Hace 200 años, el 5 de mayo, nacía en Treveris, Alemania, el pensador
más formidable de la era moderna. En el día de ayer, su número opuesto, The Wall Street Journal,
tuvo que admitir, con motivo de la inauguración de un monumento en la
ciudad de su nacimiento, que "el espectro de Marx aún acosa a Europa".
La obra fue financiada por la República Popular China, en un esfuerzo
hipócrita por espantar a un fantasma que ya ha dado varias vueltas el
mundo entero, y tiene sus ojos puestos de nuevo en el país de la Gran
Muralla.
La
gran crisis mundial, que asola al capitalismo desde 2007, devolvió a
Marx una centralidad en los círculos académicos y de poder, que parecía
en ocaso desde la declinación de la gran revuelta internacional que se
inicia en 1968 y, más tarde, la disolución de la Unión Soviética.
La ciencia oficial podía, a lo sumo, describir los ciclos de la
economía capitalista, de ningún modo poner de manifiesto su decadencia
histórica y su tendencia al derrumbe.
Cuando creía haber aprendido todas las lecciones del colapso de los
años 30 del siglo pasado, se encontró de nuevo impotente para hacer
frente -no digamos superar- una explosión de un alcance muy superior. En
un editorial muy comentado, el mismo diario norteamericano había
destacado la relación entre la crisis y la 'resurgencia' de Marx, en un
inadvertido reconocimiento de la vigencia de sus conclusiones
revolucionarias. Hace pocas semanas, Patrick Artus, jefe del fondo
francés Natixis, le dijo a un sorprendido Le Monde que la crisis mundial solamente podía ser entendida a la luz de "El Capital".
Los
propagandistas del capitalismo han hecho, por cierto, por sus mejores
esfuerzos por enterrar a Marx junto con el derrumbe del llamado
"socialismo real" (stalinismo), en especial con aquel famoso "fin de la
historia" de Francis Fukuyama. La tesis entró en descrédito a
toda velocidad cuando quedó en claro que había confundido el comienzo de
"la era de la libertad" con una escalada de guerras y masacres de un
alcance desconocido desde el fin de la Segunda Guerra. La refutación del
'socialismo real' sólo se puede leer a través de Carlos Marx, quien ya
desde El Manifiesto del Partido Comunista señaló que en la época del
mercado y la economía mundial, el socialismo no podía triunfar en solo
país. La simple lectura de los diarios es suficiente para advertir que
la restauración del capitalismo, allí donde fuera expropiado por enormes
revoluciones sociales, ha alcanzado límites insalvables y desatados
contradicciones catastróficas a nivel mundial.
El militante
Carlos Marx pudo desarrollar la crítica a la economía y a la política
del capital porque había asumido una posición de militancia activa
contra el orden existente. Más adelante consagraría esta postura en la
famosísima Tesis XI: no se trata de interpretar al mundo sino de transformarlo.
Lo demostró con su labor política preparatoria y su participación en la
Revolución Alemana de 1848 y, en general, en la revolución europea de
ese año – "la primavera de los pueblos". La crítica a la filosofía
alemana debe ser leída en esta clave. Marx militó en la revolución
europea desde la posición de un comunista; sin embargo lo hizo desde el
ala izquierda de una revolución burguesa. Consecuente con su posición de
que el proletariado debe ser un crítico constante de su propio
movimiento, modificó este punto de vista, al constatar la cobardía de la
burguesía frente a sus propias tareas históricas. En una célebre
circular (de marzo de 1850) señaló que la clase obrera debía intervenir
en la revolución burguesa desde una posición de independencia política y
con un partido político propio.
De esta evaluación emerge su teoría de la Revolución Permanente – el pasaje de la revolución burguesa a la proletaria.
La vigencia de este planteo quedó demostrada en el siglo y medio
posterior, de un lado con terribles derrotas allí donde prevaleció el
seguidismo a los partidos 'nacionales y populares' de la burguesía, y de
otro con victorias históricas, como ocurrió, manifiestamente, con la
Revolución de Octubre, y con la China y la Revolución Cubana.
De nuevo, en su condición de militante, Marx rechazó la construcción
política sectaria, enseguida después de la derrota de la revolución
europea, advirtiendo que la cohesión y la victoria en un próximo ascenso
del proletariado requerían dotarlo de las armas teóricas necesarias. Es
así que aportó en forma decisiva al programa y a la organización de la
I° Internacional, que reunió a las principales organizaciones obreras de
Inglaterra y Francia, principalmente. La Internacional no se propuso
solamente organizar a la clase obrera contra la atomización que
promovían las grandes patronales, sino que asumió la tarea política de
defender la independencia de Polonia contra la Rusia zarista, y promover
una guerra revolucionaria contra el zarismo.
Lo mismo ocurrió con la guerra revolucionaria que desató en Estados Unidos la secesión del sur esclavista. La I° Internacional, por la intervención de Marx, dio su apoyo explícito al Norte, encabezado por Lincoln.
Marx, de nuevo, se orientó en esta guerra de alcance histórico, no como
un demócrata burgués sino como un comunista, pues apostó a que la
guerra contra la esclavitud desembocara en una gran revolución agraria
que pondría en la agenda la propiedad colectiva y la unidad, por un
lado, de los agricultores negros y blancos, y por el otro, la unidad de
la población agraria del sur con la clase obrera norteña (el slogan de
los Radical Republicans era "40 acres y una mula", para los negros, o sea el reparto agrario).
Marx pone en evidencia aquí método político que evita el esquematismo
histórico y entrevé saltos en la historia a partir de los esfuerzos de
los explotados para acabar con su condición social. La condición de
posibilidad de estas variantes 'excepcionales', si se pueden llamar así,
es el empalme con la crisis mundial del capital. Es lo que mucho más
tarde pondrá en evidencia la Revolución de Octubre. Algo similar se
puede decir de la observación de Marx, acerca de que Rusia podía,
potencialmente, evitar un tránsito por el capitalismo, si la comuna
agraria rusa empalmaba con una revolución del proletariado europeo.
La Comuna de París
La tendencia del proletariado hacia una reorganización comunista de la
sociedad va a quedar de manifiesto en la Comuna de París, cuando la
clase obrera de la capital de Francia se hace del poder político, ante
la traición nacional de la burguesía francesa ante el ascendente Estado
alemán, en la guerra de 1870/71. Marx advierte que los trabajadores
fueron forzados a hacerse cargo de París sin la preparación política
adecuada, pero precisamente por esto, junto a la I° Internacional le da
un apoyo total e irrestricto. Como balance de esta experiencia
histórica, que opera como una escuela política para las generaciones
posteriores, Marx vuelve sobre su conclusión acerca de la necesidad de
un fuerte partido de la clase obrera. Pero la Comuna es, por sobre todo,
una gigantesca enseñanza para el propio Marx, que ve cómo la clase
obrera organiza su propio poder, no en el campo de las especulaciones,
sino de la práctica. Apunta así al armamento de la clase obrera –
la única forma democrática del manejo transitorio de la defensa
nacional y de la violencia política -, la elegibilidad y revocabilidad
de los cargos públicos, el tope de la remuneración de los funcionarios a
la del salario del obrero calificado – o sea, la desburocratización del
Estado, que va dejando de ser tal como consecuencia de estos cambios.
Partido Obrero, Internacional obrera y socialista, gobierno de
trabajadores: ¿alguna de estas tareas ha perdido actualidad? Las
derrotas que Marx señalaba como necesarias para una maduración
definitiva, la clase obrera las ha sufrido en gran escala, incluidos la
desnaturalización social-demócrata y la degeneración staliniana, luego
de todas sus tentativas extraordinarias de proceder a la revolución
social. Es el balance histórico que deben hacer los obreros y las
organizaciones obreras políticamente más avanzadas para reemprender un
camino que es más necesario que nunca, y que no será una repetición del
pasado. Está a la vista la enorme descomposición capitalista – pobreza,
super-explotación, guerras, masacres, crisis incesante de los regímenes
políticos en presencia, colapsos económicos y una tendencia hacia el
autoritarismo político y el fascismo.
Rosa Luxemburgo, asesinada hace cien años, por su condición de
revolucionaria socialista, sintetizó el dilema de la humanidad con el
siguiente concepto: "Socialismo o Barbarie".
El autor es dirigente nacional del Partido Obrero
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