Perú fue a
las elecciones presidenciales en un cuadro de retroceso económico, como
resultado de la caída del precio de los metales. Con la crisis
capitalista como marco, el régimen de Ollanta Humala se hundió
estrepitosamente
El candidato Pedro Pablo Kuczynski se imponía por una diferencia de
décimas frente a Keiko Fujimori en el balotaje peruano. En la primera
vuelta electoral Keiko había rozado el 40 por ciento de los votos y le
había sacado casi veinte puntos de ventaja a su rival.
Kuczynski tuvo una enorme remontada en las últimas semanas de campaña.
En esto habrían influido varios factores: las movilizaciones contra el
regreso del fujimorismo al poder (el martes previo a las elecciones se
movilizaron decenas de miles de personas en Lima), las denuncias por
lavado de dinero contra dirigentes del fujimorismo (y que
presumiblemente la propia DEA haya filtrado a la prensa, dado que el
imperialismo parece haber apostado por la candidatura de Kuczynski), y
fundamentalmente, el apoyo explícito de los dirigentes del Frente Amplio
a su candidatura.
Perú fue a las elecciones presidenciales en un cuadro de retroceso
económico, como resultado de la caída del precio de los metales. Con la
crisis capitalista como marco, el régimen de Ollanta Humala se hundió
estrepitosamente, a tal punto que debió retirar de la contienda
electoral a su candidato, que no superaba el 1% de los votos en las
encuestas.
La episódica bonanza de los commodities nunca llegó a las masas
peruanas: el 65% de la fuerza laboral se encuentra precarizada y en
negro.
Así las cosas, el ballotage enfrentó a dos figuras políticas
derechistas. Siguiendo el camino emprendido por Humala, tanto Pedro
Kuczynski (PPK) como Keiko defienden la Alianza del Pacífico. PPK, que
pasó una semana de campaña en Estados Unidos, planteó toda una serie de
beneficios impositivos para la burguesía con el pretexto de reactivar la
economía. El equipo económico fujimorista planteó algunos matices,
defendiendo cierto nivel de inversión pública.
Pero la campaña no giró alrededor de programas económicos, dado que no
existían diferencias de peso entre los candidatos. Se armó una
polarización falsa donde Kuczynski se presentó como la encarnación de la
‘democracia’ frente a un potencial regreso de la corrupción y la
dictadura fujimorista. Keiko intentó contrarrestarlo con cierta
demagogia y un planteo de ‘mano dura’ frente a la inseguridad, que
incluía la promesa de sacar las fuerzas armadas a la calle.
El papel del Frente Amplio
El Frente Amplio, liderado por Verónica Mendoza, que obtuvo el 18% de
los votos en la primera vuelta, llamó a votar por Kuczynski, primero de
manera vergonzante (“No a Keiko”), y luego de manera abierta. Aunque se
estaba en presencia de dos candidatos neoliberales, consideró que debía
optarse por el neoliberal ‘democrático’.
La trampa no podría ser mayor: todo indica que Kuczynski intentará
gobernar junto al fujimorismo. En su primer discurso pos-electoral,
declaró que “vamos a conversar con todos. Vamos a tener un gobierno de
consenso” (Página/12, 6/6). Uno de sus diputados fue más preciso: “no
descartamos que técnicos del fujimorismo puedan trabajar en el gobierno
de PPK” (ídem). Más aún: uno de los primeros actos ‘democráticos’ de PPK
sería otorgar la prisión domiciliaria a Alberto Fujimori, como anticipó
en un reportaje al diario madrileño El País (2/6). El ‘demócrata’
Kuczynski, cabe recordar, llamó a votar a la ‘autoritaria’ Keiko en las
presidenciales de 2011.
El aporte del FA ha sido fundamental para PPK, que no lograba hacer pie
en las regiones del sur empobrecido que le dieron el primer lugar a
Verónika Mendoza en la primera vuelta.
Pero lo más grave de la decisión política del FA es que combatió
abiertamente una tendencia a la independencia política, que -con todos
los límites del caso- se expresaba en una intención de voto en blanco
que trepaba al 12%, según Ipsos Perú (ídem, 23/5).
“Hay un porcentaje significativo de indecisos y de gente que dice que
votará en blanco, y buena parte de esos electores son votantes del FA”
(Página/12, 31/5), reconoció Carlos Monge, intelectual ligado a la
coalición centroizquierdista. Por eso mismo, Verónika Mendoza fue
enfática: "Votar en blanco o nulo favorece a Keiko (…) sólo queda votar a
PPK" (La Nación, 1/6). El que fue más lejos en esta orientación
extorsiva es el Partido Comunista, que dedicó su último periódico a
elogiar a Kuczynski y atacar cualquier atisbo de independencia política.
“El voto blanco o viciado significa renunciar a los derechos laborales
conquistados” (Unidad N 29, mayo-junio), escribió. La CGTP, central
obrera nacional, dio su apoyo tácito a Kuczynski a cambio de un
compromiso de papel de respeto del derecho a huelga. El PC-Patria Roja
hizo una campaña similar a la de su par estalinista.
El Frente Amplio ha tenido una prematura bancarrota política. Algunos
sectores defendieron el voto en blanco, como el ex gobernador de
Cajamarca, que en la primera vuelta cosechó un 4% de los votos como
candidato de Democracia Directa.
El nuevo escenario político peruano estará signado por un fuerte ataque
contra las masas, comandado por cualquiera de las dos fracciones
derechistas. De todos modos, ésta era la orientación que hundió
políticamente a Humala. El desenlace electoral, por lo tanto, abre una
nueva etapa de crisis y choques de fondo con las masas, como ocurre en
el conjunto del continente.
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