –en el mar de China y en
Ucrania. La crisis mundial ha atizado estas contradicciones. No menos
importante, se desarrollan movilizaciones obreras y huelgas masivas, en
especial en China, nada menos que por el derrumbe de una parte del
proceso de industrialización habilitado por la restauración capitalista.
Los círculos dirigentes de Cuba están atentos a estos desarrollos
potencialmente revolucionarios– como los mismos norteamericanos. Después
de todo, en el mismo momento en que se menta un peligro para la
independencia de Cuba, el derrumbe de Puerto Rico, la hermana del
Caribe, ha provocado la irrupción de la consigna de la independencia
nacional portorriqueña. La cesación de pagos de Puerto Rico ha dejado al
desnudo que el capital continental monopoliza todos los ingresos
principales de esta Isla.
Desde Cuba hasta
Argentina, pasando por Venezuela, Brasil, Ecuador, Uruguay, se
desarrolla en América Latina una crisis económica y política, que en
muchos casos no tiene precedentes. Este es el marco en que se debe
discutir el destino social y político de la Revolución Cubana.
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