La inscripción de alianzas electorales en la Ciudad de Buenos Aires
arrojó una novedad, las Paso del Partido Justicialista incluirán entre
sus listas a la encabezada por Itaí Hagman, referente de Patria Grande.
Por un lado, es cierto que asistimos a la crónica de una coalición
anunciada; el coqueteo con el kirchnerismo es característica fundacional
en esta corriente. Sin embargo, sería necio no apreciar el
significativo salto en calidad que constituye la confirmación de una
alianza con Guillermo Moreno, Alberto Fernández y, en general, el
aparato pejotista porteño -encima, en nombre de “lo nuevo” (!), según
cuenta Hagman en un video de campaña. La imagen es notable: del
“socialismo del siglo XXI” y la “mística” chavista, Patria Grande pasó a
la unión con el patoterismo del siglo XX -un frente con el PJ capital y
la burocracia sindical. El motor para este salto es un avanzado
carrerismo político, que subordina todo principio a la posible conquista
de un cargo.
La propia organización atraviesa un cisma, y es lógico: según hicieron
público varios militantes y referentes de Patria Grande, la decisión
cuenta con la oposición de la mayoría de las regionales del interior y
de una minoría en la Ciudad. Naturalmente, para muchas compañeras y
compañeros que se incorporaron a este grupo con un propósito de
transformación social, en un marco de pretendida “izquierda popular”,
este acuerdo representa un duro golpe.
Para que esa militancia no se regale a nuevas frustraciones es preciso
debatir conclusiones de fondo; sucede que incluso el carrerismo tiene
vínculos con determinadas orientaciones.
Es un camino al que rehúyen muchos dirigentes disconformes de Patria
Grande que postean en las redes sociales, porque asignan a la crisis un
carácter “táctico” y coyuntural -“algunos compañeros consideran que hay
que organizar al campo popular desde los bordes del
kirchnerismo/pejotismo y otros no”.
En realidad, el frente con el PJ es consecuencia de una orientación
estratégica en la construcción de PG. Si la pelea es por el socialismo,
el principio ordenador debe ser la lucha de clases -o sea la
independencia política de los explotados respecto del resto de las
clases. Muy por el contrario, Patria Grande-La Mella estableció como
norte la conciliación de clase, bajo la forma de apología del
nacionalismo. Su reivindicación discursiva del marxismo en simultáneo
con la afirmación de que la lucha de clases “no es el elemento
principal” constituye una contradicción en los términos. Como se ve, no
se trata de un asunto abstracto o dogmático, sino de un principio
estratégico cuyas consecuencias prácticas son decisivas. En los primeros
años de su existencia, Patria Grande solía “ofenderse” con nuestras
críticas diciendo que el PO “veía kirchneristas por todos lados”. La
historia demostró que la crítica era acertada, pero lo más importante es
el método que la motivaba, ajeno a cualquier chicana: la franela con
expresiones políticas de la burguesía, incluso bajo coberturas
nacionalistas o radicalizadas, lleva inexorablemente a la disolución de
cualquier pretensión transformadora, en pos de una integración al status
quo, desde el Estado y sus estructuras tradicionales.
Es preciso destacar, además, que este amontonamiento ultratardío con
los K se da en simultáneo al derrumbe de las experiencias nacionalistas
en América Latina, en particular la chavista, cuya identidad
reivindicaba Patria Grande como genética. La avanzada “neoliberal” se
montó sobre el fracaso de esos gobiernos, pero parió formaciones
inestables de derecha -como los Macri o los Temer-; no es serio
proclamar el enfrentamiento a la ofensiva brutal sobre las masas que
impulsan en coaliciones con los que no sólo pavimentaron su ascenso,
sino especialmente su “estabilidad”. Temer fue el vice de Dilma, y Macri
“gestiónó” el Estado con el aporte invalorable de los legisladores del
FPV/PJ y de la burocracia sindical -todos protagonistas del frente
“nuevo” con el que Hagman propone… enfrentar al macrismo.
Nuevamente, el problema no es “coyuntural”. ¿Qué explicación común
existe para que Alberto Fernández, oportunamente cavallista, hoy esté en
un frente con Hagman? ¿O para que el partido de Lozano, en las
elecciones pasadas aliado a Patria Grande, haya pegado su boleta a la de
Cambiemos en Corrientes? Todos, a su modo, ocupan un lugar en la
política sin salir de los márgenes de la clase capitalista -que, en
definitiva, escribe sus libretos de acuerdo a diversas circunstancias.
Por ello, pueden protagonizar las mil volteretas. El camino de la
independencia de clase, opuesto al oportunismo, apuesta 100% a la
construcción de una alternativa política de los trabajadores, como
impulsa el Partido Obrero en el Frente de Izquierda.
Para superar esta crisis en términos positivos, la militancia de Patria
Grande debería discutir su contenido estratégico y no limitarse a
repetir la misma orientación con otra envoltura.
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