El lunes 9, el Movimiento Evita desarrolló su cuarto “encuentro
nacional contra la violencia institucional”. En los años anteriores,
estos encuentros eran encabezados por los funcionarios de Cristina, es
decir por los mismos responsables de la violencia institucional que se
decía querer combatir. Con toda razón la izquierda y los sectores
combativos denunciaban la impostura que estaba detrás de estos eventos.
En esta oportunidad, y ya con el kirchnerismo fuera del gobierno, la
novedad consistió en la decisión de los organizadores de invitar a la
izquierda. Los motivos de ello se pueden deducir: tratar de presentar al
kirchnerismo como la cabeza de un frente progresista contra el
macrismo, que incluya a la izquierda como fuerza subordinada.
Para
concretar este propósito, el kirchnerismo seleccionó en la izquierda a
la fuerza política que le parece más afin. Esto explica la presencia
del PTS y Myriam Bregman, algo que no ha sido aleatorio. Después de
todo, el PTS ha actuado en votaciones importantes del Congreso como
segundo violín del kirchnerismo.
El lugar que se le otorgó al PTS fue el panel central, rotulado
“Acuerdo Nacional por el Derecho a Protestar”. Junto con Myriam Bregman
estuvo Leonardo Grosso (diputado del FpV, organizador del encuentro),
Horacio Verbitsky, Remo Carlotto, Sandra Rodríguez y Victoria Donda,
entre otros. Nito Artaza, quien no pudo acudir a la cita, envió sus
saludos y convocó a defender un “proyecto nacional y popular inclusivo”.
El “acuerdo” concluyó en una reivindicación de la “doctrina de
seguridad democrática” que el tándem Verbitsky-Garré arrimó a los
gobiernos K (incluido el llamado Proyecto X) y convocó a volver a un
aparato represivo “continente y no reaccionario”. Nunca hay que perder
la capacidad de asombro: hace menos de seis meses concluyeron más de una
década de gobierno que se destacó por batir el récord de asesinados en
protestas, establecer condenas a prisión perpetua contra luchadores,
montar una maquinaria de espionaje sobre las organizaciones populares,
sancionar leyes “antiterroristas” solicitadas por el Pentágono,
tercerizar la represión a través de las patotas de la burocracia
sindical, tener por vocero a uno de los responsables de la masacre de
Avellaneda, nombrar a un carapintada al frente de la Secretaría de
Seguridad y a un genocida al frente del Ejército.
La
participación de Bregman estuvo dentro de los parámetros requeridos por
los organizadores. Durante su intervención habló de la continuidad del
aparato represivo de la dictadura, de Julio López, del Proyecto X, del
artículo 194 y de Milani sin mencionar ni una sola vez a los gobiernos
de Néstor y Cristina. Tampoco desarrolló una crítica a la mentada
“seguridad democrática”, que es la doctrina “moderna” del imperialismo.
Infiltración, espionaje, intercepción de comunicaciones. En eso consiste
el sistema “continente”
La adaptación de Bregman al auditorio dominado por la militancia
kirchnerista -ad honorem y rentada- llegó al extremo de no mencionar la
represión en Tierra del Fuego, a cargo de una gobernadora del FpV ni
mucho menos la de Alicia Kirchner en Santa Cruz. En cambio, Bregman sí
mencionó la detención de Milagro Sala, pero sin establecer ninguna
delimitación, precisamente en un ámbito donde Sala es reivindicada
políticamente. Si de “violencia institucional” se trata, la Tupac Amaru
es un emblema de tercerización de la “violencia institucional”,
alimentada con fondos públicos. Esto lo hemos señalado decenas de veces
en los debates con el PTS, cuando rechazaron impulsar una movilización
independiente de los K por la liberación de Sala.
El franeleo del PTS con Verbitsky no puede escudarse en la defensa del
“derecho a protestar”, la cual requiere la acción directa de los
trabajadores y no el coqueteo con el kirchnerismo. Les recordamos a los
lectores que Verbitsky fue directamente responsable de la detención de
los ferroviarios del PO y compañeros de Mariano Ferreyra en diciembre de
2010, a quienes acusó de promover los disturbios en la estación
Constitución. Esta maniobra, urdida junto a Nilda Garré, ocurrió cuando
Pedraza aún estaba en libertad.
La dócil participación de Bregman en el encuentro promovido por el
Movimiento Evita es otra manifestación del seguidismo del PTS a la
pandilla kichnerista.
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