stiuso2“La palabra sottogoverno (…) significa tanto como ‘el gobierno detrás del gobierno’; o sea, un gobierno contra el pueblo, un gobierno invisible, una especie de Mafia legalizada, una parodia macabra del Estado que solo es órgano ejecutivo de gentes que se esconden en la penumbra. De aquí la hostilidad apenas velada existente entre el pueblo y el poder público, el profundo malestar, la desconfianza, el odio incluso, que aguarda solo un pretexto apenas aparente para inflamarse”.
Hans Magnus Enzensberger
“Política y Delito”

Por Alejandro Guerrero (@guerrerodelpo)

El extraño Diego Lagomarsino, dueño de la enigmática Bersa .22 que mató a Nisman, fue citado dos veces. Además se le impide salir del país y se dice incluso que podría ser el primer imputado ¿Por qué? Por ejemplo, porque dijo que Nisman le dijo que Stiuso le dijo que debía cuidarse de su propia custodia. Por eso, para defenderse, Nisman le habría pedido prestada… una 22 (aclaración necesaria: esto no es en modo alguno una manifestación de desprecio por el noble calibre 22, tan eficaz en ocasiones pero no para defenderse de un ataque como el que podía esperar Nisman). Pero, sobre todo, Lagomarsino está sospechado de trabajar para Antonio “Jaime” Stiuso, quien es, a su vez, el sospechoso favorito de la presidenta de la Nación.

La fiscal, Viviana Fein, que consideró primero “absolutamente descartada la participación de un tercero” y aseguró que el edificio Le Parc es “inexpugnable”, para después descubrir una tercera entrada y retomar la hipótesis del homicidio mientras un cerrajero le demolía la versión inicial de una puerta clausurada, al tiempo que los vecinos aseguraban que el Le Parc de inexpugnable no tiene nada; esa señora, en fin, se indignó con un periodista, el colega Laureano Pérez Izquierdo, de Infobae, porque el sábado anterior a la muerte de Nisman recibió un sobre del fiscal con información sobre el caso y no corrió a contarlo al tribunal (por otra parte, la función de un periodista es escribir notas, no ser informante de los juzgados). La fiscal Fein, en tono admonitorio, exige que se presente en su despacho, o en el de la jueza Fabiana Palmaghini (una especialista en suicidios) cualquier persona que hubiera estado con Nisman durante sus últimos días de vida.

Pues bien: Stiuso estuvo en contacto con el fiscal, tanto que, según Lagomarsino, le advirtió a Nisman que estaba en peligro, que debía cuidarse de su propia custodia. Es más: el juzgado y la fiscalía sospechan que el hombre misterioso que recibió a Nisman en Ezeiza (sale en los videos de seguridad del aeropuerto, es inaudito que no lo hayan identificado) era un agente enviado por Stiuso. Stiuso, Stiuso, Stiuso por todas partes ¿Por qué no lo cita la fiscal Fein? Hasta el sentido común más elemental indicaba (indica) la necesidad de llamarlo a declarar.
No lo hacen porque Stiuso es una encarnación del sottogoverno. Una declaración completa de ese hombre haría algo más que hundir a un grupo de funcionarios o incluso a un gobierno: dejaría al descubierto ese entramado mafioso, develaría al verdadero Estado, el que está detrás de la fachada “democrática”; esto es, a ese aparato de conspiraciones contra el pueblo, esa red secreta de un gobierno de narcotraficantes, proxenetas y banqueros que, como dice Enzensberger, operan en la penumbra.

La quiebra de ese aparato es un derrumbe político, una crisis de Estado de consecuencias aún impredecibles. El gobierno intentó violentar la autonomía que por su propia naturaleza tienen todos los servicios de espionaje, quiso tener un artefacto de inteligencia propio en su exclusivo beneficio. Por eso Néstor Kirchner organizó con Stiuso, como denunció Gustavo Béliz (tuvo que exiliarse después) “una Side paralela, una Gestapo”. Y quedó convertido, como Béliz le advirtió, en un rehén del engendro que él mismo había pergeñado.

Entre sus funciones, ese engendro tuvo la de armar un gran edificio inconsistente de acusaciones contra Irán por el atentado a la AMIA. Para eso, NK puso a Nisman, solo formalmente, al frente de la investigación, pero le dijo “pibe, Stiuso va a trabajar con vos”. Enseguida, Nisman supo de quiénes debía recibir las órdenes: de Stiuso, sí, pero sobre todo de la CIA, del Mossad, del FBI y de la inteligencia alemana, según hoy admiten los medios de prensa de la Corpo y la Korpo. En otras palabras: los servicios de inteligencia argentinos están colonizados por servicios extranjeros, por el espionaje de potencias imperialistas.
De tal suerte, los que gritonean contra el ALCA y hablan “del imperio” firman y aplican la ley antiterrorista como manda Washington y dejan la Side en manos de la CIA, del Mossad y del FBI. Platón enseñaba que la política se desenvuelve en el reino de la opinión, de la pura apariencia, de modo que no importa lo que la cosa es sino lo que aparenta ser. Los K han abusado de ese principio, y ahora la realidad (la única verdad) les pasa la cuenta con intereses de usura, al punto que aun si se probara con toda certeza que Nisman se suicidó, todo el mundo seguirá pensando que fue un homicidio y que el gobierno lo mandó matar.

Sí, es un derrumbe político, y la Presidenta habla (mejor dicho, escribe en Facebook) desde el fondo de la montaña de escombros, porque lo que se ha desmoronado es el edificio que el mismo gobierno construyó.

Pero ¿y la oposición derechista? ¿Y los “destituyentes”? Es notable la prudencia y el cuidado con que se mueven para contener el derrumbe que amenaza aplastarlos a todos ellos.
Se debe recordar que todas las maniobras y conspiraciones de los servicios, los de la Side y los de la “Side paralela”, como los que organizó el represor César Milani por cuenta de CFK cuando la Secretaría de Inteligencia se les fue definitivamente de todo control, incluido el Proyecto X de persecución formal y sistemática a la ciudadanía; todo eso, decíamos, ocurrió bajo las narices y con la complacencia de la comisión parlamentaria de seguimiento a los organismos de inteligencia. Y ahí están todos, desde los radicales y los macristas hasta los “renovadores” y los “socialistas” del narcotráfico y la soja en Santa Fe. Todos encubrieron al sottogoverno porque todos son parte de él.
¿Podría Macri, por ejemplo, levantar la voz en demasía por este escándalo, cuando su policía favorito es el “Fino” Palacios, también él encubridor del caso AMIA? ¿Puede arriesgarse a que le recuerden que él sabía del procesamiento de Palacios por ese encubrimiento cuando lo puso al frente de la Metropolitana? ¿O que le reprochen que Palacios, junto con Carlos Menem y Galeano, zafó porque Nisman recibió de Stiuso y del FBI la orden de desechar la “pista siria”? ¿Diría Macri lo mismo que dijo hace años para justificarse, que nombró a Palacios porque se lo recomendaron la CIA y el Mossad? Están hasta las manos ¿O acaso le convendría a Sergio Massa explicar cómo armó buena parte de su aparato político respaldado en espías como Fernando Pocino, protector de los estafadores Schoklender y Bonafini en Sueños Compartidos?

Todos son la Side.

¿Qué hacer?
Esto es una crisis política de magnitud todavía difícil de medir porque el sottogoverno empieza a quedar a la vista; y ese es un entramado secreto, que no soporta la luz del sol, la exposición pública. Y, precisamente, una crisis política se vuelve crisis revolucionaria cuando la realidad y la apariencia, el ser y el pensar, coinciden y se hacen uno. La realidad social no tolera aparentar lo que realmente es, no puede existir sin el velo, sin el engaño. Si el velo cae la realidad estalla, se transforma revolucionariamente.
De ahí el carácter profundamente revulsivo de la exigencia de que los ministros de gobierno comparezcan ante las Cámaras legislativas para ser interpelados públicamente, con la televisión presente y en medio de una movilización popular. Para que el pueblo sepa, para que quede a la intemperie lo que no soporta la luz.

Fuente: https://revistaelotro.wordpress.com/2015/01/26/caso-nisman-al-sottogoverno-lo-mata-la-luz-publica-el-pueblo-debe-saber/