27 de febrero de 2019
Según surge de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) de aquella cartera, en prácticamente todos los conglomerados urbanos del país que fueron relevados se registraron fuertes caídas en el nivel de empleo registrado, con un global del 1,5 por ciento. Pero la baja en el Gran Buenos Aires fue del 2,5% y en el denominado Gran Córdoba llegó al 4,1%.
Un dato que muestra el nivel de destrucción de puestos de trabajo es que en diciembre de 2018 el total de asalariados privados en relación de dependencia alcanzó a los 6.166.100. “Hay que remontarse a diciembre de 2014 para encontrar un número similar (6.169.000), lo que marca el nivel de retroceso del empleo más estable” (Clarín, 27/2).
En el desagregado por rama de actividad la mayor destrucción de puestos de trabajo el año pasado se dio en el sector de la construcción, donde se perdió el 7,1% de los empleos, pero es en la industria donde la sangría ha sido mayor: allí se perdieron 61.000 puestos de trabajo.
En cuanto al año actual, “las expectativas empresarias netas para los siguientes 3 meses arrojaron un valor negativo de 2,3%”, dice el informe. Esto muestra que son más las empresas que prevén desvincular personal que las que estiman incorporar nuevos trabajadores.
En cuanto a la pérdida de poder adquisitivo, el informe dice que, en el 2018, los salarios subieron, en promedio, el 34%, mientras que la inflación alcanzó al 47,6 por ciento.
Los datos muestran de manera inocultable las brutales consecuencias del plan de ajuste oficial sobre las espaldas de los trabajadores.
Ante este cuadro, que afecta a casi 200 mil familias, la burocracia sindical de todo pelaje se ha mostrado como ladera del gobierno y los gobernadores. No solo ha dejado pasar el vendaval sino que ha actuado como bombero dejando aisladas o directamente liquidando las resistencias de los trabajadores contra la avalancha de cierres de empresas y despidos masivos.
Está planteada la defensa de todos los puestos de trabajo. La ocupación de toda fábrica que cierre o despida masivamente. En este camino hay que recuperar las organizaciones obreras para la lucha contra el plan de hambre y miseria de Macri, los gobernadores y el FMI.
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