Los reiterados pronósticos de los gúrues oficiales sobre el repunte
económico que está “a punto de llegar” volvieron a recibir un cachetazo:
el consumo popular en febrero cayó un 6,6%, sin que existan mayores
expectativas de una recuperación en los próximos meses. Detrás del
tobogán del consumo, la crisis industrial ha ingresado en una fase más
aguda: a los cierres de plantas y despidos en Sancor, se suma ahora el
gigante tabacalero Massalin, controlado por la British Tobacco. La multinacional reclama un “recurso preventivo
de crisis” que le permita despedir y precarizar el trabajo -o sea, la
ruta que abrió la patronal de Clarín en AGR. En Rosario, General Motors
ha anunciado suspensiones masivas, con despidos a término para
noviembre. El reguero de crisis fabriles y despidos agranda la impotencia del triunvirato cegetista, que abandonó el palco del
pasado 7 en medio de reclamos de paro general y que discute, ahora, cómo
marcar el paso con un paro aislado y lo más lejano posible de la gran
lucha del momento -la huelga docente.
Docentes
En su segunda semana de paros, el conflicto de los docentes de todos
los niveles concentra los problemas del movimiento obrero y de la propia
situación política. La pretensión del gobierno de establecer un aumento
del 18% ha quedado desautorizada por la inflación de febrero, que llegó
al 2,5% sin intenciones de ceder, lo que anticipa una inflación superior al 25% para este año. El gobierno puede tolerar que
los acuerdos privados superen en algunos puntos al techo oficial, aunque
existe el antecedente de la impugnación judicial al aumento de los
bancarios. Pero en cualquier caso, que ese cepo funcione contra los
docentes y estatales se ha convertido en una cuestión de Estado. Los voceros del capital financiero le exigen al gobierno un
duro ajuste fiscal, para que los ingresos del Tesoro -engordados también
con la inflación- sirvan de garantía a la gigantesca bicicleta
financiera que sustenta el ingreso de dólares al país. La escalada
contra la docencia tiene también un propósito político: el gobierno
quiere exhibir una autoridad de la cual carece para salir del
empantanamiento económico, la inflación creciente o las disputas al
interior de la coalición oficial, relacionadas con su propia impasse.
Macri, por eso, se juega a un desgaste de la huelga y a una polarización
política, como ya se demostró en la fracasada tentativa de los
“voluntarios” rompehuelgas. Como demostración de ello, ha sacado al
ruedo a la “moralista” Carrió, que se calló la boca frente a la
corruptela del Correo, pero vocifera ahora contra los docentes bonaerenses, que
perciben un salario de 13.300 pesos con 20 años de antigüedad.
En medio de la guerra a los maestros, Macri “mide” como candidato al
principal verdugo de la educación pública, el ministro Bullrich. El
escenario electoral oficial se prepara en medio de una guerra contra la
clase obrera.
Desflecando el paro
Era previsible, en ese cuadro, que el gobierno saliera a desflecar el paro cegetista que, en cualquier caso, sigue en veremos.
El arsenal de esta operación contra una huelga nacional explota a fondo
el carácter propatronal de la burocracia sindical. Por un lado, el
gobierno sella en estas horas el “Vaca Muerta” de la industria
automotriz, un acuerdo de metas de producción asociadas a la
flexibilidad laboral en las terminales. Como ocurriera en el petróleo,
la burocracia suscribirá la pérdida de conquistas sin que ello
represente la menor garantía de estabilidad laboral, en medio de la
caída del mercado interno y del agravamiento de la crisis brasileña. En
otro plano, el gobierno le ha “regalado” a la burocracia de la UTA el
retiro de la personería gremial al sindicato del Subte: aspira a una
devolución de favores de Férnandez y los suyos, a la hora de debilitar
el paro nacional.
Los herederos de Pedraza en la Unión Ferroviaria, que han recibido enormes prebendas del actual gobierno,
marchan en la misma dirección. El paro, si finalmente se convoca, estará
cruzado por estos acuerdos y capitulaciones de la propia burocracia
convocante.
En medio de la indefinición cegetista, las CTA resolvieron la
convocatoria a un paro nacional y a una marcha el próximo 30 de marzo.
En el cordón industrial de San Lorenzo, un conjunto de organizaciones
obreras locales han convocado un plenario para debatir un plan de lucha
contra los despidos y un piso salarial de 27.000 para
todos los trabajadores del complejo industrial aceitero. La escalada de
despidos y las paritarias están sacudiendo en profundidad al conjunto
de las organizaciones obreras.
El panorama se completa con los renovados piquetes de las
organizaciones de desocupados, de la mano del Polo Obrero. El evidente
fraude de la “emergencia social”, que justificó la tregua de los amigos
del Vaticano en favor del gobierno, anticipa nuevas y mayores jornadas
de lucha piquetera.
La oposición, contra la huelga
Los diarios oficialistas presentan a este cimbronazo como el resultado
de una “escalada opositora”, atribuída en primer lugar al kirchnerismo.
Es un recurso para descalificar a las luchas obreras, pero que está muy
lejos de la realidad. Los gobernadores pejotistas o massistas, que enfrentan
también la lucha docente, son completamente solidarios con la línea
ajustadora del gobierno nacional.
A medida que avanza la crisis social, los Pichetto y Massa han
redoblado los llamados a la “responsabilidad” a la burocracia sindical.
En este cuadro, la convocatoria de Cristina Kirchner a no sacar los pies
del plato del armado pejotista tiene consecuencias de fondo en el
movimiento sindical. La “Corriente Federal” kirchnerista no ha realizado
la menor delimitación del triunvirato cegetista, acompañando todas sus
vacilaciones en relación con la convocatoria al paro. Por su parte, los
kirchneristas Yasky y Baradel transitan por la decisiva huelga docente
con una política de paros intermitentes, bajo la presión de los
gobernadores del FpV y el PJ (y del pejotismo que cogobierna con Vidal).
Pero la envergadura de la ofensiva oficial contra la docencia exige una
respuesta de otro alcance -la huelga general que reclaman y preparan
los Suteba dirigidos por la Multicolor. En el caso del subte, la
Corriente Federal y el kirchnerismo “político” (La Cámpora, Nuevo
Encuentro) estuvieron ausentes en la conferencia de prensa donde se anunció la tentativa de proscripción al sindicato.
El kirchnerismo porteño ha recibido la orden de Cristina de “cerrar
filas” con el pejota -o sea, con los amigos de Férnandez y la UTA.
La izquierda y el movimiento obrero
La enorme crisis que se puso de manifiesto en el desenlace de la marcha
sindical del pasado 7 dejó dos grandes conclusiones. Por un lado, la
debacle de la burocracia sindical, atornillada a fondo con el ajuste
macrista. Por el otro, la conmoción que ese ajuste ha instalado en las
grandes organizaciones obreras, recorridas por un ‘sismo grado seis’. Cuando los Massa, Stolbizer y otros se probaban sus trajes
de candidatos, para transitar una elección sin sobresaltos, la clase
obrera ha irrumpido en la crisis. A la luz de este cuadro de conjunto,
la responsabilidad de la izquierda es enorme. Por un lado, se nos impone una campaña en todos los sindicatos con un claro planteo: el porvenir de la lucha contra el ajuste no puede ser decidido por los
Daer, Acuña o Yasky. Es necesario un confederal de todas las
organizaciones y centrales obreras, con representantes electos y
mandatos de base, para que el paro nacional conduzca a un plan de lucha y
establezca un programa claro: ningún despido, organizar la ocupación de toda planta que cierre o despida, como lo hizo AGR Clarín;
paritarias con un piso del 35%, que recupere la pérdida salarial de 2016
y considere la inflación real de este año; por la victoria de la lucha
docente, por un aumento de emergencia a los jubilados; salario igual a
la canasta familiar, 27.000 pesos como reclaman los trabajadores del
cordón de San Lorenzo. Una campaña política del Frente de Izquierda debe
partir de este escenario apasionante, y concentrar una acción común -en
todos los campos de la lucha política y sindical- para que la clase
obrera irrumpa definitivamente en la crisis y lo haga con un programa
propio.
Fuente: http://www.po.org.ar/prensaObrera/1450/politicas/un-sismo-en-los-sindicatos
Foto: Paula Acero Lagomarzino
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