Compañeras, compañeros:
naturalmente, quiero declararles mi enorme
simpatía por la decisión de hacer esta cátedra libre. Las cátedras
libres fueron una de las reivindicaciones más importantes de la reforma
universitaria del año ’18. Permitía que dirigentes obreros o dirigentes
revolucionarios, que a lo mejor no tenían un título universitario,
pudieran ingresar a la universidad y abordar materias en las que
seguramente ellos eran todavía más conocedores que los profesores
habilitados.
Hubo momentos, en los que el movimiento estudiantil luchó muy
denodadamente por este desarrollo de las cátedras libres. La
posibilidad de que las tengamos nuevamente y que se instalen en las
barriadas, y en las fábricas ocupadas tiene que vincularse a la
necesidad de desarrollar una Universidad socialista de los
trabajadores. Nadie puede pensar seriamente en una preparación
sistemática de los trabajadores argentinos para la toma del poder sin
aprovechar estos años de libertades democráticas y derechos
constitucionales,
para poner en marcha una Universidad que capacite al
máximo a los trabajadores en el dominio de las Ciencias Sociales.
Es muy importante que el propósito sea la exposición de la teoría
marxista porque el marxismo es la expresión más acabada de las Ciencias
Sociales. Aunque esto no le guste a la gente que dice “bueno, algo que
empezó a desenvolverse hace 150, 200 años, ya no debería ser la
expresión más acabada de nada".
Pero el marxismo no es y así se definió
desde un comienzo, un sistema cerrado. Como es una metodología
científica, que progresa con las investigaciones y la experiencia
histórica; decir que uno está defendiendo al marxismo, no significa de
ningún modo limitarse a conclusiones especificas de hace 150 años, y
que sólo quedaría memorizarlas. Eso es completamente ajeno a la realidad
del marxismo, si así fuera
de oírnos decir que el marxismo es una
doctrina revolucionaria por la capacidad de criticarse a si misma, por
su planteo metodológico de que la solución de cada problema es el
planteamiento de un nuevo problema. Yo tengo por hábito equivocarme en
cuanto a la magnitud del interés de una charla. Pensé que ésta iba a ser
una charla más reducida y les iba a decir que lo que más me interesaba
de la charla era el debate posterior. Pero parece que la concurrencia es
muy grande y
no retiro la propuesta del debate porque me parece que es
lo más significativo en todo trabajo de formación política
revolucionaria.
El tema de la charla fue fijado con anticipación, hace dos semanas,
pero debo decirles que
armé la charla sobre la base del discurso de
Fidel Castro ayer (lunes 26 de mayo) en la Facultad de Derecho (risas).
Como ustedes ven, en cierto modo es pan caliente y, además, yo tengo una
preferencia por ese tipo de cosas, porque es algo que está vivo,
la
presencia de Fidel Castro y el discurso han causado una enorme
impresión. Naturalmente no me voy a referir al discurso como tal,
porque tengo que hablar del tema que me toca a mí, pero
el discurso de
Fidel Castro se presta muy bien para la cuestión del tema de la
perspectiva revolucionaria.
Porque
la esencia del discurso de Fidel Castro tuvo que ver con la
cuestión de la catástrofe social e histórica que estamos viviendo. No es
frecuente escuchar hablar a alguien de la catástrofe.
Tan poco
frecuente, que nosotros hemos sido y somos descalificados como
"catastrofistas". Pero ayer Fidel Castro trazó de forma muy elocuente y
con algunos ejemplos bien estructurados, el cuadro de catástrofe que
vivimos.
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No era habitual hasta hace muy poco caracterizar la situación histórica
como catástrofe. Esto lo sé muy bien porque
vengo escuchando o leyendo a
Fidel Castro desde el año ‘57. En una época sus discursos eran
impresionantes, uno de los más impresionantes es el que se llama La
historia me absolverá y es la defensa ante el tribunal que lo juzga por
el asalto al Cuartel de la Moneada. Y
otro discurso extraordinario es
cuando por primera vez se presenta en las Naciones Unidas en el año
‘59.
Luego
en el año ‘60 estuvo aquí el presidente Osvaldo Dorticós. Ya me
había olvidado que se presentó en una facultad y
hasta el hecho de que
yo mismo había participado en organizar la charla de Dorticós en la
Facultad de Ciencias Económicas, en la calle Córdoba.
Éramos un grupo de
compañeros, me acuerdo de casi todos, que habíamos organizado esa
charla y como consecuencia de eso una parte del gabinete del gobierno
cubano, me acuerdo en particular del ministro de Marina, vino a cenar a
la casa de mi tío. Y nos fuimos caminando por Córdoba, luego por
Pueyrredón y terminamos en la casa de un tío mío... que es de derecha
(risas), pero que -
yo vivía en condiciones muy estrechas- no habría
podido llevarlos a mi propia casa; él vivía mejor, por eso era de
derecha (risas).
Cuando le dije que tema a medio gabinete cubano ahí,
el hombre nos puso en la sala principal y salió a la calle a comprar
todo lo que había en el barrio para alimentar al gabinete cubano. En
cierto modo,
como corriente política, el Partido Obrero nace en
relación a la defensa de la Revolución Cubana. No se tienen que olvidar
que
muchos de nosotros las armas principales las hicimos cuando el
imperialismo norteamericano invadió Cuba en abril de 1961 y luego en
algo que fue extraordinario para la época, cuando parecía que era
inminente la guerra nuclear por Cuba entre Estados Unidos y la Unión
Soviética, en octubre de 1962, en lo que se llamó la "Crisis de los
misiles"
Ayer Fidel Castro desenvolvió el tema de la catástrofe. Nuestro tema
hoy son las perspectivas revolucionarias. No es lo mismo. Y una de las
cosas que quiero señalar es esta diferencia.
Él toma el tema de la
catástrofe y muestra que vivimos en un mundo de catástrofe. La
descripción de la guerra contra Irak, de la guerra en Afganistán, la
matanza de los niños, la mutilación de las personas.
Pero
siendo la guerra la expresión más brutal de la catástrofe, los
bombardeos con uranio empobrecido, tanto en Irak como en Yugoslavia,
siendo la expresión más fuerte de las catástrofes, en el discurso de
ayer,
también señala la destrucción sistemática del medioambiente e
introduce un tema un poco más profundo, el tema de la aparición de las
enfermedades nuevas, como consecuencia del desarrollo parasitario del
capitalismo y destaca un fenómeno importante.
Denuncia que la reacción del capitalismo a estas nuevas enfermedades y a
un montón de epidemias y manifestaciones patológicas es puramente
terapéutica. Una reacción terapéutica es la reacción de los laboratorios
y los monopolios farmacéuticos que producen medicamentos con fines de
lucro para combatir la enfermedad que, de algún modo, el capitalismo
con su desarrollo anárquico, ha creado. Y opone a esa reacción
terapéutica, la reacción preventiva, que consiste en la acción social
consciente, sistemática del hombre en el cuidado de su propio medio
ambiente y del marco ecológico en que se tiene que desenvolver el ser
humano.
Es muy significativa la reacción de los grandes monopolios capitalistas
que, como ustedes sabrán, en el tratamiento del Sida producen anti
retrovirales a precios imposibles. Absolutamente imposibles. Sólo la
franja más rica de la burguesía puede tratarse contra el Sida. Ya más
abajo, inclusive dentro de la propia burguesía, la medicación es
prohibitiva, lo cual
ha provocado tremendas crisis, la más destacada de
todas, la crisis de Sudáfrica, donde la gente está muriendo como
hormigas y no hay posibilidad de tratarlos por el monopolio de la
investigación y el pateamiento de los medicamentos.
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Esto también ha producido una crisis en Brasil, donde el gobierno
anterior tuvo que tomar medidas para introducir una especie de precios
máximos a los medicamentos y en cierto modo suspender la aplicación de
la ley de patentes en Brasil con respecto al tratamiento del Sida.
Como ustedes ven,
el discurso de ayer pone de manifiesto la cuestión de
la catástrofe e introduce esta novedad en los discursos
antiimperialistas.
Esta visión de conjunto de un período de catástrofe es una novedad.
Venimos de una época en la que se consideraba que el capitalismo se
estaba desenvolviendo, que era un factor de progreso, que era una
mejora en la vida material.
Nadie hablaba de la catástrofe. No sé si
muchos de los seguidores de Fidel Castro van a recoger mañana este tema
de la catástrofe en la que se desenvuelve el capitalismo,
aunque el
discurso de Fidel Castro no relaciona en ningún momento la catástrofe
con el capitalismo, ese carácter de conjunto de tratar de explicarlo
como consecuencia del desenvolvimiento capitalista.
El problema de la catástrofe no es ajeno a la situación histórica
mundial, porque
la catástrofe no es definitiva sino la expresión de un
régimen social que se ha agotado, pero
sin embargo esta sobreviviendo
porque la clase explotada, en ese régimen social, no ha dado cuenta de
él, es decir,
porque los trabajadores no han hecho la revolución. La
catástrofe es la expresión de un régimen que no sólo ha madurado para
una transformación social, que no sólo ha cumplido su rol histórico,
sino de un régimen en completa pudrición.
Esta tesis figura en las tres
primeras páginas del Programa de Fundación de la Cuarta Internacional y
nadie lo había levantado hasta ahora, al menos en el aspecto de la
catástrofe, de un modo más o menos sistemático. Esto es una novedad. No
una novedad de Fidel Castro, ya empieza a ser una novedad en distintos
discursos y fue el tema que Fidel Castro planteó ayer.
Pero no basta simplemente con describir la catástrofe, sino que hay que
emitir un juicio histórico sobre la catástrofe. ¿Qué quiere decir un
juicio histórico?
¿Es una catástrofe porque la gente está confundida?
¿Porque los gobernantes no saben lo que hacen? ¿Por qué no ha habido una
suficiente planificación? ¿No se regula bien la economía? ¿No hay una
supervisión? ¿Las Naciones Unidas no se dieron cuenta? ¿La FAO no actúa?
¿UNICEF no se cuida? ¿O es un estadio del régimen social que vivimos,
que es el régimen capitalista?
Porque si es un estadio del régimen social capitalista, tenemos aquí la
premisa básica de la revolución socialista. Pero Fidel Castro no
extrajo esta conclusión (risas).
Dijo que Cuba siguió un curso
revolucionario, pero que esto no quiere decir que los demás tengan que
hacer lo mismo.
Pero este análisis, esta descripción plantea la
revolución socialista, independientemente que no hubiese sido la
conclusión del discurso. Y esto es lo que tiene un valor extraordinario.
Además, es un tema importante que en el Partido Obrero hemos
desarrollado con cierta sistematicidad (aunque nada es siempre
verdaderamente sistemático entre nosotros) porque la catástrofe del
capitalismo influye en las condiciones de la revolución proletaria. Es
que la revolución socialista en la época actual enfrenta la
circunstancia de que el 25% de la clase obrera se encuentra desocupada.
Mejor dicho, más del 25%. Porque lo que en Argentina tenemos como
desocupados es el 25% de la población activa, no el 25% de los obreros.
Así que la tasa de desocupación entre los obreros es mucho mayor. Y,
por lo tanto, todos esos trabajadores no se encuentran en una fábrica.
Es decir, que en la época de la catástrofe del capitalismo hay que hacer
la revolución con los obreros que están dentro de la fábrica y con los
que están afuera de las fábricas. Y el que diga que no hay que organizar
a los trabajadores que están fuera de la fábrica no quiere hacer la
revolución en la época de la catástrofe del capitalismo. Hay que
bancarse, entonces, las condiciones de pudrición del sistema.
Si el
mundo fuera racional, este sistema habría sido derrocado por la acción
revolucionaria en el punto de madurez, antes de que manifestase los
síntomas de su completa descomposición.
Pero la historia no funciona
racionalmente. Kirchner, Lavagna y todos piden soluciones racionales,
por eso, porque saben que no existen (risas).
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La humanidad tiene que pasar por diversas experiencias. No es a la luz
sólo de la razón que actúa, sino a la luz de la razón que ha sido
fecundada por grandes experiencias.
La razón también tiene que
alimentarse no puede funcionar en el aire.
Entonces,
hay que militar y actuar en las condiciones de la catástrofe
del capitalismo. Hay que unir los elementos revolucionarios en la época
de catástrofe del capitalismo con aquel planteamiento original de los
comunistas, de Marx del siglo pasado, o sea de la revolución dirigida
por la clase obrera y del gobierno de los trabajadores como dictadura
del proletariado.
En el discurso de Fidel Castro de ayer, esta descripción de la
catástrofe y todas las denuncias que hace, tienen mucho de liberal.
Liberal define al pensamiento que denuncia las injusticias. Pero
también, el discurso es una expresión principal de la Revolución Cubana.
Es la expresión de que los méritos de la organización social de la
Revolución Cubana, bloqueada, aislada y en la pobreza son todavía
superiores a los del capitalismo. Él puede decir todo eso sobre la base
de esta experiencia. Él sabe, por ejemplo, que no hay Sida en Cuba -algo
que podría venir en cualquier momento como consecuencia de la
descomposición económica en Cuba, de la pobreza, de la prostitución,
etcétera- ni otras enfermedades, porque hay un trabajo sistemático
social no ligado al beneficio privado, en defensa de la salud y la
educación.
Fidel Castro destaca el contraste entre eso y el capitalismo. Fíjense
una cosa:
Cuba no puede pelear en el mercado mundial con los
laboratorios farmacéuticos norteamericanos, pero Cuba les ha ganado en
el trabajo de la prevención de las enfermedades; tenemos el caso de la
vacuna contra la hepatitis B.
Cuba no puede comercializar sus
investigaciones en el mercado mundial, ni explotarlas comercialmente,
porque está limitada por la acción de los monopolios farmacéuticos. Por
eso, algunas patentes que los cubanos logran comercializar en el mercado
mundial obedecen a acuerdos con los laboratorios internacionales.
Cuando uno piensa en el bloqueo, piensa en barcos que rodean la isla,
pero
hay cosas que no se ven ni se sienten, pero son tremendamente
efectivas, como el hecho de que no pueden transformar su gran trabajo de
investigación científica en una rama del comercio mundial, con todos
los beneficios que eso podría aportar.
Aquí se reflejan las conquistas de la Revolución Cubana en las
condiciones dramáticas en que se encuentra por un conjunto de factores,
pero principalmente por el bloqueo norteamericano.
Y
también refleja y esto nunca hay que dejar de decirlo, la
experiencia, pero en este caso negativa, de la asimilación de Cuba a la
política de la burocracia de lo que fue la Unión Soviética, la cual
ha
pasado de ser un país de excelente educación y salud al único país del
mundo junto a alguna nación de África, donde la expectativa de vida de
la población desciende; donde todas las enfermedades se están
desarrollando y donde las tasas de mortalidad de cada una de ellas es la
más alta.
Los cubanos saben, como consecuencia del régimen burocrático, primero, y
después de la restauración del capitalismo, que si ellos emprenden el
mismo camino que emprendió Gorbachov, que emprendió Yeltsin, etcétera no
queda ningún cubano en pie y ni siquiera tuvieron que venir los
norteamericanos con las armas. Simplemente por el derrumbe del sistema
estatal o planificado.
Por eso cuando muchos dicen que el comunismo fracaso, como lo probaría
la URSS, uno tiene que decir,
sin agotar el debate aca, que quince años
después, el capitalismo ha sido peor. Quince años después, hay que
reconocer que el capitalismo fracasó y pensar cuál es la alternativa
entre capitalismo y comunismo, y yo siempre digo que es la revolución
proletaria (risas).
Porque por comunismo, todo el mundo entiende un
sistema burocrático, entonces
entre sistema burocrático y el
capitalismo, la salida es la revolución proletaria.
El discurso de ayer importa por la denuncia del proceso de destrucción
de las fuerzas productivas bajo el capitalismo y no sólo mediante el
fenómeno de la guerra, y no sólo mediante el fenómeno del armamentismo.
Porque si aparecen enfermedades nuevas, por ejemplo la de la vaca loca,
que es consecuencia de la alimentación con forrajes especiales a los
animales, en donde para abreviar el tiempo de engorde del ganado,
abrevian el tiempo de maduración, se le ponía cualquier cosa.
Consecuencia: al ser humano una enfermedad; directamente vinculada a la
ley de beneficio. Como cuando se cae un avión por falta de
mantenimiento. ¿Y cómo va a haber mantenimiento si el personal de
mantenimiento fue despedido y su trabajo tercerizado? Finalmente, lo
pagaron en su propia ley, que una de las razones que se le atribuye al
éxito del ataque a las Torres Gemelas es que los controles aduaneros en
Estados Unidos eran muy débiles, porque habían reemplazado todo el
personal de origen norteamericano, calificado, por personal inmigrante,
menos calificado, porque a éstos les pagaban infinitamente menos.
Lo que quiero decir simplemente es que estoy hablando de la catástrofe y
la destrucción de fuerzas productivas como un régimen, y un método de
desenvolvimiento del capitalismo. No como un fenómeno extraordinario
producto de una guerra, de una confrontación entre dos países, de un al
que militar, donde se bombardea a todo el mundo y se destruyen
edificios, maquinarias, etcétera.
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Este es el problema principal, la cuestión de que
hemos entrado desde
hace mucho tiempo, por momentos disimuladamente, y por momentos más
francamente, en un periodo de catástrofe. El capitalismo, en la fase
histórica de la catástrofe. Se expresa en la tasa de desocupación
mundial, en la desnutrición, en la mortalidad infantil, en la guerra, en
las masacres, los asesinatos, las enfermedades y en todo un sistema de
lucro montado en torno de esto.
Por eso quiero recordar un folleto de Lenin que resume el concepto histórico del momento:
La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla.
Y
la catástrofe que nos amenaza, como es descripta por Lenin, es la
catástrofe que fue descripta ayer, es la catástrofe que describimos
siempre. Ese folleto dice también cómo combatirla: ocupando las
fábricas, control obrero de la producción, desarme de la policía y el
ejército, milicia de los trabajadores, toma del poder de los
trabajadores, llamamiento de los trabajadores a todos los países del
mundo a levantarse contra el capitalismo.
La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla. Con esto tenemos, en
cierto modo, la respuesta al problema de la charla de hoy, las
perspectivas revolucionarias de la época actual.
Lo interesante también del discurso de ayer, pero ahora para ir
mostrando sus limitaciones, es que Fidel Castro, hace dos observaciones
llamativas. En primer lugar,
cuando al final dice "Viva la humanidad",
que no es un tema nuevo, sino que también tiene que ver con el tema de
la catástrofe. Como podemos desaparecer del planeta, los Bush y Saddam,
Arafat y Sharon, yo y Kirchner, Menem y Duhalde; todos podemos
desaparecer,
tenemos un lugar común y si tomamos conciencia de él nos
unimos para salvar la humanidad. Viva la humanidad.
Uno de los primeros que manejó el tema de la catástrofe y lo planteó de
esta manera fue un funcionarlo ruso del gobierno soviético que se
llamaba Nikita Kruschev, en relación al peligro nuclear. Dijo que habla
un tema común a capitalistas y obreros que era el problema de la
salvación de la humanidad, de la casa común. Entonces elaboró una
política de aproximación al Imperialismo.
Después vino Gorbachov, que
dijo que el concepto de lucha de clases estaba superado, porque toda la
humanidad estaba amenazada, que no debíamos pelearnos entre nosotros.
Si
Macri y un piquetero están amenazados, el piquetero no debe luchar
contra Macri y Macri debe tratar de no robarle el trabajo a un cartonero
a favor de la empresa de limpieza de Macri, sino que se tienen que unir
los dos para la salvación de la humanidad.
Esta caracterización de la catástrofe es simplista.
Observen la
contradicción de describir lo que sería la fase catastrófica del
capitalismo y luego convocar a una unidad entro todos, menos algunos
recalcitrantes. Es decir,
no hay una conclusión política porque la
caracterización, siendo correcta en parte; de conjunto, tiene una
limitación.
El otro tema tiene que ver con la afirmación que hizo de que hay que
luchar por lo que es posible, con la salvedad de que cuando se consigue
lo que es posible, hay que luchar por otra cosa que es posible y luego
así sucesivamente,
el planteo de la posibilidad infinita. Ahora, la
posibilidad infinita no deja de ser una teoría posibilista. Es decir,
hacer aquello que es posible.
Por lo tanto, que no hay que hacer la
revolución. Porque la revolución siempre es un fenómeno imposible con
relación al sistema vigente. Fidel Castro reemplaza la categoría de
posibilidad histórica, por aquella oportunista, que la define dentro de
los marcos vigentes.
El posibilismo criticado por Lenin, aquello de que sólo se puede hacer
lo que es posible en un momento determinado, fue denunciado en el ¿Qué hacer?
Lenin lo definió como un oportunismo.
Castro intenta superarlo diciendo
que después que una cosa posible se convierte en realidad hay que ir
por otras cosas posibles, o sea la posibilidad es infinita. Como Bush
lanzó la teoría de la "guerra infinita" y Bertinotti, el jefe del
Partido Refundación Comunista, acaba de sacar un libro que se llama
La paz infinita,
me pregunto: si con esto de la posibilidad infinita no es ya una
corriente que está buscando un firmamento infinito y soslayando las
tareas históricas del momento que son muy concretas, es decir, la
victoria de la revolución proletaria.
Porque
lo que no se expresa en el discurso es la tendencia del
capitalismo a su propia disolución. Es decir, la tendencia que existe en
el seno de esta sociedad dividida en clases a la revolución.
No vivimos
sólo en un período de catástrofe, vivimos en un periodo histórico de
catástrofe capitalista y de tendencia a la revolución, porque las masas
no aceptan pasivamente este fenómeno de la catástrofe. Estas
revoluciones y levantamientos las tenemos todos los días. Desde la
Intifada en Palestina al levantamiento de los indígenas en Ecuador, a la
insurrección de marzo en Bolivia al Argentinazo nuestro y a los
levantamientos en Venezuela contra el golpe derechista. Lo tenemos en
forma absolutamente constante.
La tendencia a la revolución, porque la caracterización del momento
actual, simplemente como catastrófico, no prevé, no tiene en cuenta, no
incorpora la tendencia de este régimen de clases antagónicas, lucha de
clases hacia su propia disolución y hacia la revolución social. Lo que
falta en el análisis y que es la esencia del marxismo es la comprensión
de los límites insalvables del capital, que lo lleva a la catástrofe es
el capital actuando sobre la base de sus propias leyes.
El ejemplo de que con ocho millones de dólares se puede resolver el
abastecimiento de electricidad de un lugar, no hacía falta que lo dijera
Fidel Castro ayer, porque lo vienen explicando Victo De Gennaro,
Claudio Lozano y Carlos Heller del Banco Credicoop, que la pobreza se
supera con el 3 % del PBI. El único problema es que los capitalistas
están en la bancarrota y necesitan otro 10% del PBI. ¿O dónde van a
salir los 50.000 millones de dólares que reclaman los bancos que están
en Argentina como compensación patrimonial por la devaluación y la
pesificación? Uno dice, con el 3% resuelvo la pobreza; y el banquero
dice, yo necesito 50.000 millones de dólares. Y si no me dan los 50.000
millones de dólares, yo los dejo sin bancos.
Es decir, que primero hay que derribar la dominación de los que poseen
el 90% de la riqueza para después poder darle el 3% famoso para resolver
la cuestión de la pobreza. En definitiva, no me voy a poner en maestro
ciruela de Fidel Castro, porque acá el gran maestro es él.
Si él puede
con 8 millones de dólares darle electricidad a todo el mundo es porque
el 1° de enero de 1959, los cubanos derrocaron a la burguesía y tomaron
el poder (aplausos). Y ahí está todo el misterio del 3% y los 8 millones
de dólares.
En la búsqueda del superbeneficio, la acumulación del capital entra en
contradicciones cada vez más agudas que bloquean su posibilidad y, por
lo tanto, hace estallar las crisis. Sobre esto no hace falta que me
detenga mucho porque ustedes lo vieron en diciembre del 2001. Después de
haber acumulado dinero y capital en forma descomunal, sacándole la
plata a los trabajadores y dándoselas a las Afjp, formando una caja de
30.000 y 40.000 millones de dólares en las Afjp, acaparando toda la
deuda pública por parte de los bancos, con balances que rebosaban de
beneficios, en diciembre del 2001, todos esos bancos se quebraron porque
la condición de esos beneficios era un endeudamiento sin precedentes y
el deterioro del consumo popular. Había un límite a las posibilidades de
seguir acumulando capital en las condiciones de la competencia
extranjera y en las condiciones de la crisis mundial. Los límites del
capital para su reproducción, en etapa tan avanzada de su desarrollo, es
lo que determina la tendencia a la disolución del sistema capitalista
y, por lo tanto, la premisa de la revolución social.
Cuando hablamos de las perspectivas revolucionarias en la época actual,
tenemos que mostrar, por un lado el carácter catastrófico al que ha
llevado el capitalismo,
es decir, la podredumbre del sistema vigente, y
por el otro lado
la sobreacumulación y la tendencia de este sistema a su
propia disolución y a recrear sistemáticamente las premisas de la
revolución obrera, de la revolución socialista sobre la base de sus
propias leyes.
Entramos aquí en un punto importante:
¿el capitalismo puede sobrevivir,
primero, enfermando a la gente y, después, produciendo los remedios
para curarla? Uno puede decir: el capitalismo es un gato de siete vidas,
no va a morir nunca, porque permanentemente recrea las condiciones de
su dominación. Por ejemplo, en el asunto de la vaca loca, matan a todas
las vacas enfermas, subsidian a los ganaderos, y recomienzan el ciclo
ganadero. Los laboratorios no tienen ya dónde vender; se agotaron las
posibilidades económicas de las aspirinas, la penicilina, y hay
sobreproducción en todo eso ¿Qué hacer?
El sida: enfermamos a todo el
mundo, destruimos al ser humano, después le vendemos los medicamentos y
seguimos acumulando capital. ¿Resiste esa lógica? No,
el capitalismo que
enferma, embrutece, mata y destruye, lo hace con métodos capitalistas,
en el marco de sus limitaciones, históricas. ¿Hasta qué punto los
medicamentos, que cuestan varios centenares de dólares la unidad,
ofrecen la posibilidad de que los laboratorios mantengan su tasa de
beneficio? Entonces, la tendencia a la catástrofe se desenvuelve por
métodos capitalistas y el límite es el propio capital.
El ejemplo claro es el del armamentismo. Ustedes saben muy bien que hay
choque entre Estados Unidos y Europa, porque Europa quiere crear un
ejército propio. ¿Pero por qué quiere crear un ejército propio si nunca
lo había querido crear hasta ahora?
No lo había querido hacer porque
pretendió que el gasto militar lo bancaran exclusivamente los
norteamericanos Por lo tanto,
una fracción importante de las riquezas de
los Estados Unidos se destinaban al gasto militar, mientras que la
burguesía europea evitaba ose gasto y se desarrollaba para hacerle
competencia a los Estados Unidos Los gastos militares minan la base
productiva del país.
Una parle entera do la generación de riquezas de la
burguesía, va destinada a solventar la industria militar.
Entonces, sobre la base de la destrucción de las fuerzas productivas,
el capitalismo no tiene una salida. Es decir, es una tentativa de
salida, pero no constituye una salida.
Porque las leyes del capital, que
lo ponen como límite a él mismo, en el sentido de que no puede ir más
allá de la capacidad de consumo de los trabajadores y no puede ir más
allá de los extremos de plusvalía que pueden sacar con las nuevas
técnicas, eso sigue valiendo incluso para la industria armamentista,
para los laboratorios, para la industria ecológica, que limpia los ríos
que alguien previamente infectó, etcétera, etcétera, etcétera...
Entonces no constituye una salida a la crisis del capital.
Por eso la
catástrofe y la barbarie no son una salida para el capitalismo, que
llevada hasta sus últimas consecuencias es el fascismo. Es decir, para
que esta salida tenga perdurabilidad en el tiempo la catástrofe
capitalista tiene que manifestarse en un régimen político que
corresponda a esa situación do catástrofe: el fascismo.
Ahora, si Estados Unidos y Europa, o mejor dicho el imperialismo
norteamericano y europeo, tienen que imponer el fascismo a los Estados
Unidos, a Francia, Alemania y a Europa donde las conquistas históricas
do la humanidad se han desarrollado más intensamente que en cualquier
otro la do. Es decir, que la tendencia a la catástrofe plantea la
tendencia ni fascismo y, por lo tanto, la tendencia a la revolución.
Con esto, recuperamos en esta parte, en este principio del siglo XXI,
una caracterización que rechazan todos los oportunistas:
la
caracterización de que la humanidad había entrado en una época de guerra
y do revoluciones. Era frecuente escuchar, incluso desde antes de la
disolución de la URSS, de que quizás era cierto que la humanidad había
entrado en una época de guerras y revoluciones pero sólo entre la
Primera Guerra Mundial y el final de la segunda. Pero esto no era cierto
más que como época histórica eso había sido superado por el propio
capitalismo. Sin embargo,
hoy tenemos un período de guerra y
revoluciones, porque es inevitable que las guerras engendren las
revoluciones. Las engendran cuando se trata de prevenir las guerras y
las engendran como consecuencia la catástrofe que desatan las guerras.
Los revolucionarios luchamos por impedir las guerras, pero si la guerra
se produce, las consecuencias de la guerra producen, fatalmente,
estallidos revolucionarios. Ha ocurrido siempre así. Y ustedes lo que
han tenido es un ejemplo, reducido por la escala histórica pero muy
amplio, con la reacción de centenares de millones de personas ante el
ataque norteamericano a Irak. Se ha producido una movilización sin
precedentes como consecuencia de esto.
Por lo tanto, para el Partido Obrero, y lo digo porque ha sido el tema
principal del debate de nuestro último Congreso en el mes de noviembre,
toda la cuestión de la tendencia catastrófica del capitalismo no sólo
apunta al tema del fascismo, sino que
apunta a un proceso histórico que
todavía no ha sido completado, que es el de la conquista de todo el
espacio geográfico y económico que hasta hace quince años, integraba la
Unión Soviética y la llamada República Popular China. Porque sería un
error pensar que la abolición del régimen estatal y de planificación
significa automáticamente la victoria de la restauración capitalista.
Indudablemente, esos regímenes funcionan con criterios capitalistas.
Pero todavía tienen que desmantelar todas las conquistas y todas las
relaciones sociales armadas en varios y largos procesos revolucionarios,
y proceder a utilizar ese dislocamiento de las relaciones sociales que
ha dado el proceso revolucionario para montar la explotación capitalista
y modificar la economía mundial.
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Para decirlo de esta manera:
en los 21 millones de kilómetros cuadrados
que integran los territorios de la ex URSS todavía no ha comenzado
siquiera un proceso de colonización capitalista y lo prueba el hecho de
que los ingresos de los rusos vienen, fundamentalmente, por la
explotación de los yacimientos petroleros.
Y en 21 millones de
kilómetros cuadrados se puede hacer mucho más que explotar cien pozos de
petróleo. Hay 115 millones de personas para explotar, hay una mano de
obra para explotar,
hay un mercado y la conquista de ese mercado es
realmente el designio del proceso que está llevando a la guerra de
Afganistán, de Yugoslavia, de Irak y al montaje de todo un proceso de
colonización de la ex URSS.
Esta cuestión de completar la restauración y la tendencia al fascismo
son las dos fuerzas propulsoras fundamentales de la catástrofe.
Pero
cuando hablamos de las perspectivas de la revolución no lo podemos
reducir a mostrar que esas catástrofes emanan del capitalismo. Tenemos
que mostrar que estas catástrofes emanan del modo capitalista de
producción, que estas catástrofes son un método con el que el
capitalismo quiere salir de su propia crisis (las guerras, las
enfermedades) y que esas salidas a las crisis tienen límites todavía más
insalvables que los que tenía el capitalismo en una etapa precedente.
Esta tendencia del capitalismo a pretender superar sus propios límites
es la que lleva a la revolución socialista y sin la cual no se puede
hablar de perspectiva revolucionaria.
En el momento actual, estas tendencias se manifiestan en relación a dos
grandes fenómenos: desde el punto de vista económico, la tendencia a la
deflación en Europa y en Estados Unidos, algo que no ocurría desde 1930
y la tendencia a la guerra, marcada por ejemplo por la ocupación de
Irak y el afán del imperialismo de rediseñar todo el mapa político del
Medio Oriente, del Asia soviética y, eventualmente, de todo el mundo.
El problema de la deflación es un problema capital porque la deflación
significa la caída imparable del valor del capital. El capitalista no
produce para el consumo, sino para la valorización. Tiene que producir
para el consumo y la producción, pero por sobre todo produce valores.
Estos valores del capital están cayendo en forma estrepitosa, muy
marcadamente, en Europa y en Estados Unidos, y esta nueva tendencia a la
deflación es la consecuencia de la bancarrota de los grandes monopolios
financieros de los últimos años, es la consecuencia de la bancarrota de
Enron, es la consecuencia de la bancarrota de World.com, es la
consecuencia de la bancarrota de las líneas aéreas, la bancarrota de
Fiat; es decir, la bancarrota completa de empresas, las cuales están
obligadas a liquidar. En lugar de poner en producción los activos de las
empresas, los venden y liquidan para pagar las deudas, iniciando una
cadena de desvalorización de los capitales en su conjunto.
La deflación en el campo económico y la guerra por la remodelación de
Europa por la remodelación del Medio Oriente, por la penetración y
recolonización del ex espacio soviético, es lo que caracteriza al
momento actual. Porque las crisis capitalistas que estamos conociendo no
tienen salida económica. Todas las tentativas de salida económica han
fracasado y hasta ahora han fracasado, inclusive. Las tentativas
políticas. La más importante de todas es haber logrado que 27 países de
Europa se unan en una Federación de Estados.
Eso significa reemplazar 27
mercados por un único mercado, una serie de ventajas colosales para el
capital. Pero la Unión Europea está en el pozo más grande de su crisis,
encabezada por Alemania.
No hay una salida económica. Solamente a través de fuertes derrotas de
los trabajadores, de golpes a la soberanía nacional, de destrucción de
conquistas, el capitalismo podría eventualmente, teóricamente,
abstractamente, volver a recomponer condiciones estables de explotación
del capital. Por eso, si ustedes agarran los diarios van a ver una cosa
que es cada vez más frecuente. ¿Cuál es el problema de Francia?
Gigantescas huelgas y manifestaciones contra el intento de destruir la
jubilación estatal. Italia: manifestaciones y huelgas contra el intento
de destruir la jubilación estatal. España: huelgas contra el intento...
Lula: destruir la jubilación estatal.
Esto nos permite caracterizar procesos como los de Lula. Porque Lula
nunca dijo que era anticapitalista. Lo que él dijo siempre querer era
poder utilizar 8 millones de dólares para que todo el mundo tenga
electricidad, el famoso 3% del PBI para distribuir la riqueza. Pero en
vez de esto, les está sacando la plata a los jubilados, les quiere poner
un impuesto a los jubilados para disminuir el déficit presupuestario o
aumentar el superávit y poder pagar la deuda externa.
Acá no importa la persona de Lula, sino las fuerzas sociales que se
producen a través de Lula, que Lula no puede dejar de traducir en la
medida en que no es un elemento obrero revolucionario que lucha por el
fin de este sistema, sino que busca salvarlo de alguna manera y
encontrar una posición para la gente parecida a él, dentro de este
sistema.
Esta política de destrucción no es una salida económica, es una salida
de choque. En Francia, golpear la seguridad social y golpear la
previsión, es un agravio nacional, porque es el país que ha construido
desde las huelgas de 1936 una cultura de estas conquistas sociales en
materia de seguridad.
Ustedes lo van a ver también en Inglaterra. Van a ver, dentro de poco,
dantescas huelgas de maestros, como consecuencia de los brutales ataques
de Blair, el Lula inglés, a la educación pública. No son salidas
económicas. Salida económica es bajar la tasa de interés, reducir los
aranceles, subir la tasa de interés, aumentar el presupuesto, bajar el
presupuesto. Esas son salidas económicas. Estos son ataques a las
conquistas de los trabajadores. Este es el proceso objetivo histórico
del momento.
Ahora, ¿en qué consiste el movimiento de la subjetividad humana? ¿En
qué consiste la acción del ser humano? En poder generalizar, conceptuar,
transformar en herramientas intelectuales y, por lo tanto de acción, la
comprensión del desenvolvimiento histórico. ¿Por qué queremos entender
todo esto? Para que este entendimiento nos dé las herramientas
programáticas, intelectuales y, por lo tanto, de organización para
enfrentar eficazmente y dar una salida a la situación. El problema del
programa y el problema del partido no es una preferencia de una fracción
determinada de la izquierda, en este caso del Partido Obrero, sino que
es la consecuencia fatal de la pretensión de darle un contenido concreto
e histórico a la acción subjetiva.
Esta tendencia, que debe ser superada, a la catástrofe, esta tendencia
revolucionaria que debe ser encaminada hacia los trabajadores, todo
esto, ¿en qué se traduce? Se traduce en un programa y un programa debe,
necesariamente, traducirse en una organización; si no, es un programa de
cine. El programa es la comprensión de una situación histórica y es el
remedio a esa situación histórica, por lo tanto, comporta la acción.
Es muy significativo que en este punto no tengamos ningún discurso que
ligue el proceso de la historia con la acción del hombre. No basta
hablar de la catástrofe, hay que decir cómo la transformamos en
programa. Hay una descripción de la realidad, que es puramente el
discurso y que comporta conclusiones como las que hemos examinado: viva
la humanidad, posibilismo infinito, pero siempre cambios posibles, nunca
cambios que enfrentan resistencias sistémicas. El planteamiento del
Partido Obrero de construir un partido revolucionario, no tiene que ver
con un interés particular de fracción, sino que es la consecuencia
inevitable de la pretensión de querer actuar sobre la base del
conocimiento de la realidad. Si la realidad es conocida, se tiene que
traducir en un programa. Y un programa tiene sentido como instrumento de
una organización.
El partido es eso: es el programa. Es la subjetividad
del proceso histórico, es lo que transforma a la realidad objetiva en
realidad histórica. No es otra cosa.
Por eso no puedo dejar de destacar que en el discurso de ayer, Fidel
Castro no sacara esta conclusión: de que el pueblo argentino ha dado un
gran ejemplo al mundo. No porque se levantó el 19 y 20 de diciembre,
sino porque derrotó a Menem el 27 de abril.
Es decir, caucionó al gobierno de Kirchner, que seguramente no hace lo
que hace Fidel Castro en Cuba ni va a distribuir el 3% del PBI.
La cuestión del partido, si estamos hablando de la tendencia
revolucionaria del capitalismo, no se limita a un sólo país. El problema
atañe a la clase obrera de todo el mundo. En todos los casos, con
diferentes grados se manifiesta la catástrofe y la tendencia
revolucionaria ¿Por qué todos los partidos reformistas en el mundo se
han transformado en Instrumentos directos del Imperialismo? Miren el
Partido Socialista francés, miren el Partido Laborista británico
conduciendo el ataque a Irak. Son los instrumentos de ataque a las
masas, no los partidos reformistas que tratan, mal o bien, de defender a
las masas. El PS francés acaba de hacer un Congreso, lo van a leer en
el próximo número de nuestro periódico, donde, anunciando un gire a la
izquierda, apoyan la destrucción de las conquistas provisionales. A eso
llegan cuando giran a la izquierda: si giraran a la derecha se imaginan
adónde se irían (risas).
Uno dice ¿qué pasa? ¿Son gente de mala madre? No. Están en una época de
catástrofe capitalista. Si queremos superar esta catástrofe, tenemos
que liquidar al capitalismo. Si no, tenemos que ir adelante con la
catástrofe y que sea lo que Dios quiera. Atenuás los golpeas acá, los
golpes allá, pero seguís con la catástrofe. Acá los partidos, los jefes
de Estado son la traducción más o menos consciente, más o menos
inconsciente de fuerzas históricas implacables que los pulverizan. O
mejor dicho, que pretenden pulverizar a través de ellos a los
trabajadores.
Hay toda una crisis en el PT de Brasil porque quieren expulsar a
algunos diputados, lo cual no deja de ser interesante, porque resulta
que estos diputados defienden el programa del PT: va a ser la primera
vez en la historia en que a un tipo lo echan por acatar el programa de
su propio partido (risas) mientras que los que lo violan se quedan
adentro. Los va a sancionar la Comisión de Estatuto, que tiene que decir
si una persona pertenece o no al partido, según haya violado o no el
programa. ¿Usted lo viola? No. Entonces lo echamos (risas).
S
e trata de la construcción de un partido mundial. Naturalmente, la
construcción de un partido mundial no es la acción de un partido
particular de un país. Es la comprensión de muchos países, muchas
vanguardias, muchos luchadores de diferentes lados. Me llamaron la
atención, la última semana, dos cosas que leí. Una, en particular, de un
sector muy ligado al movimiento antiglobalización,
un sector que
todavía se dice trotskista y que se llama Secretariado Unificado de la
Cuarta Internacional. Tienen un intelectual de mucho prestigio que se
llama Michel Lowy. Él plantea que hay que construir una nueva
internacional; pero que no debe ser la Quinta Internacional. Hago
énfasis en esto. Tenemos que construir una nueva Internacional que no
debe ser la Quinta Internacional, dice,
porque si fuera la Quinta
Internacional sería una Internacional que debería entroncar con el
movimiento histórico de la clase obrera. Quien estuviese con la Quinta
Internacional, dice, se siente identificado con la Cuarta, la Tercera,
la Segunda, la Primera.
Se identificaría con lo más avanzado de todos
esos movimientos. Lowy dice: "No nos tenemos que identificar". Tiene que
ser una Internacional sin referencia histórica, sin continuidad con los
esfuerzos históricos de la clase obrera para su emancipación.
En nombre
de construir una nueva internacional, lo que se propone es la
destrucción política y subjetiva de la clase obrera. Propone una
internacional que liquide la memoria, porque dice que de lo contrario,
los que no compartan esa memoria no van a querer formar parte de la
nueva internacional. Pero ¿para qué queremos fundar una internacional
sobre la base de liquidar la memoria histórica de la clase obrera?
Es interesante lo que se quiere decir; también porque el Secretariado
Unificado tiene una senadora en el PT y un ministro agrario en el
gobierno, que está encargado de que no se le entregue la tierra a los
trabajadores sin tierra. Y trotskista (risas).
Pero hay un grupo inglés que sí propone refundar la Quinta
Internacional. El otro no quería construir la Quinta para que nadie crea
que venimos de Marx, de Lenin, de todos esos. Este grupo quiere la
Quinta, pero la quiere construir sobre la base de él mismo, se considera
la representación exclusiva de la continuidad histórica.
La Cuarta
Internacional ha tenido un derrotero histórico muy accidentado y también
muy vigoroso, ha participado en todas las luchas mundiales, pero pocas
veces jugó un papel decisivo. La IV Internacional ha pagado con muchas
crisis internas, rupturas y escisiones, las fuertes presiones
contrarrevolucionarias.
Por lo tanto, la conciencia histórica del
movimiento obrero todavía está en el programa y los cuadros de la Cuarta
lnternacional. Quizás la Internacional que surja como consecuencia de
este gran ascenso de luchas no sea la Cuarta Internacional tal como la
planteamos ahora. Pero, con seguridad, con este planteo vamos a ser el
puente entre la situación actual y aquella futura situación en la que
mejor surja un nuevo movimiento internacional con memoria en el pasado y
con características masivas y gigantescas que lo haga nuevo desde el
punto de vista histórico, nuevo como realidad histórica.
En ese caso,
nuestro esfuerzo por reconstruir, refundar la Cuarta lnternacional sirve
de puente entre la etapa actual, en que hay que desarrollar la
subjetividad, la organización, la experiencia de clase de la clase
obrera en lucha contra el capitalismo y aprovechar las tendencias
revolucionarias que existen, hacia la futura Internacional.
Nosotros venimos del Argentinazo y ahora lo tenemos a Kirchner. Cuando
ocurren este tipo de fenómenos, a la gente le agarra una decepción
terrible, lo cual es muy sano. Pero quiero señalar una frase de Marx,
sobre la revolución del '48 en Francia, la guerra civil, la lucha de
clases, el 18 Brumario que decía que las revoluciones proletarias
vuelven constantemente sobre sí mismas, se someten a constante crítica,
no son actos únicos. Son un proceso de constante superación y porque es
un proceso de constante superación conoce contrastes, reveses. Porque
sólo los reveses le permiten descubrir las flaquezas y las debilidades
del periodo que acaba de cerrarse. Haciendo este trabajo de crítica
sobre sí misma, y de lo que hizo, vuelve a adquirir un nuevo ímpetu y
una nueva lucidez para llevar las tareas a la victoria.
Es por eso, que en cierto modo,
esta charla es una reflexión sobre el
Argentinazo, porque demuestra todo lo que empuja a las masas en todo el
mundo a pasar, del Argentinazo, a la revolución proletaria, al gobierno
de los trabajadores, al socialismo mundial, a la dictadura del
proletariado. Nada más. (Aplausos).
Fuente:
http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/internacionales/la-perspectiva-revolucionaria-en-nuestra-epoca