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miércoles, 27 de febrero de 2019

Que la crisis la paguen los capitalistas

Que la crisis la paguen los capitalistas
22 de febrero de 2019

Por una salida de los trabajadores y la izquierda.


No termina febrero y las noticias que sacuden al país muestran un 2019 insoportable para la mayoría trabajadora nacional.

La inflación de enero en casi 3% augura una más alta en febrero, o sea un curso ascendente que llevará el registro anualizado por encima del 50%. Salarios, jubilaciones y planes sociales alimentarios, han perdido de un año a esta parte entre 15 y 20 puntos frente a la inflación.

Al mismo tiempo los recursos de crisis con el propósito de despedir centenares de trabajadores de empresas tan emblemáticas como Coca Cola o Fate, son la punta del iceberg de una ola de suspensiones, retiros voluntarios, despidos directos y cierres de fábricas.

Es que montadas en este derrumbe económico y la política de Macri, las patronales meten acelerador a fondo para destruir convenios y condiciones laborales con el fin de extremar el jugo que se saca a los exhaustos trabajadores.

Ni hablar de la precarización laboral que se esparce y los despidos ampliados entre los trabajadores en negro que tanto afectan a nuestra juventud, sin trabajo y sin futuro a la vista.

La combinación de inflación en todos los precios, tarifazos en servicios y transporte más despidos, es explosiva para las familias trabajadoras.

La inflación se combina con una recesión pavorosa que ha llevado el uso de la capacidad industrial al 56,6%. O sea que la mitad de las instalaciones industriales están paradas. En textiles o metalmecánicos esa cifra es mucho mayor: seis de cada diez máquinas están paradas, lo que augura más cierres y despidos en los próximos meses.

La recesión internacional que se perfila agravará esta tendencia.

El gobierno pretexta que semejantes sacrificios son el precio momentáneo de la “estabilización” macroeconómica. Falso. En estos días la suba del dólar, apenas bajaron un poco las paralizantes tasas de interés, demostró que los 44 millones de argentinos estamos sentados arriba de un barril de pólvora.

Al bajar levemente las tasas de interés que infartan la economía – porque impiden el crédito al consumo y a la producción –, la bicicleta financiera giró al dólar poniendo más combustible a la inflación, porque atrás del aumento del dólar vienen la nafta, los alimentos y sigue el baile.

Fuera los socios del FMI


La misión del FMI sigue operando en el país de manera abierta, dirigiendo de modo directo la política económica. Este tutelaje colonial está al servicio de garantizarle a los fondos de inversión beneficios del 40% en dólares de setiembre a enero. Mientras tanto avanza la quiebra del Banco Central cuya deuda reproduce la bomba de tiempo de las famosas Lebac que creó Kicillof y que siguieron Sturzenegger y Caputo al frente del Banco Central.

El déficit fiscal cero pactado con el FMI ha servido para un ataque brutal al salario y a las jubilaciones, y para una paralización de la obra pública. Sin embargo, el déficit crece por los intereses de la deuda externa que han escalado a niveles sin precedentes. La bandera del déficit oculta una transferencia de recursos gigantesca del pueblo argentino a favor de los banqueros y especuladores.

Asistimos a un fracaso redondo de toda la tentativa de salida capitalista a una crisis que en ese fracaso arrastra a la desesperación a todos los que viven de su trabajo, a los que buscan ese trabajo y no lo tienen y a quienes trabajaron una vida y su jubilación los hunde en la miseria. Como también a los que se endeudaron para tener su casa propia con la estafa de los UVA.

Ante esta situación es muy claro que la ruptura con el FMI es la condición primera para sacar el país adelante en función de los trabajadores. El pago de la deuda consume los recursos fundamentales del país y es la causa primera que explica la inflación que devora el salario y las jubilaciones.

Sin embargo Urtubey, Lavagna, Kicillof y ahora la burocracia sindical, se han reunido con la misión del FMI que llegó al país en estos días.

¿Para qué? Para darle garantías de repago futuro a ellos y a todo el capital financiero que oprime al país.

Advertimos a los trabajadores y a todos los sectores populares que luchan cada día contra este gobierno que se trata de todo un régimen de clase. Que incluye enteramente a todas las alas del PJ y al kirchnerismo, pagadores seriales de la deuda en su conjunto bajo su “década ganada”, pagadores al contado al FMI y también iniciadores de la política de entrega petrolera y energética que hoy nos somete a los tarifazos a repetición.

Los mismos que con sus gobernadores aplicaron el ajuste, que con sus legisladores votaron las leyes del macrismo, ahora dan garantías futuras al FMI para ser el gobierno de relevo de esta Argentina quebrada.

El programa del FIT, su intervención en la crisis

La burocracia sindical aísla las luchas contra los despidos, por el salario, por todas las reivindicaciones.

También estuvieron de espaldas a la formidable lucha de la mujer por el aborto legal, por la educación sexual integral, por la separación de la Iglesia y el Estado y por sus derechos, por lo que ahora se niegan a decretar paro de mujeres el 8 de marzo, día internacional de la mujer.

El Partido Obrero es impulsor del Plenario Sindical Combativo que promueve el paro activo nacional de 36 horas y un plan de lucha hasta la huelga general para derrotar ahora mismo, con millones de trabajadores movilizados, a Macri, al FMI, a los gobernadores, a la ofensiva patronal y a todos los socios de la corrupción macrista, pejotista y kirchnerista.

No temamos la derrota inmediata de Macri, con el pueblo en la calle. Al contrario, la irrupción de los trabajadores en la crisis es garantía de triunfo: a partir de una gesta popular promovemos la convocatoria de una Asamblea Constituyente, libre, soberana y con poder político para proceder a reorganizar el país sobre otras bases.

La perspectiva de una gesta popular sería la reacción a la altura de la entrega y la masacre social que vivimos, se inscribe en las mejores tradiciones de nuestro pueblo.

El Frente de Izquierda y los Trabajadores que integramos, es antagónico a las fuerzas política que tras el caramelo de una oposición unida para derrotar a Macri en octubre, hoy mismo elaboran un plan patronal no para terminar con esta política, sino para establecer un relevo ordenado a partir de octubre, mientras Macri y las patronales ejecutan la tarea sucia de un ajuste brutal contra las condiciones de vida del publo trabajador.

Argentina es un país en bancarrota. Las fuerzas del sistema pretenden que en octubre se elija un síndico que decida qué clase social paga los platos rotos de la crisis.

El programa de las distintas formaciones capitalistas, sean macristas o del pejota-kirchnerismo, conduce a que sean nuevamente los trabajadores los que carguen con el peso de la quiebra nacional.

La salida para la mayoría trabajadora reclama un programa de ataque directo al capital: no pago de la deuda, principal fuente de la fuga de capitales; nacionalización de los recursos energéticos y de las privatizadas para terminar con la dolarización de tarifas; nacionalización de la banca y del comercio exterior; apertura de los libros de las empresas que despiden o suspenden; control obrero general; reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; por un plan de obras públicas financiado por impuestos al capital, por un salario equivalente a la canasta familiar, por el 82% móvil basado en la reposición de cargas sociales patronales para terminar con el vaciamiento del Anses. Universalización y duplicación del monto de los planes sociales para los desocupados privados de trabajo genuino. Por los derechos de la mujer: aborto legal, educación sexual integral y separación de la Iglesia del Estado. Por la educación y la salud pública bajo gestión de los trabajadores.

Llamamos a todas las luchadoras y luchadores a debatir este programa en función de que el FIT plante bandera de inmediato, erigiéndose en alternativa política actuante en todos los terrenos con estas propuestas, como fuerza política integral de lucha y electoral, cuando ya corren varias elecciones provinciales, de manera de no desdoblar la propuesta de la Izquierda que debe golpear como un solo puño con un claro lema: que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de los trabajadores y la izquierda.

PARTIDO OBRERO

22/2/2019
 

martes, 26 de febrero de 2019

Cristina Fernández de Kirchner, celeste desde la cuna

26 de febrero de 2019



En el marco de la promoción de la figura de Cristina Fernández de Kirchner como la de una líder política que reagrupa en torno suyo de manera “amplia”, un portal de noticias de internet informó que el secretario de Cultos del municipio de Hurlingham, el evangélico Gustavo Legname, sería parte del desfile de instituciones y personas que desde hace un tiempo se suceden en el Instituto Patria.

La “noticia” se viralizó con cierta velocidad. Sin embargo, aunque la ex presidenta finalmente concretara la reunión con el funcionario de la gestión del kirchnero-pejotista Juan Zabaleta, la “noticia” no pasaría exactamente por ese evento, porque sería la reunión de gente que ya integra el mismo espacio político.
Iglesias evangélicas y partidos patronales


El crecimiento de las diferentes confederaciones evangélicas se viene dando desde hace muchos años y encuentra su punto fuerte en la crisis del catolicismo y en el apoyo de gobiernos entre los que se encuentran de forma destacada los de Néstor y Cristina Kirchner.

Al mismo tiempo, las iglesias que se corresponden con el apoyo más abierto al gobierno de Cambiemos y que tuvieron su mayor exposición durante el debate parlamentario del aborto legal, son aquellas que están nucleadas en la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), que hoy representan a no más del 25% de las iglesias evangélicas del país. La Federación de Iglesias Evangélicas y la Confederación de Iglesias pentecostales nuclean a una mayoría de templos.

No obstante, la idea de que las personas que rodean a los templos evangélicos son el instrumento sin fisuras del aparato organizado que los dirige contra iniciativas como la del aborto legal, es absolutamente irreal y paralizante. Bajo esta lógica, no habría condiciones ni oportunidades para atraer a todo un sector a luchas justas como la del aborto legal, algo que es absolutamente falso.

Peronismo y evangelismo

El apoyo o el trabajo común entre el peronismo en todas sus vertientes con las iglesias evangélicas viene de larga data y a esta fidelidad política le rindió homenaje el municipio más grande del país, La Matanza, que en noviembre del año pasado luego de consagrar el 31/10 como el Día de las Iglesias Evangélicas matanceras, festejó la iniciativa kirchnerista con un gran festival en el que intervinieron Fernando Espinoza y Verónica Magario.

El presidente del PJ bonaerense e intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, fue vocero antiderechos frente al Congreso, en una de las convocatorias de este sector. Mientras esto ocurre su gestión se llena de denuncias contra sus funcionarios del Polo Audiovisual, Pablo Yotich y Maximliano Giusto por la violación de la ahora fallecida Natacha Jaitt o las denuncias de la ex mujer y de una empleada contra Mariano Mera Figueroa, sobrino de los Urtubey y funcionario de la intendencia.

Por su parte, los evangélicos patagónicos que llevan más de 50 años instalados en la zona, tienen un predominio muy fuerte y un entrelazamiento absoluto con los gobiernos peronistas. Sólo en Chubut se calcula que hay una presencia de no menos de 400 templos evangélicos y el propio intendente de Trelew, Adrián Maderna, pertenece a este culto.

En tierra kirchnerista, en la provincia de Santa Cruz, los gobiernos de Néstor Kirchner se entrelazaron de manera permanente con la Iglesia católica y también la evangélica. La primera representante que el ex presidente Néstor Kirchner puso en el Consejo Nacional de las Mujeres fue Pimpi Colombo, quien votó en contra de una ley de acceso a los anticonceptivos a toda la población a través de los hospitales de la ciudad y de la unión civil, mientras fue legisladora. Desde estas tierras, Cristina Kirchner se llevó a la Rosada al evangélico Ricardo Quintana, presidente del Partido de la Gente, promovido por estas iglesias cristianas.

El Estado es la gran fuente de financiamiento directo e indirecto de este tipo de iglesias. A través de la tercerización de la asistencia a presos, mujeres violentadas y niñas y niños institucionalizados, el Estado sostiene y estimula el crecimiento de estas sectas. Este cuadro se agrava frente a las crecientes denuncias de pedofilia, las cuales aún no han podido materializarse contra el Estado que es el que prohíja pedófilos entregando en sus manos a las niñas y niños más vulnerables.

Desde la cuna

El promotor de la “noticia” sobre la reunión en el Instituto Patria, Gustavo Legname, es un funcionario kirchnero-pejotista que fue a exponer al Congreso contra el aborto legal. Algunos medios caracterizaron que fue la intervención que mostró “los argumentos más endebles e insólitos en algunos casos”. En las últimas elecciones se ubicó en las listas de Florencio Randazzo, junto al Movimiento Evita, que promocionaba al candidato.

Cristina es “celeste” desde la cuna. Su trayectoria política estuvo siempre anudada a los destinos de las iglesias Católica y Evangélicas. Disculpen quienes se hayan confundido por el hecho de que ella votó a favor del aborto legal el 8A. Esa acción sólo se explica por nuestra potencia. Gran parte de su base electoral junto a miles de personas en todo el país, se lanzó a las calles sin tapujos a pelear por los derechos democráticos de las mujeres. Ella no podía cargar con ese costo. Ahora es el momento de sacar todas las conclusiones y de seguirla en la calles sin claudicar.
 

lunes, 25 de febrero de 2019

Otto Vargas y el PCR, un balance histórico


Otto Vargas y el PCR, un balance histórico
23 de febrero de 2019


Ha fallecido Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario (PCR). Su vida está íntimamente ligada al partido del cual fue fundador y constructor.

En sus inicios militantes, a fines de los 40 –según me confesó personalmente en una reunión de direcciones entre nuestros dos partidos– estuvo tentado de incorporarse a un agrupamiento que se reclamaba trotskista en La Plata. Pero finalmente lo hizo al Partido Comunista Argentino (PCA) dirigido por Victorio Codovilla. Ahí se desarrolló como un cuadro internacional, viajando a las escuelas de formación del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS).

En 1967, precipitó la ruptura de la mayoría de la juventud del PCA. En una primera etapa se planteó “la recuperación revolucionaria” del PCA, ligándose a un sector de la burocracia del PCUS. Pero a principios de 1968 terminó constituyendo el PCR.

Su ruptura con el PCA codovillista fue parte del proceso de crisis del viejo aparato stalinista mundial y del ascenso revolucionario que produjo la revolución cubana, entre cuyas manifestaciones se cuentan el Mayo Francés y la guerra de Vietnam. La revolución cubana fue atacada y resistida por el PCA y el aparato internacional del PCUS. Uno de los factores que influyó en la constitución del nuevo Partido, fue la traición abierta del PCA y el PCUS, junto al PC boliviano, a la lucha del Che Guevara en Bolivia. Esa traición fue denunciada en el Diario del Che y por Fidel Castro. En 1967, nuestro Partido y el Comité de Recuperación Revolucionaria del PC, dirigido por Otto Vargas, llegaron a sacar declaraciones comunes llamando a movilizarse en apoyo al Che.

Años más tarde (1972), en el marco de la crisis y polémica internacional entre el PCUS y el Partido Comunista Chino (PCCh), el agrupamiento de Vargas se volcó abiertamente al maoísmo, encontrando en el mismo un punto de apoyo contra el PCA ligado a la burocracia “revisionista” rusa. La lucha interburocrática China-URSS había llevado a los primeros a ensalzar a Stalín, que venía de ser defenestrado en el XX Congreso del PCUS, en un intento por contener y desviar el creciente descontento de la clase obrera de la URSS. Otto Vargas cambió de referencia internacional, pero mantuvo a Stalin como referencia histórica. Su descubrimiento del carácter restauracionista de la burocracia de la URSS no le permitió caracterizar que el mismo proceso estaba en desarrollo en China. Ese mismo año Nixon viajó a Pekin para establecer un ‘acuerdo’ con Mao. En corto tiempo (1979) el mismo Otto Vargas llegó a la conclusión que en China estaba en pleno desarrollo el proceso de restauración burocrática del capitalismo.

Vargas, sin embargo, se atrincheró en la defensa la concepción menchevique del stalinismo: la llamada revolución por etapas con la burguesa democrática al frente, y la búsqueda desesperada de sectores progresistas de la burguesía nacional con los cuales hacer frente común. Ello, contra los intentos de organización política independiente de la clase obrera para acaudillar la lucha por la revolución permanente y la dictadura del proletariado.

Al poco tiempo de su nacimiento, el PCR intervino protagónicamente en el proceso del ‘cordobazo’ y estableció acuerdos de trabajo, aunque con diferentes estrategias, con nuestro PO. Fue así que se conformó la lista Marrón dirigida por René Salamanca, que integramos y recuperó el combativo SMATA Córdoba. Pero la sujeción a la burguesía nacional llevó al PCR a considerar al gobierno de Perón e Isabelita progresivo y antiimperialista y a apoyarlo activamente. Esto, a pesar de que ese gobierno se constituyó en eje de la reacción contra el proceso revolucionario abierto con el ‘cordobazo’, desarrollando una fuerte política represiva contra las luchas de la clase obrera y la izquierda, implantando el “Pacto Social” (tregua impuesta a la lucha de los trabajadores); el terror parapolicial y burocrático contra sectores combativos de la vanguardia obrera y estudiantil; la intervención y represión del sindicato clasista metalúrgico de Villa Constitución, y otros ataques a la clase obrera. En el plenario clasista y antiburocrático de Villa Constitución (1974), el PCR se opuso a la formación de una Coordinadora Nacional propuesta por nuestro Partido y otras organizaciones para articular las luchas contra el Pacto Social. Después de la muerte de Perón, el PCR defendió abiertamente al gobierno de Isabelita-López Rega, criticando las luchas que lo desestabilizaban y considerándolas parte de una tendencia golpista (ver la carta de autocrítica de Salamanca a los obreros del SMATA, de 1975, donde subordina las huelgas ‘económicas’ a la defensa antigolpista del gobierno). Con otro discurso, el PCR estaba colocado en el mismo terreno que el PCA, con el que había roto.

El golpe militar de 1976 ilegalizó al PCR, al igual que al PO y otras organizaciones. Durante gran parte de este período su oposición estuvo encuadrada en el terreno de la burocracia china, que consideraba a la dictadura como ‘pro rusa’, mientras hacía la vista gorda frente a la dictadura chilena pinochetista anti URSS.

Al finalizar la dictadura, el PCR volvió a apoyar al nacionalismo burgués peronista en la candidatura de Luder, el presidente del Senado de Isabel Perón que avaló la intervención del ejército en la represión a los trabajadores a partir de la huelga general de 1975 (antecedente del golpe militar del 76). Nuevamente se encontraba en el mismo campo que el PCA. Y volvió a apoyar a Menem en 1989, cuyo gobierno integró con funcionarios. En todo ese período y hasta avanzado el kirchnerismo, se opuso fuertemente a la presentación de candidaturas obreras y de izquierda independientes. Practicó un antielectoralismo vulgar, que entregaba a la burguesía y sus partidos la lucha política-electoral. Esta ceguera lo llevó a celebrar que el voto en blanco y nulo (por su propia naturaleza, heterogéneo) se había “destacado” en varios procesos electorales. Pero cuando se ‘autocritico’ de esta postura ultrista en materia de lucha electoral, no lo hizo para desarrollar en este terreno la independencia política de la clase obrera, sino para apoyar a diferentes frentes de conciliación de clases.

Hacia el final del menemato y en el posterior gobierno de la Alianza, tuvo el impulso progresivo de contribuir a organizar de los desocupados. En ese terreno, y en acuerdo con nuestro Partido y la CTA, impulsó la centralización nacional del movimiento piquetero (Plenario de La Matanza) y sus planes de lucha nacionales, transformándolo en un factor político dinámico en la lucha política y de clases. Este derrotero volvería a frustrarse en el ‘argentinazo’ del 2001. Entonces, el PCR (y su CCC) quebró a la Coordinadora Piquetera Nacional, para transformarse en furgón de cola de los gobiernos de Rodríguez Saá y Duhalde. Así, debilitó la perspectiva de un amplio desarrollo político independiente y combativo de la vanguardia piquetera. En ese período, desarrolló una política participacionista, integrando los consejos consultivos promovidos por la iglesia. Por eso, estuvieron ausentes de la gran lucha piquetera del puente Pueyrredón, donde cayeron asesinados Kosteki y Santillan.

Su búsqueda de un sector progresista de la burguesía nacional lo llevo a ponerse del lado del capital agropecuario, en la crisis por la 125 y las retenciones a las exportaciones. Se opuso a la FUBA de izquierda y piquetera para apoyar a los radicales que forman ahora parte del gobierno macrista. Esto le ocasionó un retroceso entre la juventud estudiantil y obrera y terminó provocándole una ruptura política nacional que denunció los acuerdos del PCR con la burguesía rural y se acercó, al menos inicialmente, a la FUBA liderada por el PO y al Frente de Izquierda.

La crisis del macrismo ha embarcado al PCR en otro viraje, esta vez, en favor de la “unidad peronista” con quienes le votaron más de 100 leyes ajustadoras a cambiemos. Como parte de este giro, el PCR está rompiendo los acuerdos antiburocráticos realizados con la izquierda en los sindicatos de profesores universitarios y de la docencia neuquina (listas multicolores) para alinearse con la burocracia de Yasky y Baradel. En esta estrategia, pasó a apoyar al papa Francisco y constituyó el trío de “los cayetanos”, que tiene una política de contención social frente al ajuste oficial.

La parábola de Vargas y el PCR es clara: en su trayectoria de medio siglo volvió a la senda de la cual se apartó –sólo empíricamente– en 1968. Dentro de sus contradicciones, Otto Vargas fue un fuerte adversario del trotskismo en Argentina y el mundo.


 Fuente: https://prensaobrera.com/politicas/62907-otto-vargas-y-el-pcr-un-balance-historico

viernes, 22 de febrero de 2019

Mucho más que una mini corrida

21 de febrero de 2019

Cuando se conoció días atrás que el índice de inflación de enero superaba las previsiones oficiales, el impacto negativo generado en el gobierno fue automático. Las causas ahora están a la vista. La mini corrida de esta semana, la suba del dólar y nuevamente del riesgo país, que volvió a superior los 700 puntos, muestra que la promocionada ´estabilidad cambiaria´ lograda con el segundo acuerdo con el FMI es un espejismo. Incuba contradicciones potencialmente explosivas en el corto plazo que de desatarse, hundirían definitivamente las posibilidades de reelección de Macri.

Todos los analistas coinciden que la causa principal que desató esta mini corrida radica en la reducción de la tasa de interés de las Leliq que el Banco Central implementó en el último mes. Esta reducción puso en jaque el carry trade que se había armado con el ingreso de fondos del exterior y que ganaron entre setiembre y enero un 40% en dólares. Para ello bastó que cambien sus dólares por pesos, y aprovechen una tasa que durante semanas estuvo por encima del 60%. Luego podían volver al dólar sin que éste haya variado su precio. Pero el Banco Central no podía mantener en el tiempo este esquema no sólo porque profundizaba la recesión y enemistaba a una parte importante de la clase capitalista con el gobierno, sino porque los intereses que acumulaban las Leliq se estaban transformando en una bomba de mecha corta. Es que el stock de Leliq ya se va acercando peligrosamente al billón de pesos, a lo que hay que agregarle los intereses demenciales que debe afrontar el Banco Central. Por la vía de las Leliq, la “emisión cero” pactada con el FMI fue vulnerada y con creces, pues se sabe que equivalen al compromiso de una emisión futura, que más temprano que tarde deberá ejecutarse para afrontar su cancelación. Precisamente, uno de los factores que ha contribuido a desatar la crisis fue el intento del Banco Central de limitar la tenencia de Leliq por parte de los bancos.

El argumento del gobierno de que las Leliq no generarán la misma crisis que las Lebac porque las primeras están en manos de los bancos a diferencia de las segundas que podían adquirirlas directamente los ahorristas, es una paparruchada. Sucede que el negocio de las Leliq se basa en que los ahorristas ponen sus pesos en los bancos a cambio de una tasa de interés alta, que supera tanto a la inflación como a la tasa de devaluación. Luego los bancos entregan esos pesos al Banco Central a cambio de Leliq con vencimiento de corto plazo, y reciben un adicional importante. Por este pasamano, los bancos se han embolsado una diferencia extraordinaria, sin arriesgar nunca capital propio. Pero la baja de la tasa de las Leliq que comenzó a ejecutar el Banco Central conllevó a que de inmediato se produzca una reducción de la tasa que los bancos le pagan a los ahorristas por sus plazos fijos. Esta tasa en los últimos días se ubicó por debajo del 40%, comenzando a ser neutra en relación con la inflación, y hasta negativa. Con la inflación de enero del 2.9%, la acumulada en los últimos 12 meses ya supera el 49%. Para febrero se espera un 3.5% y ahora podría subir como resultado del ajuste del tipo de cambio. Todos los analistas financieros hablan de que al menos hasta mayo, la inflación anual rondará el 50%. Bastaría que una parte importante de estos plazos fijos se cancelen y se pasen al dólar para transformar la mini corrida de esta semana en una verdadera estampida. A diferencia del pasado alcanzaría también a los bancos, que han quedado expuestos por el aumento exponencial de los plazos fijos. Esta corrida se agravaría porque alcanzaría también a los fondos de inversión que ingresaron al país para beneficiarse del carry trade. Según algunas informaciones, estos fondos ya han comenzado a retirarse, por temor a que una devaluación les haga perder las ganancias siderales de los últimos cuatro meses.

Los índices de inflación superiores a todas las previsiones no sólo marcan el fracaso de toda la política pactada con el FMI, sino que echan más leña al fuego de la crisis, al potenciar una corrida contra el peso por la baja de la tasa de interés. Sin embargo, el gobierno mismo termina acelerando la inflación al autorizar nuevos aumentos de las tarifas y el transporte público, que luego derrama sobre toda la economía de modo directo e indirecto. Estos aumentos son para el gobierno inevitables, si quiere cumplir con la pauta de déficits primario cero pactado con el FMI. Pero la recesión económica, generada en buena medida por los aumentos de precios que deprimen el consumo y aceleran la crisis industrial, impacta negativamente sobre la recaudación y obliga a nuevos ajustes. Como se ve, estamos ante una política condenada al fracaso, que a lo máximo que aspira es a llegar hasta las elecciones. Si a estas contradicciones explosivas se le sumara algún efecto de la crisis mundial, este esquema precario saltaría por el aire. El gobierno parece tener conciencia de que esta política no va a ningún lado. Macri ya encargó a López Murphy, Cavallo y compañía un nuevo plan económico para el caso de que logre su reelección. De más está decir que implicará un ajuste aún más brutal que el actual.

Mientras se siguen reuniendo las condiciones para una nueva corrida de envergadura, se profundiza la crisis industrial y la caída del consumo. Los capitalistas quieren descargar esa crisis sobre las espaldas de los trabajadores, y echan mano a los despidos, las suspensiones, y hasta el cierre directo de plantas. En los últimos días varios grupos empresariales de peso han presentado recursos preventivos de crisis como antesala de despidos masivos y reorganizaciones empresariales que incluyan reformas laborales profundas, que permiten incrementar la tasa de explotación de la clase obrera. Es lo que está sucediendo en FATE, Coca Cola y Avianca, entre otras. Detrás de estas presentaciones existe también un choque entre los capitalistas y el gobierno, que disputan en torno al tipo de cambio y el reclamo de subsidios.

La oposición pejotista-kirchnerista se candidatea a ser la expresión de este sector capitalista. Su programa se reduce a una renegociación de los términos del acuerdo con el FMI, para obtener un margen de maniobra más amplio que le permita sostener a la burguesía con subsidios del Estado. Es un plan ultra-conservador, que busca llevarse a cabo en acuerdo con el propio FMI. Lo dejó en claro Kicillof en su reunión con la misión del Fondo, cuando se comprometió a no defaultear la deuda.

Argentina es un país en bancarrota que deberá elegir un síndico de la quiebra que decida quien paga la crisis. El programa de las distintas formaciones capitalistas, sean macristas o del pejota-kirchnerismo, conduce a que sean nuevamente los trabajadores los que carguen con el peso de la quiebra nacional. La salida para la mayoría trabajadora reclama un programa de ataque directo al capital: no pago de la deuda, principal fuente de la fuga de capitales; nacionalización de los recursos energéticos y de las privatizadas para terminar con la dolarización de tarifas; nacionalización de la banca y del comercio exterior; apertura de los libros de las empresas que despiden o suspenden; control obrero general; reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; por un plan de obras públicas financiado por impuestos al capital.

Este programa de salida a la crisis es defendido exclusivamente por el Frente de Izquierda.
 

jueves, 21 de febrero de 2019

Cumbre del Vaticano sobre abusos: timoneando un barco a la deriva

20 de febrero de 2019



Desde este jueves y hasta el fin de la semana, se desarrollará un cónclave en el Vaticano sobre abusos, en un cuadro de crisis histórica en la Iglesia católica. Los escándalos de abusos de menores y encubrimiento, que brotan sin pausa desde las revelaciones del periódico Boston Globe en 2002 sobre más de 80 casos en la Iglesia de Boston, se han acelerado en el período reciente –entre ellos, el destape en agosto de más de mil casos de menores abusados por tres centenares de sacerdotes en la ciudad de Pensilvania, a quienes la institución ofreció todo tipo de salvatajes. El asunto representa también un problema financiero para la Iglesia Católica –solo la estadounidense ha debido pagar casi 4 mil millones de dólares por las condenas, según el National Catholic Reporter-, y confluye con la sistemática pérdida de fieles a manos de otros cultos y de las iglesias evangélicas.

El cónclave es el encubrimiento de un encubrimiento: el Papa Francisco busca mostrarse en lucha contra los abusos, cuando se multiplican las revelaciones de su participación directa en la protección de criminales denunciados, incluidos el cardenal abusador George Pell y el encubridor Francisco Errazúriz, a quienes mantuvo en su círculo íntimo de asesores hasta la reciente condena de Pell por un tribunal australiano. Meses atrás se conoció el amparo que brindó al abusador y malversador de fondos Gustavo Zanchetta, ex obispo de Orán, al que designó como administrador en la poderosa inmobiliaria del Vaticano. También preservó al obispo encubridor Juan Barros en Chile y se refirió a una conspiración de “los zurdos” contra aquel. De cualquier manera, los pederastas no tienen por qué temer la ira de Dios: ya el Papa “intentó bajar la enorme expectativa que rodea la cumbre al destacar que ‘el problema de los abusos continuará’ porque es un ‘drama humano’” (¡!) (La Nación, 19/2).

Los escándalos por abusos se entrecruzan con la pelea de camarillas que recorre a la Iglesia. En agosto, Carlo Viganó, ex nuncio apostólico en la Iglesia norteamericana – una de las más poderosas del mundo – exigió la renuncia de Francisco, denunciándolo por encubrir al cardenal abusador Theodor McCarrick, y el cardenal norteamericano Raymond Burke se hizo eco de la denuncia. McCarrick fue expulsado del sacerdocio días atrás, en las vísperas de la cumbre, pero los choques al interior del clero recrudecen. Viganó y Burke son elementos ultraconservadores que algunos vinculan al derechista Tea Party y al trumpismo, así como al mandatario derechista italiano Mateo Salvini (El País, 21/9/18).

El cónclave es una respuesta de Francisco frente a la crisis que atraviesa la institución y la conspiración de las camarillas rivales. Nada hay de “reformista” en su orientación: durante su gestión en el Vaticano ha repuesto a figuras desplazadas del conservador “partido romano” y dio la indulgencia plenaria a los millonarios Legionarios de Cristo – orden fundada en 1941 por el abusador y archicriminal Marcial Maciel, de enorme poder económico.

El drama de los abusos en la Iglesia ha motivado la organización de sus víctimas, con redes de sobrevivientes de abusos en varios países del mundo. El ascenso del movimiento de mujeres, que conquistó la legalización del aborto en países de profundo arraigo católico como Irlanda, también supuso un golpe para la institución oscurantista. A su interior, las denuncias de violación por parte de monjas y seminaristas han agudizado la crisis.

El papado de Francisco vino precisamente a tratar de timonear el desprestigio y la aguda descomposición de la Iglesia católica y preservar de ese modo la institución. De allí su carácter reaccionario. La Iglesia es un pilar de la dominación social capitalista.
 
 
 
 

miércoles, 20 de febrero de 2019

La IV Internacional en el centenario de la fundación de la Tercera Internacional

19 de febrero de 2019

Intervención de Jorge Altamira en la conferencia realizada en Estambul

A continuación, compartimos la intervención de Jorge Altamira, dirigente nacional del Partido Obrero, en la conferencia sobre el centenario de la III Internacional organizada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores de Turquía (DIP), el portal RedMed (Red Mediterránea) y el Centro Socialista Balcánico Christian Rakovsky, que contó con la participación de organizaciones revolucionarias de Macedonia, Bulgaria, Azerbaiyán, Francia, Serbia, Finlandia, Irán, Rusia, Grecia y la Argentina.

La Tercera Internacional ha sido, incuestionablemente, la expresión histórica más elevada de la organización de la clase obrera y del socialismo a nivel mundial -destacadamente en el período de sus primeros cuatro congresos. Fue la tentativa más profunda del proletariado en el desarrollo de una condición verdaderamente universal; un esfuerzo de superación de sus divisiones nacionales. La universalidad del proletariado es la premisa de su emancipación y de la emancipación de la sociedad en su conjunto.

La Tercera Internacional abrazó en una sola red al proletariado de todos los continentes, lo cual significa esencialmente la unidad de la clase obrera de los estados opresores, por un lado, y las colonias sometidas a una esclavización imperial, por el otro. Alemania, por una parte, y China y la India, por la otra, se vieron entrelazadas en una misma estrategia de revolución mundial. El proletariado de las naciones desarrolladas sufrió una transformación histórica al convertirse en un punto de apoyo de los trabajadores de las naciones sometidas por su propia burguesía en una lucha para poner fin a la opresión tanto nacional como social. La Tercera Internacional se convirtió, por eso mismo, en una escuela de educación acelerada del joven proletariado de las colonias, semi-colonias y países dependientes. Un esfuerzo por convertirlo en dirección política de las masas que, en muchos casos, representaban residuos de relaciones pre-capitalistas sin la necesidad de atravesar por todas las fases lineales de un desarrollo capitalista, que habría sido tanto doloroso como incierto o hipotético. Fue, de este modo, una escuela del desarrollo histórico combinado en el plano de la política.

Por otro lado, por primera vez en la historia, con la Tercera Internacional, surgió una organización de combate del proletariado mundial. Representó una ruptura con el parlamentarismo y con el sindicalismo que caracterizó al periodo reformista que siguió a la derrota de la Comuna de París. El “cambio de época” transformó a la cuestión del poder en el eje estratégico del nuevo período histórico, en el eje de la lucha del proletariado mundial de la nueva etapa. Por eso la Tercera Internacional somete a una crítica demoledora al internacionalismo federalista y se convierte en “estado mayor de la revolución proletaria mundial”. Por eso su línea fundamental de demarcación política fue la dictadura del proletariado. El trabajo parlamentario como el sindical dejó de ser un fin en sí mismo y el canal oportunista de una capa minoritaria de dirigentes oriundos, en un caso de la pequeña burguesía intelectual, en otro de la burocracia del movimiento obrero. Convirtió al espacio parlamentario de los comunistas en una tribuna de propaganda y agitación revolucionaria, y enfrentó los métodos de aparato de los sindicatos burocratizados con los métodos de la acción directa. La Tercera Internacional reivindicó los métodos de acción revolucionaria de la clase obrera del pasado, en especial la huelga política de masas, incluso como una transición a la insurrección obrera. Destacó la universalidad de los órganos de poder obrero, que no limitó a los soviets de 1917 de Rusia. La Tercera Internacional representó una ruptura con la Segunda Internacional reformista, que organizó en partidos propios a los obreros de los países avanzados, y fue más allá de la Primera Internacional, que había sentado las premisas políticas de la acción independiente de los trabajadores. Pero no lo hizo en forma doctrinaria, sino como expresión consciente de un nuevo período histórico. Fue un verdadero salto dialéctico – una continuidad histórica por medio de una ruptura también histórica - una ruptura violenta en lo teórico y organizativo.

Lenin ofreció tempranamente una comprensión de conjunto de esta ruptura histórica, mucho antes de la fundación de la Tercera Internacional. Fue cuando advirtió que la primera guerra mundial representaba una ruptura histórica en el desarrollo de la sociedad capitalista, a la que caracterizó como el inicio de “un cambio de época”. La mundialización del desarrollo del capitalismo, a partir del inicio de la gran depresión de los años 70 del siglo XIX, había alcanzado un límite histórico. El imperialismo como una ‘fase superior’ del capitalismo había completado su obra ‘civilizadora’, que no podía proseguir sin inaugurar una época de “guerras y revoluciones”. Esa guerra mundial puso en la agenda de la humanidad entera la cuestión de la decadencia o declinación del capitalismo, como un sistema social históricamente determinado y la apertura de una transición histórica del capitalismo al socialismo. Rosa Luxemburgo la sintetizó con otra expresión: “socialismo o barbarie”. La especie de que el imperialismo y las guerras imperialistas son una condición ‘natural’ o ‘intrínseca’ de ‘todo’ capitalismo o desarrollo capitalista, es un concepto a-histórico, incapaz de dar cuenta por lo tanto del desarrollo de un sistema social desde su nacimiento y apogeo hasta su extinción y disolución. Es incapaz de distinguir las guerras nacionales que alumbraron la formación de los estados modernos y la economía y política mundiales, de las guerras que representan precisamente lo contrario: el choque de las fuerzas productivas con esas fronteras y estados nacionales.

Es un mérito teórico indudable de Lenin la comprensión de cómo este cambio de época afectaba a la clase obrera y a sus organizaciones, no simplemente a las formas exteriores de la dominación de la burguesía mundial. Por eso no dudó siquiera un instante en plantear la necesidad de una nueva Internacional, cuando quedó comprobado que los partidos de la vieja Internacional se habían pasado, en la guerra, al campo de la burguesía de cada uno de sus países. Inició una campaña por una nueva Internacional en función de una comprensión de conjunto, o sea, con total independencia del número de fuerzas dispuestas, al momento, a encarar ese camino – que eran poco menos que raquíticas. El período de ascenso capitalista y de reforma social había integrado a la cúpula de las organizaciones socialistas y obreras a la sociedad burguesa y al Estado, que ahora rompían los lazos internacionales de la clase obrera, para pasarse al campo de los explotadores y al campo del nacionalismo y el chovinismo. El internacionalismo proletario se había convertido en una carga insoportable para las organizaciones que habían asimilado la política de la reforma social y a la política del progreso lineal como estrategia política.

Aunque para muchos revolucionarios e internacionalistas, el pasaje del socialismo al campo de la burguesía, en especial en Alemania, se hubiera presentado como una sorpresa, esta transición reaccionaria fue largamente elaborada dentro del cuadro de la Segunda Internacional, como se manifestó en las guerras coloniales que caracterizaron a todo el período de desarrollo del imperialismo. Fue el período en que se desarrolló el reparto del mundo, claro que en forma ‘desigual’. Esta etapa ‘preparatoria’ de la escisión futura de las organizaciones obreras, se caracterizó por la tendencia, en la Segunda Internacional, a promover el “colonialismo socialista”, donde las naciones desarrolladas no solamente le “mostraran el camino” a las de la periferia atrasada, sino a recorrerlo de la mano de la explotación de la burguesía de las primeras. En definitiva, el “cambio de época” marcó una ruptura histórica en la continuidad del sistema capitalista y en la clase obrera y sus organizaciones. Nada mide con mayor claridad el impasse histórico en que había entrado el proletariado mundial que el hecho de que la propuesta de Lenin de formar una nueva Internacional, fuera rechazada sucesivamente en las conferencias internacionales de los opositores a la guerra, en 1915 y 1916, y que volviera a ser derrotada en la Conferencia de Abril, de 1917, del partido bolchevique, que había decidido, sin embargo, aunque con enormes resistencias, plantear la consigna de Todo el Poder a los Soviets y la ruptura definitiva con las corrientes chovinistas del escenario político de Rusia. Y que fuera rechazada, incluso, por algunas delegaciones, en el mismo Congreso de fundación.

La historia de la fundación de la Tercera Internacional constituye una soberana lección para las generaciones actuales, en el sentido de que el progreso del proletariado en el camino de la revolución fue marcado históricamente por rupturas y por retrocesos y progresos, íntimamente conectados a la etapa histórica circundante. El “cambio de época” significó el pasaje de un período de progreso ‘pacífico’ a una época de “guerras y revoluciones”. Pacífico entre comillas, porque fue un período de esclavización nacional de la inmensa mayoría de la humanidad y de guerras de conquistas coloniales que se fueron generalizando. Debutó en un período de “guerras y revoluciones” también intercalados por intervalos breves, aparentemente pacíficos. En esos intervalos renace por un tiempo la ilusión en el camino de la reforma y el progreso, incluso si responden al intento de la burguesía de apaciguar olas poderosas de luchas que no puede contener por otros medios.

En la última parte del siglo XX y el comienzo del siglo XXI se puede ver un entrelazamiento entre etapas históricas definitivamente agotadas que parecen resucitar superficialmente, con un fondo de conjunto de guerras y revoluciones. Por un corto tiempo parecen recobrar vigencia los planteos democratizantes y reformistas y, naturalmente, los parlamentaristas y electoreros. A la restauración capitalista en la URSS y China se le atribuyó no solamente una victoria definitiva del capital y un “cambio de época” a reversa, sino la abolición también definitiva de las guerras y las revoluciones. Fueron necesarios menos de diez años, sin embargo, desde la disolución de la Unión Soviética para que la aviación norteamericana hiciera 35 mil incursiones sobre Serbia, bombardeándola sin piedad, en la ensangrentada ex Federación Yugoslava.

La crisis de dirección

El paso de la II Internacional al campo del imperialismo, comportó la mayor crisis de dirección del proletariado mundial hasta el momento. No fue la primera, porque las crisis de la Liga de los Comunistas y luego la Asociación Internacional de Trabajadores fueron “crisis de crecimiento”. Mientras, en sus primeras tentativas, la clase obrera no podía progresar, o sea aprender, sino “por medio de una serie de derrotas”, el de la Internacional Socialista fue mucho más que un agotamiento por inmadurez - fue la cooptación de una “aristocracia obrera” al orden imperialista y a la asociación chovinista con el estado imperialista. Fueron “crisis de dirección” de épocas históricas distintas, tanto del capital, de un lado, como del trabajo, del otro. La Tercera Internacional representa, por lo tanto, ella misma, una nueva transición, porque enfrenta el desafío de recuperar el internacionalismo proletario, en nuevas condiciones – de un lado, la madurez del capitalismo y, del otro, la actualidad de la revolución proletaria. Debe hacerlo, además, con un personal político incierto, que atravesó la guerra imperialista con una oposición tardía y también inconsecuente a ella.

Hace cien años, la organización alemana Espartaco, con Rosa Luxemburgo, consideró prematura la fundación de la IC. Antes, en la conferencia de Zimmerwald, Espartaco había rechazado el planteo de romper organizativamente con la Socialdemocracia de su país, Alemania, y fundar un partido revolucionario independiente. Menos que nadie, los dirigentes de Espartaco podían tener ilusiones en la reforma de ese partido, porque ellos fueron los primeros, bastante antes de la guerra, en advertir acerca de la degeneración política de su dirección y su aparato. Consideraban prematura una ruptura por las mismas razones que esgrimirían dos años después para oponerse a la nueva Internacional– asegurar la posibilidad de retener la audiencia del proletariado que aún no había roto con la socialdemocracia ni ganado para la revolución. Se resistía a esa ruptura también por una reserva adicional, a saber, una desconfianza hacia el carácter ultraizquierdista o sectario de diversos agrupamientos de oposición a la burocracia social-demócrata. Es así que, al momento de fundación de la Tercera, cuando había pasado un año de la revolución alemana de 1918, estaba presente un partido revolucionario sólido y preparado en virtualmente ningún país del mundo, con la excepción del bolchevismo ruso. Cuando Lenin emplazó a la izquierda internacionalista alemana a separarse de la socialdemocracia y a construir un partido revolucionario independiente en un plazo acelerado, el partido bolchevique llevaba ya una existencia independiente de hecho y luego formal de una década y media. A pesar de ese largo trabajo preparatorio, el partido bolchevique atravesó por una crisis gigantesca en todo el período revolucionario de Febrero a Octubre. De acuerdo a Trotsky, esa crisis no se convirtió en una escisión debido al empuje revolucionario inmenso del proletariado del imperio zarista. La necesidad absoluta de construir un partido revolucionario con antelación al ingreso a un período revolucionario y a una situación revolucionaria, no debe entenderse metafísicamente como un esquema, sino de un modo dialéctico, que pone a prueba toda la preparación previa en el curso de la misma experiencia de la revolución proletaria.

La fundación del partido comunista de Alemania puso rápidamente de manifiesto la inmadurez de la vanguardia obrera para abordar un período revolucionario, con sus giros bruscos y sus altos y bajos. Quedó en evidencia enseguida una tendencia al extremismo de izquierda, que ignoraba las experiencias y conclusiones que las masas mismas sacan en el curso de la lucha. Lo mismo había ocurrido en Italia, donde el infantilismo de izquierda era acompañado por la pasividad ante acciones revolucionarias gigantescas de los trabajadores. Esta combinación de voluntarismo y pasividad se habría de manifestar fuertemente en el plano intelectual, a través de las polémicas acerca del factor subjetivo en la historia, en oposición al “objetivismo” que se atribuía a la Segunda Internacional, o sea que no era una fenómeno superficial sino un verdadero ajuste de cuentas teórico incumplido en Alemania (y también en Austria). No debe entenderse por ultraizquierdismo solamente la acción aventurera y el putchismo, sino sobre todo la pasividad ante los giros políticos decisivos y ante las grandes irrupciones de masas; el llamado infantilismo de izquierda tiende a seguir un esquema pre-elaborado o doctrinario, que redunda en un abordaje sectario de la lucha de clases. Aunque entendible luego de años de pasividad burocrática del reformismo, el ultrismo y la pasividad mostraron una inmadurez política que retrasó el proceso revolucionario.

Las crisis políticas del comunismo alemán provocaron sucesivas crisis en la Tercera Internacional. Esas crisis determinaron el fracaso de la revolución de Octubre de 1923, y tendría su última manifestación en la capitulación ante el nazismo, ahora bajo la responsabilidad directa del stalinismo. Pero Alemania era, precisamente, el lugar donde se debía dirimir la victoria o no de la revolución mundial y la ruptura del aislamiento de la Revolución de Octubre; la crisis de dirección de la Internacional Comunista en Alemania tendría alcances estratégicos. Fueron precisamente los resultados negativos de la experiencia ultra-izquierdista del PC alemán, los que aportaron decisivamente al desarrollo de la política de Frente Único de la Internacional Comunista en el Segundo Congreso mundial. La elaboración de la política de frente único y de un programa de reivindicaciones transitorias fue un aporte del partido comunista de Alemania a la Internacional Comunista, que pasaría a ser cuestionado enseguida en sus propia filas. A esto es necesario agregar las divisiones acerca de la orientación política a seguir frente a la ocupación militar francesa de la región minera del Ruhr, donde por primera vez se plantearía la cuestión de la autodeterminación nacional en un país imperialista, en este caso Alemania. Lo dicho para Alemania e Italia vale para China, a la que podríamos denominar la Alemania de la Tercera Internacional en el mundo colonial. La derrota de la segunda revolución China, en 1927, es un episodio gigantesco de la crisis de dirección – en la primera fase de la usurpación staliniana.

Lejos de una organización infalible, la IC enfrentó una crisis de dirección, si no permanente, sistemática. La Internacional Comunista verá desarrollarse en su seno la cuestión decisiva de la época de decadencia capitalista y de guerras y revoluciones – la crisis de dirección del proletariado mundial. La expresión ideológica de esta crisis de dirección es, incuestionablemente, la tesis del “socialismo en un solo país”, que rompe las amarras con el internacionalismo de la clase obrera. Stalin disolverá por decreto la IC, en 1943, en función de una colaboración estratégica con el imperialismo en la segunda guerra mundial.

La IV Internacional

La fundación de la IV Internacional parte de la crisis de dirección que implicó la entrega sin lucha de la Tercera Internacional ante el nazismo. Trotsky evoca a esta capitulación sin debate ni resistencia como el “4 agosto” de la IC. Este proceso de creación de la IV parte de antes, e incluye los intentos por recuperar a la Tercera. La IV fue largamente preparada durante todo un período de errores de dirección de la III Internacional, desde su V Congreso, y particularmente en el VI, en el que Trotski lanza su advertencia profética: “La Internacional Comunista no soportará cinco años más de errores parecidos (…) Es cierto que, incluso en ese caso, la revolución proletaria terminará por abrirse nuevas vías hacia la victoria: pero ¿cuándo?, ¿y al precio de qué sacrificios, de cuántas innumerables víctimas? La nueva generación de revolucionarios internacionales deberá recoger el hilo roto de la herencia y conquistar de nuevo la confianza de las masas en el más grande acontecimiento de la Historia. La Segunda Internacional rompe con la clase obrera mundial para defender los intereses nacionales de su burguesía, la Tercera Internacional hará lo mismo en función de los intereses nacionales de la burocracia rusa y del aparato internacional formado bajo su supervisión. Trotsky hace la aseveración extraordinaria, citada en la biografía escrita por Pierre Broué, de que la “disolución de la Internacional plantea la inevitabilidad de la restauración capitalista”. No solamente no puede construirse el socialismo en un solo país, sino que el baluarte defensivo de la revolución de Octubre no puede ser sino el proletariado políticamente unido tras un programa de Revolución Mundial. La Revolución de Octubre no puede, en efecto, hacer frente al capital mundial detrás de las barreras de “un solo país”, porque ella fue y ha sido el producto de un antagonismo de alcance mundial - el de la oposición irreductible entre el carácter internacional del desarrollo de las fuerzas productivas, por un lado, y la envoltura nacional que tiene bajo el capitalismo, por el otro. Y de la universalidad del proletariado con conciencia de clase, por el otro.

La fundación de la IV Internacional fue resistida con los mismos argumentos que se usaron contra la Tercera, la insuficiencia de sus fuerzas, sin la menor consideración hacia la inminencia de una segunda guerra mundial, infinitamente más catastrófica que la precedente, y preñada de revoluciones, que esta vez incluirían a sectores decisivos del mundo colonial. La crisis de dirección que enfrentó la Tercera Internacional se manifestaría en la IV, de un modo más temprano y decisivo, en el curso mismo de la guerra (e incluso antes de ella). Esta segunda guerra incluía, a diferencia de la primera, una cuestión estratégica central, a saber, la defensa incondicional del primer estado obrero de la historia, con independencia de la dirección contra-revolucionaria de ese estado. También planteaba el fenómeno nuevo de ser una guerra con ocupación militar de naciones y sometimientos nacionales ‘sui generis’, que evocaban las guerras del primer Napoleón, pero ahora en función imperialista y de barbarie. En resumidas cuentas, las débiles fuerzas que reivindicaron la IV Internacional no fueron capaces de desarrollarse en el cuadro de esta crisis ni de las subsiguientes – las revoluciones de posguerra, las revoluciones coloniales y la cubana, la crisis mundial del 68, o las revoluciones políticas en los estados obreros y su periferia, y finalmente la restauración capitalista. En la actualidad, esas fuerzas han abandonado as posiciones fundamentales, tanto de la Tercera como de la IV, en todo lo que hace a la estrategia y los principios. En sustancia, estas corrientes revierten el planteo fundamental de Lenin: la época de guerras y revoluciones sería una caracterización inmadura, que desconoce el potente desarrollo de las fuerzas productivas en el último siglo.

La segunda mitad del siglo XX y los comienzos del XXI muestran todo lo contrario: una agudización de todas las tendencias catastróficas resultantes de la declinación histórica del capitalismo. No es cierto que la fundación de la Tercera y Cuarta Internacionales hayan sido “falsos comienzos” – tentativas inmaduras ante una sociedad que tiene un largo recorrido por delante. Los límites de cualquier tentativa revolucionaria solamente pueden ser probados por medio de la lucha, y renovados por ella misma. Desde la crisis asiática de 1997/8 y la que estalló a partir de julio de 2007, se hace evidente una acelerada descomposición política de los principales estados capitalistas y la multiplicación de ‘estados fallidos’ en la periferia, precisamente como resultado de aquella descomposición. A las lecciones históricas dejadas por la degeneración de la Tercera Internacional y el fracaso en llevar adelante las tareas planteadas por la IV, hay que añadir las enseñanzas dejadas por otros tres cuartos de siglo para refundar de un modo efectivo la IV Internacional. En torno a este objetivo es necesario convocar a todas las fuerzas revolucionarias que emerjan en el período en curso. No se encuentran en este campo la mayoría de los grupos que se reclaman trotskistas, que se mueven sectariamente a la sombra de la democracia imperialista, y que substituyen la universalidad del proletariado por una proliferación de políticas identitarias. Las fuerzas stalinistas que han sobrevivido a la restauración capitalista, lejos de intentar un retorno a la Tercera Internacional, como lo dejan ver en sus discusiones, orbitan en torno al bonapartismo restauracionista en una nueva versión de los intereses nacionales.

Como en los primeros momentos de la lucha por la Tercera, o como cuando se fundó la IV, las fuerzas revolucionarias conscientes caben en un espacio reducido, pero la fuerza de la historia es irresistible – la nueva generación colmará los espacios que aún están para ser ocupados. Por medio del programa, del método y de la lucha la vanguardia revolucionaria reconstruirá la IV Internacional.

martes, 19 de febrero de 2019

Kicillof y el FMI: los bizcochitos más caros del mundo

15 de febrero de 2019



El verdadero significado de la reunión de Kicillof con la misión del FMI quiso ser distorsionado por el kirchnerismo, centrando la atención en los bizcochitos y el mate con que el ex ministro de economía de Cristina Kirchner convidó a los tecnócratas del Fondo. La reunión formó parte de una ronda de éstos con distintos representantes de la oposición patronal. Como se ve, aunque el FMI ha puesto sus huevos en la reelección de Macri, se ha reservado otros para colocar en la canasta de la oposición. El gran capital internacional tiene un plan A, un plan B y hasta un plan C. En todos los casos quiere asegurarse que cualquiera sea el resultado de las elecciones presidenciales, nadie vaya a sacar los pies del plato, es decir, pagar la deuda externa y mantener el sistema financiero bajo el control de los bancos internacionales.

Mucho antes de esta reunión, Kicillof le había declarado a la revista Forbes que un gobierno de Cristina Kirchner no rompería con el FMI ni afectaría los negocios financieros. Recordó en esa ocasión que fue bajo la década K cuando más ganaron los bancos y que Argentina jamás se iría del FMI. Nobleza obliga, Néstor Kirchner canceló en un solo pago una deuda que rozaba los 10.000 millones de dólares, manoteando del Banco Central esos fondos a cambio de una letra intransferible que con el tiempo se ha transformado en un ´paga Dios´. Luego, ya como ministro, fue el propio Kicillof quien acordó una regularización de la deuda con el Club de París, aceptando punitorios de miles de millones de dólares. Esa deuda del Club de París fue estatizada por la dictadura, en beneficio de empresarios como el mismo grupo Macri. Kicillof además fue el mentor del acuerdo secreto con Chevrón, que comenzó la entrega de Vaca Muerta a los monopolios petroleros internacionales y locales, asegurándoles ganancias superiores a la media gracias a los subsidios del Estado.

Según trascendidos, en la reunión Kicillof repitió la vieja cantinela que es necesario un plan de crecimiento para poder pagar la deuda. Cuando asumió la presidencia en el 2003, Néstor Kirchner también había señalado “los muertos no pagan deudas”. Cuando finalizó el mandato su esposa en el 2015, los gobiernos kirchneristas habían pagado más de 200.000 millones de dólares de deuda pública, agravado por el hecho que de que dejaron un stock de deuda un 100% superior al que existía luego de la refinanciación del 2005. Dentro de los favores al gran capital estuvo el llamado 'cupón PBI’, inventado por Lavagna, que permitió recuperar parte importante de la quita. El kirchnerismo hablaba de que la proporción deuda/PBI era bajo, sabiendo que mentían para confundir incautos. Con un peso sobrevaluado y un dólar paralelo que cotizaba un 50% por encima del oficial, bastó una devaluación para que se derrumbe el PBI y la proporción con la deuda pegara un salto enorme. Ya con la segunda devaluación de Macri, la deuda se sitúa actualmente casi en el 100% del PBI.

El interés del FMI en entrevistarse con la oposición se debe, por un lado, a un temor de que Macri finalmente pierda las elecciones presidenciales, y por el otro, en que el propio organismo se ha convertido en el principal acreedor del país. La deuda que deberá pagar el próximo gobierno entre 2019-2023 se ubica en el orden de los 150.000 millones de dólares más los intereses; un tercio de esa deuda deberá ser pagada al FMI que en su estatuto no permite admitir quitas ni reducciones. De ese modo la deuda con el FMI empieza a competir con el pago de la deuda a los acreedores privados. Se plantea una refinanciación de plazos e intereses, en lo que asoma como una situación imposible de afrontar, debido a que Argentina no genera los dólares ni por su comercio exterior ni por las inversiones que recibe para afrontar estos vencimientos gigantescos.

El programa kirchnerista, al igual que el del resto del peronismo, se reduce a rediscutir con el FMI los términos del acuerdo establecido, no sólo de los pagos que deberán hacerse, sino también lo que hace a la política económica general. El pedido de admisión de algún grado de déficit fiscal querría ser utilizado por el pejota-kirchnerismo para aplicar subsidios a la clase capitalista golpeada por las altas tasas de interés, los tarifazos que encarecen los costos industriales y la caída del consumo. Se trata de un programa capitalista hasta la médula, que se limita a debatir cómo se divide la plusvalía generada en el país entre la clase capitalista local e internacional.

La reunión de Kicillof con el FMI deja en claro que la única fuerza política que plantea romper con el Fondo, repudiar el pago de una deuda usuraria y nacionalizar la banca es el Frente de Izquierda.    

lunes, 18 de febrero de 2019

Solo los trabajadores aportarán a las cajas de jubilaciones

15 de febrero de 2019


El gobierno, en una política consciente y sistemática de vaciamiento
 


La decisión oficial, anunciada por el propio Macri, de que las 24.000 empresas vinculadas a las “economías regionales” virtualmente dejarán de realizar los aportes patronales a la seguridad social es un nuevo paso hacia el desfinanciamiento total de las cajas de jubilaciones y la puesta en marcha de las condiciones y justificaciones para tratar de imponer la resistida nueva reforma previsional.

La medida establece que esas empresas no deberán realizar más aportes por los sueldos menores a los $17.509 y, en el caso de los mayores a esa cifra, solo deberán pagar a la seguridad social por la diferencia. Como los sueldos medios de la economía, según datos oficiales, están por debajo de ese “mínimo no imponible”, las cajas de jubilaciones virtualmente dejarán de percibir dinero por parte de todas esas patronales.

Es decir que el aporte para sostener a las cajas saldría exclusivamente de los bolsillos de los trabajadores.


Este anuncio propatronal, Macri lo sumó a otro similar realizado en noviembre pasado, por el cual el gobierno eximió del pago de los aportes a las empresas de los sectores textiles, del cuero y de la marroquinería, que, según se anunció, alcanza a otras 8000 empresas.

La reducción al mínimo de los aportes patronales, fue puesta en marcha por Macri como un intento de reflotar el “optimismo” de los de su clase frente a una crisis económica que los golpea, el desplome industrial y el parate de la obra pública, por mandato del FMI. Pero los empresarios han dado claras muestras de que con estas medidas no les alcanza y piden más.

Importantes sectores de la burguesía reclaman a voces una nueva devaluación que licúe los impuestos en pesos, entre ellos las retenciones a la exportación y que permita bajar las tasas de interés que han paralizado el crédito y están dando un empuje fuerte a la crisis.

¿Beneficio a las pymes?

Vendida como un beneficio para las pequeñas y medianas empresas y como generadora de empleo, la medida de Macri no solo no ha sumado puestos de trabajo sino que el verso de las pymes se derrumba porque alcanza a grandes bodegas, productoras de yerba mate e ingenios azucareros, entre otras grandes patronales negreras de distintos puntos del país.


Esta política consciente de desfinanciamiento se suma a la caída pronunciada en los ingresos que ha registrado el ANSeS desde el último trimestre del año pasado. En enero de este año, los “Aportes y contribuciones a la Seguridad Social”, tuvieron una caída en términos reales del 13,5%, en relación con el mismo mes del 2018, según el último Informe de Recaudación del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad de Buenos Aires.

Esto se debe, según la Oficina de Presupuesto del Congreso a que “los salarios no crecieron al mismo ritmo que el nivel general de precios, y por la reducción del empleo registrado observada a lo largo de 2018” (Clarín 10/2). Las paritarias a la baja dan también un golpe a los actuales y los futuros jubilados.

Dentro de los aportes a la seguridad social, en todo el año 2018, el rubro que tuvo una caída mayor fue el de los aportes patronales (-6,3%), como resultado de los 200 mil despidos (la mentada “baja en el empleo registrado”) producidos en todo el país por las patronales a las que Macri trata de insuflarles “optimismo”. Y ahora se suma la exención de los aportes a los distintos sectores beneficiados.

Pero los beneficios en este terreno en algunos casos van más lentos pero les alcanzan a todos. La ley de reforma impositiva del 2017 estableció que, progresivamente, la reducción de aportes alcance a todas las empresas del país. Estructurado en un plan que llega hasta el 2022, se aplica una reducción creciente que este año coloca a ese “mínimo no imponible” en los 7.003 pesos.

Es decir que los aportes de todas las demás empresas no alcanzadas por el régimen especial anunciado por Macri, solo pagan aportes a las cajas por la diferencia entre ese monto y el salario total.
El gobierno, que vacía las cajas, tratará de justificar la pretensión de recortar las jubilaciones iniciales, producir un cambio en la actualización de los haberes para que sigan perdiendo aún más frente a la inflación, liquidar los regímenes especiales y aumentar la edad de la jubilación, en esa misma desfinanciación sistemática.

Esta ofensiva es parte del ajuste que viene descargando el gobierno en consonancia con el mandato del Fondo Monetario. Pero ya los trabajadores le pusimos un límite en este terreno en diciembre del 2017 con la gran movilización que les impidió llevar a fondo la reforma previsional.

El gobierno está ahora más debilitado y fracturados los distintos sectores de la burguesía. La gran losa para los trabajadores, que hay que superar, es la burocracia sindical de todos los colores que bloquea y aísla la resistencia. 

viernes, 15 de febrero de 2019

Fate: en defensa de los puestos de trabajo y el salario

14 de febrero de 2019 | #1537



Frente al anuncio del recurso de crisis, el Sutna convocó de inmediato a una movilización
La patronal liderada por Javier Madanes Quintanilla ha solicitado al gobierno un “recurso preventivo de crisis” respecto de la situación de la fábrica Fate. Frente a la noticia, los compañeros de la seccional de San Fernando, junto con el sindicato nacional, difundieron una declaración que rechaza en todos sus términos el pedido de la patronal al gobierno antiobrero de Macri.

La empresa dice tener pérdidas por 300 millones de pesos en el último período. Los compañeros de Sutna demostraron que -de ser ciertas esas cifras- no logran superar las ganancias obtenidas en 2016. También han revelado que las multimillonarias ganancias del grupo empresario (Aluar, Futaleufú, Infa) superan alevosamente la supuesta pérdida en Fate. Junto a esto, explican que la masa salarial no representa siquiera el 9% de la facturación de la empresa. Es decir que, frente al menor atisbo de crisis, de inmediato se acude a atacar a los trabajadores, siendo los salarios incluso una parte menor del “gasto” empresarial.

El rechazo del Sutna al recurso de crisis presentado por la patronal tiene un gran valor. Contrasta con los burócratas sindicales que rápidamente avalan este recurso patronal en las sedes ministeriales, allanando el camino a las empresas para que tengan amparo “legal” en su embestida contra los trabajadores.

En diferentes luchas se ha planteado el problema de los recursos preventivos. En muchos casos, se ha denunciado a la patronal “por iniciar despidos masivos sin haber pasado por el pedido del recurso preventivo de crisis”. La clave, en cada caso, ha sido la capacidad del cuerpo de trabajadores (y de su dirección sindical y política) de llevar adelante medidas de lucha colectivas, como la ocupación de fábrica y planes de acción -que, más allá del amparo estatal que tenga una patronal-, logre poner en pie una defensa de fondo de los intereses de los trabajadores.

La empresa Fate aduce “ser víctima” de la recesión y la crisis económica. La caída en las ventas que expresa la patronal es del 34%. Fundamentalmente, alude a una fuerte caída de la venta local, que representa el 50% de la colocación de la producción de la planta de San Fernando. Esta caída estaría empujada por el fuerte retroceso de la industria automotriz.

Frente a tamaña crisis, Macri ha ofertado nuevamente a las patronales la reforma laboral. Pero los capitalistas temen una nueva rebelión si el gobierno impulsa una reforma que deba pasar por el Parlamento. Las rebeliones contra la reforma jubilatoria y laboral del 14 y el 18 de diciembre de 2017 siguen impactando en la política de la burguesía y sus partidos.

Por esta razón han comenzado a imponer un cuadro de flexibilidad laboral en cada una de las fábricas y lugares de trabajo. Esa es, también, la pretensión de la patronal de Fate.

Todos con los trabajadores del Neumático

En esta ocasión, la patronal se enfrenta a un sindicato recuperado por sus trabajadores. Su orientación se encuentra en las antípodas de la vieja burocracia violeta del sindicato, que pactaba con las patronales todo tipo de ataques a los trabajadores. Frente al anuncio del recurso de crisis, el Sutna convocó de inmediato a una movilización en las puertas del ex Ministerio de Trabajo, para demostrar el rechazo colectivo de los trabajadores a las consecuencias de estas medidas. Sumado a esto, para marzo se encuentra la apertura de la discusión del último tramo de la paritaria del Neumático, con los trabajadores luchando en defensa de los puestos de trabajo y sus condiciones de vida.

La lucha de los trabajadores del Neumático tendrá un impacto general en el movimiento obrero. La defensa de los intereses de los trabajadores frente al ataque del gobierno y las patronales es una cuestión crucial en esta etapa.
 

jueves, 14 de febrero de 2019

[Editorial] El proceso electoral en el marco de una crisis excepcional

[Editorial] El proceso electoral en el marco de una crisis excepcional
Los obreros de Fate, con el Sutna a la cabeza, enfrentan una ofensiva patronal que responde al signo del momento. Foto: Federico Matteucci 
 
 
 
Políticas
14 de febrero de 2019 | #1537



¿Hay 2019? Sí. En el marco de una crisis excepcional, económica, social y política, empieza a desenvolverse el proceso electoral.


Con la unificación anunciada por María Eugenia Vidal y Horacio Larreta, la “triple reelección” de ellos junto a Mauricio Macri se ha transformado en la apuesta del núcleo más íntimo del macrismo. La gobernadora y el jefe de Gobierno porteño buscan apuntalar a un Macri, transformado en un salvavidas de plomo, como consecuencia de un rechazo popular creciente que arrancó en las jornadas de diciembre 2017 tras el robo a los jubilados y pegó un enorme salto con la fuga de capitales, la megadevaluación y el acuerdo colonial con el FMI.

Pero el reflejo defensivo del PRO no ha sido acompañado por el radicalismo que desdobla en Mendoza y haría lo mismo en Jujuy, otro de los distritos gobernados por Cambiemos. La crisis no cerrada con el radicalismo presenta disputas también en las candidaturas opositoras en distritos gobernados por el PJ. Por otro lado, un sector minoritario radical -Martín Lousteau, Ricardo Alfonsín- amenaza con forzar las Paso con candidatos propios o ir por afuera, claro, condenados a una alianza con el PJ Federal.

La candidatura presidencial de Macri expresa a un amplio sector del capital financiero y al propio FMI. Las mieles del nuevo carry trade, con un dólar relativamente estable y las siderales tasas de interés, están resarciendo a fondos de inversión -Templeton, Capital Group, Pimco- que concentran el 34% de las Lecap y duplican las tenencias de todos los fondos de inversión locales. El resto de la burguesía se ha transformado en un terreno en disputa que expone fracturas en torno del valor del dólar, las tarifas, la caída general del consumo, el desplome industrial, el parate de la obra pública y la crisis del crédito, lo que constituye una tormenta perfecta.

El programa de estos sectores de la clase capitalista apunta a una nueva devaluación que licúe los impuestos en pesos -entre ellos, las retenciones a la exportación- y permita bajar las tasas de interés. Por otro lado, estalló un choque de Techint con el gobierno. El recorte de subsidios a la superproducción de gas en Vaca Muerta disparó un parate de equipos y una apelación del grupo a la Justicia. Otros sectores petroleros habían planteado la generalización de esos subsidios a todas las petroleras o su recorte. Esta fractura se agudiza por dos aprietes del capital financiero: uno en favor de las cuentas públicas para pagarle al FMI y otro en favor de otros operadores internacionales, especialmente norteamericanos, para pegar el zarpazo sobre negocios que están en manos de la burguesía local.

Estas disputas no son ajenas al enorme salto que ha dado la causa de los cuadernos. Ciento una empresas contratistas han sido procesadas, además de los colaboradores más íntimos del kirchnerismo, que están involucrando más directamente a Cristina. El Lava Jato argentino y la disputa de monopolios que tiene por telón de fondo se incorpora de lleno en la crisis de régimen que atraviesa toda la salida electoral. Y, desde luego, la disgregación política que reflejan los adelantamientos electorales, pone de relieve la incertidumbre sobre el desenlace político de la elección presidencial y del conjunto de la crisis.

Veranito precario a la sombra del FMI

El control del dólar en la banda cambiaria tiene por contrapartida un endeudamiento fiscal y cuasi fiscal enorme, porque se suscriben bonos de deuda del Tesoro y del Banco Central a tasas usurarias para evitar el traspaso al dólar y por el sideral riesgo país cercano a los 700 puntos. Tanto los bonos en dólares como los que se suscriben en pesos pagan tasas cercanas al 9%, sea en moneda dura o en pesos, luego de la indexación integral de la inflación.

Este mecanismo ha permitido capturar a un sector de ahorristas en los plazos fijos que alcanzaron en enero una cifra récord. Pero si bajan las tasas -que en estos niveles infartan la economía, aparece la posibilidad de una corrida hacia el dólar y una nueva devaluación que haría inviable de inmediato al gobierno de Macri.

Este escenario, que ha llevado al desplome industrial con su secuela de despidos masivos y cierres de fábricas cada día más agudo, convive con una inflación que en los dos primeros meses del año orillaría el 3% mensual, demoliendo salarios y jubilaciones. Pero la apuesta recaudadora para el repago de la deuda mediante la inflación está en la mira de la misión del FMI, que en estos días ha llegado al país, porque está siendo afectada por la magnitud de la recesión que deprime el ingreso de impuestos.

La nueva bicicleta está arriba de contradicciones explosivas que pueden patear el tablero aún en medio del año electoral. Todo depende de que las tasas internacionales no vuelvan a subir y salte todo por el aire. Por eso, la misión del FMI se cura en salud y se reúne con todas las fracciones opositoras.

El peronismo y la cuadratura del círculo

La fractura al interior de la clase capitalista y el rechazo popular al gobierno alientan al peronismo federal a poner en pie una opción electoral opuesta al macrismo y al kirchnerismo. Pero la reunión de Mar del Plata mostró sus enormes dificultades. Faltaron gobernadores. Roberto Lavagna no fue. Juan Luis Manzur volvió a coquetear con Cristina en nombre de la unidad del PJ para no regalar el kirchnerismo a José Alperovich en su interna tucumana. Y, básicamente, no tienen candidato competitivo. Si Sergio Massa o Roberto Lavagna llegaran al balotaje, tal vez ganarían, pero la que llega es Cristina, a quien no quieren en la grilla, al menos como presidenta.
Por su parte, el kirchnerismo insiste en impulsar la unidad opositora consciente de que Cristina en una eventual Paso no tiene competencia. Pero esto no es gratis. El kirchnerismo disputa ser alternativa de gobierno ante la Unión Industrial y aún ante la banca. Ofrece garantías de que no habrá ruptura con el FMI y que -al contrario- se ofrecerá de inmediato para una reestructuración de deuda -o sea, un rescate del capital financiero que verá en 2020 el duro rostro de un defol. Fue bajo el kirchnerismo que Lavagna ejecutó los jugosos canjes I y II.

El kirchnerismo se está integrando a la unidad pejotista con los socios del ajuste macrista y fondomonetarista en todas las provincias: Mendoza, Santa Fe, Neuquén, Tucumán, etc. Cristina ha sellado un pacto de entrega de los pañuelos verdes con el Vaticano. Sus dirigentes sindicales aíslan las grandes luchas y dosifican la presencia callejera para “no estorbar octubre”. Pero la tendencia continental de la burguesía no es a que vuelvan: es dejar atrás los regímenes de contención y consolidar los de ofensiva contra las masas. Ese es el contenido de la ofensiva golpista y de una eventual intervención armada imperialista en Venezuela. Hay una agenda continental que no admite la vuelta de los nacionales y populares. El waiver o perdón del FMI para no implementar este año las reformas laboral y previsional a fondo es para apostar por Macri o un relevo pichettista. Cristina, aunque las causas judiciales la docilicen al extremo para obtener un salvoconducto, sigue siendo el recurso último ante una rebelión popular para reconstruir el Estado capitalista, como lo hizo Néstor Kirchner después del Argentinazo.
Esta es la cuadratura del círculo del peronismo y de la crisis política en su conjunto que tenemos que apreciar los trabajadores y la izquierda para intervenir con todo vigor en una perspectiva de independencia política de los trabajadores.
Las calles, las urnas y el desafío de la izquierda

Los obreros de Fate, con el Sutna a la cabeza, enfrentan una ofensiva patronal que responde al signo del momento. Apoyado en la caída industrial, su patrón, Madanes, busca imponer despidos y flexibilización laboral, sin esperar al año 2020. Lo mismo hacen las patronales textiles, donde seis de cada diez máquinas están paradas. Los trabajadores de Sport Tech ocuparon la fábrica. Los obreros de Nidera enfrentan acampados el cierre de la aceitera a la vera del Riachuelo. Los docentes presionan desde abajo por el no inicio.

El Plenario Sindical Combativo (PSC)es protagonista de la gran jornada nacional, el 14, en once provincias, reuniendo a las luchas y a los sindicatos clasistas con la consigna de paro activo nacional de 36 horas y plan de lucha; que la crisis la paguen ellos. Es decir con una política estratégica: la irrupción de la clase obrera en la situación política para derrotar a Macri, al FMI y a los gobernadores con una acción de masas. Su carácter preparatorio es fundamental porque el PSC tiene un programa: reparto de horas de trabajo sin afectar los salarios, ocupación de las fábricas que despidan masivamente o cierren, salario equivalente a la canasta familiar e indexación de salarios y jubilaciones, 82% móvil y anulación de las rebajas de aportes patronales y el impuesto al salario. Las reivindicaciones motoras de la acción elemental de las masas, para abrir una salida de los trabajadores a la crisis, rompiendo el freno de todas las alas de la burocracia sindical.

La descarga de la crisis capitalista sobre los trabajadores se asocia al ajuste del FMI y a la agenda continental contra las masas. Pero la inviabilidad y las contradicciones de la política en curso debilitaron al gobierno y fracturaron a la clase capitalista. Sobre estas premisas tenemos que enfrentarlos.

En tanto, se suceden los procesos electorales provinciales. Tras el lanzamiento del FIT en Neuquén, Romina Del Plá y Nicolás Del Caño presentaron candidatos en Río Negro. Urge un plan programático, político y electoral integral de intervención del FIT: su desembarco en la situación política enfrentará decididamente la presión kirchnerista y de centroizquierda para diluirnos en un “frente opositor”. El lanzamiento nacional del FIT despeja toda duda y nos coloca como la tercera fuerza política en la disputa de la salida a la crisis.

El PO refuerza su campaña política nacional que tendrá un hito en esta dirección en la conferencia electoral convocada para el próximo 16 de marzo.

El Plenario Sindical Combativo ha convocado con la consigna “la lucha es ahora”. Para el FIT también: que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de los trabajadores y la izquierda.
 

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

Coordinadora Sindical Clasista - Partido Obrero

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