Lo que Cristina dijo (y no dijo) en Comodoro Py
En el país de los tarifazos, los despidos masivos y la entrega a los
fondos buitre, la reaparición pública de Cristina Kirchner fue
esencialmente un acto en defensa personal, después de ser indagada
judicialmente por las operaciones con el dólar futuro. La ex presidenta,
sin embargo, no le dedicó una palabra a este negociado de los últimos
meses de su gobierno, que aseguró a un puñado de bancos y monopolios
cerealeros el reconocimiento de un dólar a sólo diez pesos para marzo o
abril de este año, a sabiendas de que tanto Scioli como Macri pergeñaban
una devaluación. De este modo, los K premiaron con un beneficio de unos
80.000 millones de pesos a quienes en aquel momento fugaban sus divisas
o retenían la cosecha. El macrismo, que convalidó este desfalco,
debería estar sentado en el banquillo a igual título que el gobierno K.
La omisión del “dólar futuro” no ha sido una casualidad, porque retrata
a la actual transición política: la factura de la quiebra nacional, que
es el resultado de una expoliación de los recursos públicos en
beneficio de los capitalistas (eso fue el kirchnerismo), quiere ser
trasladada ahora a trabajadores, jubilados y consumidores (en esto
consiste el macrismo).
En su discurso, Cristina Kirchner aseguró que los Macri siempre
vivieron del Estado, al cual, sin embargo, “atacan”. La ex presidenta no
le reprocha al titular de los Panamá Papers su condición de ‘patria
contratista’, sino su viraje al ‘antiestatismo’. La queja de la ex
presidenta vale para el conjunto de la burguesía argentina, que se
benefició de las estatizaciones de deuda y otros rescates a costa del
presupuesto público bajo la década “nacional y popular”. Macri, Caputo y
Calcaterra, en este punto, están sentados en el mismo bondi que
Cristóbal López, Lázaro Báez o Ezquenazi. Cristina Kirchner se alegró de
la aparición de la ruta del dinero M, pero sin poder agregar una
palabra en su descargo -o sea, de la ruta del dinero K. Detrás de la
supuesta “grieta” entre kirchnerismo y macrismo, que el acto de Comodoro
Py buscó recrear, asoma un mismo saqueo -el de la clase capitalista que
fugó 400.000 millones de dólares y que hoy se proclama acreedora del
país.
Frente Ciudadano
Esto explica porqué, en el largo y verborrágico discurso que pretendió
ser un “balance de estos 120 días”, Cristina Kirchner no le dedicó una
palabra al arreglo con los fondos buitre, precisamente, la piedra
fundacional del actual régimen. El ajuste brutal que está en curso es la
garantía para la operación de reendeudamiento y rescate financiero que
tramita el gobierno. Invocar a los tarifazos y despidos, como hizo
Cristina, en el cuadro de esa omisión, es pura demagogia. El silencio de
CFK nos refiere al discurso de Máximo K en la sesión de diputados que
votó el pacto buitre, y donde pidió “suerte” y “comprensión” para los
negociadores argentinos con el juez Griesa. El discurso de Cristina
podría ser aplaudido por Pichetto, Alperovich o cualquiera de los
senadores que votó la ley Griesa. Por añadidura, CFK reivindicó su
pertenencia “al Partido Justicialista”. La ex presidenta se rodeó de “La
Cámpora” y “Unidos Y Organizados”, pero no sacó los pies del plato. El
discurso se inscribió plenamente en la ‘normalización’ del PJ bajo el
alero de Barrick Gioja, Insfrán, Scioli y todos los gobernadores
“nacionales y populares” que hoy ejecutan el ajuste en sus provincias.
CFK llamó a servirse del Congreso para “corregir lo que deba ser
corregido”; esto es, una línea de apaciguamiento (y a la vez compromiso
parlamentario) con el ajuste.
En este cuadro, el Frente Ciudadano que propugnó CFK podría ser un
mensaje dirigido al vasto frente patronal que sostiene a Cambiemos, pero
que podría crujir bajo las contradicciones explosivas que plantea la
crisis económica y la recolonización exigida por el capital financiero.
Pero del lado de los explotados, las contradicciones del pretendido
“Frente Ciudadano” son insuperables. ¿Lo integrará Alicia Kirchner,
represora y ajustadora de los trabajadores santacruceños? En la noche
anterior a la comparecencia a Comodoro Py, otra kirchnerista, la
gobernadora Bertone, tercerizaba la represión a los estatales fueguinos
apelando a la patota del sindicato de Camioneros. Es el recurso que se
cobró la vida de Mariano Ferreyra, cuando la burocracia aseguraba la
tercerización y los contratos precarios que usufructuaba la asociación
ilícita de los Kirchner, Jaime, Pedraza y Cirigliano.
Cristina pidió un frente en base a preguntarnos “cómo estamos hoy”.
Pero omitió decir que el macrismo reunió votos de trabajadores que en
aquel momento también se preguntaban “cómo estamos” (con los K). La
precarización laboral, la carestía, la confiscación del impuesto al
salario y la incipiente recesión -o sea, la tentativa kirchnerista de
emprender ella misma el viraje al ajuste y al capital internacional- es
lo que abrió el camino a la victoria del macrismo.
Construyamos otra polarización
Cristina Kirchner buscó presentar al cerco judicial en su contra como
parte de una ofensiva continental contra “gobiernos nacionales y
populares”.
Pero, como en Brasil, la “trenza político-judicial-mediática” que ella
denuncia se ha servido de las monumentales evidencias que dan cuenta de
una camarilla de negocios -no de una transformación social. Más allá del
intento de autodefensa judicial, hay que tomar nota de los objetivos
políticos de este 13A. Estamos ante una tentativa tardía y degradada de
recauchutar al “movimiento nacional”; o sea, a la subordinación de la
clase obrera al nacionalismo burgués -ello, en nombre de la oposición al
macrismo.
El kirchnerismo quiere explotar el incipiente descontento popular que
tiene lugar en el marco de los despidos, de la recesión o los
tarifazos.
Para la oposición obrera y popular al macrismo, que ya se está
desplegando en el marco del ajuste, sería sencillamente criminal
confundir los actos de autodefensa de una camarilla desprestigiada con
la lucha contra el ajuste. Es necesario que desarrollemos otra “grieta”,
otra polarización política: la que separa a los trabajadores de los
ajustadores capitalistas y sus partidos, que han consentido un nuevo
hipotecamiento del país en beneficio del capital financiero. En su
reaparición pública, Cristina Kirchner no se salió de ese consenso
reaccionario. Desarrollemos a los trabajadores y a la izquierda como
alternativa política.
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