BICENTENARIO DEL CONGRESO DE TUCUMAN (I)
El 9 de
julio se cumplirán 200 años del Congreso de Tucumán. ¿Qué ocurría en las
Provincias Unidas del Río de la Plata un año antes?
1815 fue un año de viraje. Luego de la derrota de Napoleón, en Europa
triunfaba la reacción y la Santa Alianza rediseñaba el mapa del viejo
continente. En España, Fernando VII era repuesto en su trono, aplastando
a los liberales y planteándose la reconquista de sus posiciones
americanas.
Por el contrario, en el Río de la Plata, único baluarte no recuperado por los españoles, la situación se radicalizaba.
A esa altura, las Provincias Unidas estaban literalmente partidas en
dos. De un lado Buenos Aires y las provincias orientadas por el
Directorio porteño.
Del otro, el Sistema de los Pueblos Libres, el bloque de provincias que
reconocía el liderazgo de José Gervasio de Artigas. ¿Qué había llevado a
esta polarización? En 1811, una segunda oleada revolucionaria que tuvo
su centro en la Banda Oriental y se extendió hacia nuestra Mesopotamia
actual, derrotó y aisló al poder español en Montevideo. El gobierno
porteño, en manos del Triunvirato -una camarilla que respondía a la
burguesía comercial nativa y británica, y actuaba a instancias de la
diplomacia inglesa-, consumó una mayúscula entrega. Aceptó el retiro de
las tropas porteñas y la entrega de la Banda Oriental y de lo que hoy
sería Entre Ríos a los realistas. Estos obtuvieron de este modo una
victoria en la derrota, que fue respondida por un gigantesco éxodo de
masas rurales y urbanas encabezado por Artigas y que pasó a llamarse “la
Redota”. En 1813 el Triunvirato convocó a la Asamblea Constituyente que
declinó declarar la Independencia, a instancias de la diplomacia
británica aliada en ese momento con la Corona española contra Napoleón.
Asimismo, rechazó la participación de los delegados de la Banda
Oriental, los únicos elegidos a través de asambleas y portadores de un
mandato que planteaba declarar la independencia, constituir una
república, organizar una federación igualitaria, habilitar los puertos
de Maldonado y Colonia como modo de romper la política de puerto y
Aduana únicos en manos de la oligarquía porteña, prohibir que tasa
alguna o derecho se imponga sobre artículos exportados de una provincia a
otra y proclamar la libertad civil y religiosa “en toda su extensión
imaginable”. En enero de 1815, el nombrado Director Supremo de las
Provincias Unidas, Carlos María de Alvear, fue más a fondo en su
política contra el alzamiento que se extendía por el Litoral,
proponiendo a Artigas la entrega de la Banda Oriental a condición de que
éste renunciase a orientar la rebelión en el resto de las provincias.
Artigas rechazó este planteo en nombre de la unidad política y
territorial de las Provincias Unidas. Por su parte, el Directorio
redobló la apuesta entreguista, proponiendo a los ingleses el dominio
del Río de la Plata. A la vez, frente a un clima de agitación en Buenos
Aires provocado por el aumento del pan y la carne, Alvear puso en pie un
Estado policíaco, a través del destierro y la pena de muerte. En marzo
de 1815, Santa Fe rompió con el Directorio y se sumó al Sistema de los
Pueblos Libres, un signo del fin de la dictadura.
A esa altura, el Sistema reunía a la Banda Oriental, Entre Ríos,
Corrientes, Misiones, Santa Fe y Córdoba. Con San Martín gobernando Cuyo
y preparando el Ejército de los Andes y Güemes en el norte, el
aislamiento y debilidad de los porteños alentaba la expectativa de una
nueva organización federal.
Sube la ola federal. Cae Alvear
Tras la victoria federal ante el Directorio, en Guayabos, en enero de
1815, los restos del ejército porteño abandonaron la provincia Oriental y
poco después Montevideo quedó bajo el control de las fuerzas de
Artigas.
El impacto de esta ocupación fue enorme en todo el territorio del ex
virreinato. El artiguismo, como cabeza de la causa federal y
anticentralista, alcanzó una enorme autoridad política. Se produjeron
alzamientos insurreccionales a favor de la causa federal en Santa Fe y
Córdoba, se amotinó el ejército porteño en Fontezuelas. Pocos días
después cayó Alvear y se disolvió la Asamblea del año XIII, en medio de
una algarabía generalizada.
Artigas eligió no gobernar desde Montevideo sino que dejó al gobierno
de la ciudad en manos de un gobernador y del Cabildo y, en base a lo
propuesto en las Instrucciones a los diputados de la Asamblea del año
XIII, fundó una nueva capital a orillas del río Uruguay a la que
denominó Purificación.
Desde allí se dictaban las medidas que eran aplicadas sólo con el aval
de los gobiernos locales, dado que no se llegó a formalizar un verdadero
gobierno central. Se pusieron en funcionamiento los puertos de
Montevideo, Colonia, Maldonado y Santa Fe tanto para el comercio
interior como exterior.
“Que los más infelices sean los privilegiados”
Luego de la recuperación de Montevideo, en la campaña se agravó la
tensión entre las clases. Los hacendados más ricos intentaron retomar el
control social del campo a través del desalojo de tierras ocupadas.
Mientras Artigas ponía el foco en que se incrementara la producción,
los hacendados patriotas, por el contrario, intentaban poner el foco en
la necesidad de restablecer el orden como condición para recomponer la
actividad productiva. Es en este clima de virtual guerra de clases que
Artigas dictó su famoso Reglamento Provisorio de Tierras.
Este planteó la confiscación de las tierras de “emigrados, malos
europeos y peores americanos, que no hayan sido indultados” y también
las que hayan sido vendidas o donadas por el gobierno entre 1810 y 1815,
hasta que entraron los orientales a Montevideo.
Las “suertes de estancia” debían repartirse entre “los sujetos dignos
de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más
privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta
clase, los indios y los criollos pobres todos podrán ser agraciados en
suertes de estancia si con su trabajo y hombría de bien propenden a su
felicidad y la de la Provincia”.
Los terrenos debían tener el tamaño indispensable para satisfacer las necesidades de la familia adjudicataria.
Fue un completo programa agrario revolucionario adecuado al momento. Su
punto de partida fue satisfacer las ansias y necesidades del sujeto
social protagonista de las campañas revolucionarias, de esa gran
población rural que acompañó a la revolución desde 1811. Intentó cambiar
el eje de la economía oriental y crear y consolidar un nuevo sujeto
social, promoviendo pequeños hacendados. Algunos han observado que no
liberó a los esclavos negros, aunque sí le otorgó haciendas a los
libertos y a los zambos. También a los indios -se ha dicho que Artigas
es de los muy pocos líderes de la independencia que les dio un lugar
preponderante a los indios.
Se equivoca Peña cuando caracteriza que “(las masas montoneras) tierra
no buscaban ni les interesaba. A los gauchos del litoral ofrecerles una
parcela hubiera sido insultarlos… Las montoneras no aportaban consigo un
nuevo orden de producción. Se oponían a la oligarquía porteña, pero no
podían contraponer ningún régimen de producción distinto a aquél en que
se fundaba el poderío de la oligarquía porteña”1. La reforma agraria
llevada a cabo en la provincia oriental demuestra exactamente lo
contrario y se opuso al latifundio -no es lo mismo un tejido social
basado en pequeños hacendados y una industria saladeril en desarrollo
que una oligarquía latifundista.
Política comercial exterior e interior
Tras la caída de Alvear, las seis provincias que se agrupaban en el
bloque federal fueron convocadas por Artigas a un Congreso en la
localidad entrerriana de Arroyo de la China (actual Concepción del
Uruguay) en junio de 1815.
Esas provincias conformaron una unidad política y económica en la que
se pudo desenvolver un conjunto de políticas planteadas por el
federalismo. Se procuró constituir una unión aduanera, con libre
circulación de los bienes en su seno. El arancel exterior era alto para
los productos que competían con la producción local, y más bajos para
los de primera necesidad. El objetivo era preservar la producción local
de las provincias federadas, pero también la de las provincias que no
estaban integradas, como las de Cuyo, el Norte y Paraguay. Los
comerciantes extranjeros sólo podían participar del comercio exterior,
dejando la totalidad del comercio interior en manos de americanos.
Montevideo volvió a tomar un lugar de privilegio. Así, en los meses de
1815 posteriores a la recuperación de la plaza, fueron fletados más de
sesenta barcos y, en 1816, a pesar de la invasión portuguesa, llegaron
casi a un centenar.
Las Provincias Unidas del Río de la Plata llegaron de este modo al
Congreso de Tucumán con un país partido en dos, política y socialmente, y
un levantamiento agrario en curso que, con sus peculiaridades, también
tenía expresión en el Alto Perú y en Paraguay.
1. Peña, Milcíades: El Paraíso Terrateniente, Fichas, Buenos Aires, 1972.
Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1416/aniversarios/las-provincias-unidas-antes-del-congreso
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