Los sucesos de los últimos días, que han transformado a la sección
política de los diarios en la de policiales, han acelerado la
descomposición política de la camarilla kirchnerista. Si la detención de
López mostraba el entrelazamiento entre ésta y la patria contratista,
la detención de Pérez Corradi apunta a un lugar mucho más comprometedor:
los vínculos con el narcotráfico, y la aún no aclarada financiación de
la campaña electoral de la fórmula Cristina Kirchner-Cobos en el año
2007.
La dimensión de la bancarrota adquiere su verdadera dimensión
cuando se ve la ‘explicación’ dada por la ex presidenta de la Nación
sobre lo ocurrido. El “yo la plata (a López) no se la di”, posteado por
Facebook, superó todo absurdo, pues lo que está en cuestión es quién le
dio a ella la plata que permitió un crecimiento exponencial de su
patrimonio. Hasta Verbitsky debió reconocer que “saben a poco” las
declaraciones de CFK. Como cortesano que fue y que es, debe estar
buscando cobijo en la nueva corona.
Abandonando el barco
Para los restos del Frente para la Victoria, las valijas de López han
servido para justificar el abandono del barco. Los Alperovich, Manzur,
Pichetto y Gioja pretenden valerse del hecho para cubrir su retirada
bajo el aura de la anti-corrupción. La coartada no sólo consiste en
querer tapar sus propios delitos, que en el caso de los tucumanos
alcanza el fraude electoral con el que mantuvieron la gobernación.
Quieren justificar también sus pactos con el macrismo, que son previos a
la detención de López. El bloque del FpV del Senado fue el que habilitó
el acuerdo con los fondos buitre y también quien negoció hasta las
comas el proyecto que habilita el blanqueo de capitales y la
confiscación de los jubilados que tienen juicios con la Anses. El
Movimiento Evita no se ha quedado atrás, como lo prueban los acuerdos
con el gobierno para mantener el financiamiento de sus cooperativas,
basadas en el trabajo precarizado.
De lo expuesto, surge que el Frente Ciudadano murió antes de nacer. No
pudo superar su pecado original de ser concebido en la puerta de los
Tribunales y quedó sepultado por las causas judiciales habidas y por
venir. Terminada la perspectiva del “volveremos”, los restos del FpV
buscan reciclarse. El ‘ala progre’, que el kirchnerismo rescató del
basurero de la Alianza de De la Rúa-Chacho Alvarez, buscará armar una
nueva variante ‘progresista’, tratando de que se olvide su pasado. En el
pejotismo la crisis agudizará las tendencias centrífugas, que vienen de
larga data. Sus diputados emigran conformando bloques provinciales, lo
cual ha resultado favorecido por el carácter distrital de las elecciones
de 2017.
A priori, este escenario debería favorecer al macrismo. La
fragmentación del Frente para la Victoria facilita su política de
‘acuerdos a la carta’ para aprobar leyes, superando su condición de
minoría parlamentaria. A las pocas horas de que López fuese apresado,
Macri lograba que sus candidatos a la Corte sean aprobados en el Senado
por una amplísima mayoría, con muchos votos que hasta ahora se
identificaban como del ala dura del kirchnerismo.
Todo un régimen
Sin embargo, tirar del hilo de la corrupción tiene para el gobierno sus
riesgos. El affaire López pone en cuestión al conjunto de la patria
contratista, que tiene a los Macri como socios privilegiados. Las
fechorías entre Cristóbal López y el primo del presidente, Angelo
Calcaterra, son sólo la punta de un iceberg que tiene en la base los
negocios urdidos por el re-macrista Nicolás Caputo, los Techint, Roggio y
compañía. La demolición del kirchnerismo-pejotismo amenaza llevarse
puesto a varios de sus socios. Es todo el régimen político el que está
en el banquillo de los acusados, pero no hay ninguna Justicia con
capacidad de juzgar a nadie. Un ‘lava jato’ criollo no sólo choca con la
Justicia copada por los Oyarbide y Bonadío, sino por el compromiso de
todos los partidos del régimen con el rescate de los capitalistas a
costa del presupuesto público.
Por eso, la crisis del kirchnerismo-pejotismo es sólo la manifestación
más extrema de la crisis de todo el régimen político. Su demolición va
más rápido que los planes para armar un nuevo sistema de partidos. Por
eso, el macrismo administra las denuncias con dosis homeopáticas, y no
sólo porque corre el riesgo de auto-incriminarse con sus cuentas
offshore y la corruptela endógena de un personal político reclutado
entre los CEO de empresas vaciadoras y fugadoras seriales de capital. El
tema de los temas sigue siendo asegurar la gobernabilidad, que es el
eufemismo que utilizan tanto los macristas como los
pejotistas-kirchneristas para prevenir una intervención popular decidida
contra el ajuste que capitanean Macri y los gobernadores. Este hecho
puede dictar un acercamiento entre el gobierno y el Vaticano,
aprovechando los actos del bicentenario del 9 de Julio. Es lo que ya
ocurrió, por lo pronto, en el Congreso Eucarístico.
Perspectivas
Los nuevos acontecimientos políticos han obligado a todas las fuerzas a
recalcular sus movimientos. Ello vale, en primer lugar, para la
izquierda, buena parte de la cual estaba embarcada en el seguidismo a un
kirchnerismo decadente. El fin del Frente Ciudadano, aún antes de su
nacimiento, y -agregamos acá- la ruptura del Frente Progresista de Santa
Fe, plantea más que nunca la defensa de la estrategia política abierta
por el Frente de Izquierda -es decir la independencia política, la lucha
de clases y la perspectiva del gobierno de los trabajadores. Con esta
estrategia debemos desarrollar las luchas obreras y de todos los
sectores populares contra el ajuste macrista, para que la crisis no la
paguen los trabajadores. El futuro de la izquierda y el de la clase
obrera están indisolublemente ligados.
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