A mediados de julio, el PTS solicitó una reunión de la Mesa del Frente
de Izquierda. Allí, sus representantes propusieron la realización de un
acto del FIT, transmitiendo una resolución de su Congreso partidario. El
Comité Nacional del Partido Obrero debatió la propuesta del PTS y
arribó a la siguiente conclusión política y propuestas de acción común,
que queremos transmitirles.
1. A nadie escapa que el Frente de Izquierda se encuentra paralizado,
puesto que no realizó campañas y actividades en común desde que
finalizara la campaña electoral del año pasado. Oportunidades, desde
luego, no faltaron: la delimitación de la izquierda con el nuevo
gobierno de Macri, con un acto en oportunidad del inicio del período de
sesiones; el PO también propuso un acto en común en las puertas del
Congreso, en las vísperas de la votación del pacto buitre, que no fue
aceptado por los otros partidos del FIT. Mucha mayor gravedad revistió
la crisis del acto del 1° de Mayo, que el FIT viene realizando
regularmente desde su constitución, cuando el PTS rompió el acto
acusando a IS y a su corriente de pro-golpista o cómplice de los
golpistas brasileños. Y al PO, de “capitulación ante los golpistas”,
ello, por haber defendido la concreción del acto de Plaza de Mayo con el
programa y los planteos políticos del FIT. El PTS desertó de un acto
cuya convocatoria señalaba que en “América Latina sólo la clase obrera
podrá sacar al país de la opresión y el atraso”, para emprender un acto
solitario que eludió una delimitación estratégica con el nacionalismo
burgués. Desde entonces, no hemos concretado actividades en común ni se
ha reunido tampoco la mesa del Frente de Izquierda.
2. A pesar de esta parálisis (y del daño brutal que le infringe a las
perspectivas del FIT) la necesidad de los trabajadores y explotados de
desarrollar una alternativa independiente de los partidos capitalistas
está planteada con nuevas potencialidades, al calor de la impasse que
atraviesa al gobierno y el régimen como un todo. La pretensión de que la
asunción del gobierno macrista consolidaba una larga temporada de
dominio derechista, contra la cual sólo cabía ofrecer una prolongada
“resistencia”, choca con el empantanamiento que exhibe el gobierno
“Cambiemos”. Si la crisis mundial capitalista ha terminado abatiendo a
las experiencias nacionalistas o “progresistas”, tampoco le abre una
perspectiva a los Macri o Temer. Por eso, se desmiente la especie
lanzada por el kirchnerismo, de que su derrota electoral equivalía a una
derrota de los trabajadores. Esto es falso, no sólo porque parte de una
premisa falsa (que el kirchnerismo y los trabajadores tienen una
comunidad de intereses), sino porque ignora lo fundamental: que los
choques de fondo y decisivos contra las masas aún están por librarse. El
macrismo es consciente de ello, y sabe, además, que carece de los
recursos políticos para imprimirles a los trabajadores una derrota
decisiva, que permita trasladarle el peso de la bancarrota dejada por el
kirchnerismo. Por el otro, la oposición, y el kirchnerismo-pejotismo en
primer lugar, choca con los límites de su propia descomposición
política, que el macrismo explota para su propia supervivencia.
3. En este cuadro, el lugar de la izquierda, y del Frente de Izquierda
en primer lugar, es reforzar la delimitación política respecto de los
bloques capitalistas, ofreciendo un programa y una orientación de lucha
contra los ajustadores. A partir de la asunción del macrismo, esta
delimitación ofrece nuevos desafíos: no se nos escapa que el pasaje del
nacionalismo burgués a la oposición ha acentuado su margen de demagogia
política. El carácter impostor de sus invectivas al gobierno es doble:
por un lado, porque busca encubrir su pasado reciente en el gobierno,
que constituyó una gran operación de rescate de los acreedores de la
deuda, los privatizadores y otros intereses capitalistas. Pero también
en relación al cuadro actual, donde su verborragia opositora se
contrapone con el carácter ajustador de las gobernaciones pejotistas o
kirchneristas -comenzando por la patagónica Alicia Kirchner, que
enfrenta huelgas docentes y estatales contra la oferta salarial más
miserable del país. Pero la demagogia nacionalista, más allá de este fin
encubridor, tiene un alcance estratégico: su objetivo de fondo es
explotar la crisis del macrismo y la insatisfacción popular en pos de su
reconstrucción política, para bloquear el desarrollo de una alternativa
propia de los trabajadores. "A mi izquierda está la pared", el lema con
el cual el kirchnerismo hostigó y persiguió al clasismo y a los
luchadores durante su gobierno, está planteado hoy con brutal vigencia
para los K.
4. La parálisis del Frente de Izquierda está conectada directamente con
esta presión del nacionalismo. Si el FIT surgió como una expresión a
favor de la independencia de clase, el seguidismo al nacionalismo de
algunos de sus componentes expresa objetivamente una reversión de
tendencias. Sobran ejemplos en ese sentido. La presión en pos de este
recauchutaje del decadente nacionalismo capitalista se ha hecho sentir
al interior del FIT en varios episodios políticos cruciales. Por
ejemplo, en el verano pasado, cuando el PTS e Izquierda Socialista
marcharon junto a Agustín Rossi, Moreno y La Cámpora en oportunidad de
la detención de Milagro Sala –o sea que a partir de un acto represivo
del macrismo se ensayó un frente político con los represores del
nacionalismo, y bajo la consigna del “volveremos”. El PTS fue más a
fondo aún, integrándose a un “comité permanente” con estos personeros de
la política capitalista reaccionaria. Más recientemente, cuando el PTS
aprovechó la operación político-judicial sobre Hebe Bonafini para
lanzarse a un nuevo acto de disolución en el kirchnerismo, el cual, de
la mano de las operaciones empresariales que rodearon a la cooptación de
Bonafini, ensució la historia y la lucha de las Madres con una banda de
vaciadores de fondos públicos, maltratadores de obreros y estafadores
de miles de trabajadores que reclamaban por su derecho a la vivienda. En
la misma línea se inscribe el apoyo del PTS en Diputados a la moción de
Kicillof en favor de un plebiscito, cuyo propósito era pagarle a los
buitres en términos similares que al resto de los bonistas del negociado
de los canjes I y II. En estos días, da– debemos agregar la participación
–luego revisade un importante dirigente sindical del PTS en una
actividad del kirchnerista, el “Foro para la construcción de una Mayoría
Popular”, acompañada por un video de propaganda donde ese dirigente
convoca al “Foro” en los términos políticos de sus organizadores.
La ´movilización’ junto a los K diluye a la izquierda detrás de los
figurones del nacionalismo, porque se trata de acciones de aparato y no
de masas, donde prima la consigna “volveremos” por encima de cualquier
reivindicación de tipo popular. No es el caso de la acción de
organizaciones de masas -como sindicatos- cuando estos movilizan de
conjunto, o, por caso, de los cacerolazos, que tuvieron un alcance
superior al de los aparatos convocantes. En esos casos, participamos con
banderas y planteos propios, por ejemplo el 29 de abril, el pasado 2 de
junio o el próximo 2 de setiembre, donde marchamos en columnas
independientes del clasismo y la izquierda.
El seguidismo al nacionalismo se ha combinado, en estos meses, con otro
veneno para el Frente de Izquierda -la ruptura del frente único de
clase al interior de las organizaciones obreras, en aras del
faccionalismo y la autoproclamación. Es lo que ocurrió con el boicot sin
miramientos del PTS a una ejemplar acción del clasismo encabezada por
el Sutna y la Unión Ferroviaria de Oeste y otros sindicatos
antiburocráticos –la marcha del 9 de agosto–, sin renunciar por ello a
servirse de su convocatoria para mantener en el candelero a sus figuras
públicas, fraguando una “acción” alternativa en Corrientes y Callao en
la mañana del mismo día 9.
El faccionalismo, sin embargo, debe ser caracterizado en su contenido
político: vaciar una marcha del clasismo, y explotarla en beneficio de
objetivos autoproclamatorios, es siempre un servicio a los agentes de la
burguesía en el movimiento obrero, en especial, a sus voceros
“nacionales y populares”. Todos estos actos escisionistas, naturalmente,
deben ser inscriptos en un derrotero más amplio –por ejemplo, la
determinación del PTS de romper todos los bloques del FIT en el Congreso
y todas las legislaturas del país.
5. Por todo lo anterior, teníamos derecho a dudar respecto de si la
propuesta del PTS de realizar una acción política del FIT constituía “un
cambio de política o una maniobra” (Prensa Obrera, 28/7). Al menos en
el PO, no estamos dispuestos a ser funcionales a una maniobra, esto es, a
formar parte de una acción circunstancial y aislada –el acto que
ustedes proponen–, mientras otra parte del FIT cultiva simultáneamente
un “frente antimacrista” sin contornos definidos, donde la izquierda se
someta al nacionalismo. La pertenencia a varios "frentes" y coaliciones
políticas al mismo tiempo es el oportunismo político en estado puro, el
cual, en una corriente de izquierda, expresa un rechazo visceral a la
tarea de afirmar una estrategia obrera y revolucionaria.
Para el Partido Obrero, un acto del Frente de Izquierda sólo cobra
sentido como parte de una acción política del FIT de carácter integral,
dirigida a reinstalarlo como alternativa. La primera condición de ese
relanzamiento es ponernos de acuerdo en un planteamiento político, que
debe estar presidido por tres premisas: a) la completa independencia del
nacionalismo burgués, la denuncia del carácter impostor de sus
pretensiones opositoras y el llamado a los trabajadores a estructurar
una alternativa independiente de los agentes del pago serial de la
deuda, Chevron y los crímenes contra la clase obrera (Mariano Ferreyra);
b) la delimitación y el rechazo a las acciones de aparato del
kirchnerismo, que se sirven de los agravios del macrismo al movimiento
popular en pos del "volveremos" y que, al participar de ellas, la
izquierda convierte en frases vacías toda referencia a la independencia
de clase; c) el frente único de clase en las organizaciones obreras y
populares, en oposición al faccionalismo y la autoproclamación, para
impulsar la lucha contra el ajuste y por la recuperación de las
organizaciones obreras de la burocracia sindical.
Una lucha consecuente por las reivindicaciones amenazadas constituye
una importante delimitación de la oposición patronal y sus agentes
burocráticos en el movimiento obrero, que le han otorgado al gobierno
macrista una tregua a perpetuidad. Pero esa demarcación plantea también
que le opongamos, a la salida capitalista a la crisis, una salida y un
programa de los trabajadores. La nueva crisis de deuda que augura el
reendeudamiento nacional en curso; el empantanamiento del tarifazo, que
es el de las privatizaciones menemistas que el kirchnerismo intentó
rescatar; la enorme crisis industrial, al calor de la crisis mundial y
del colapso brasileño, plantean la necesidad de que el Frente de
Izquierda levante un programa de transformación social bajo la dirección
de los trabajadores.
En segundo lugar, la acción política que proponemos debe estar
presidida por un método: en oposición a un acto aislado, planteamos una
campaña política del Frente de Izquierda, contra los ajustadores
macristas y todos los gobernadores, y para colocar a los trabajadores y a
la izquierda como alternativa. Proponemos una campaña de tipo nacional
con la realización de actos y actividades comunes en las provincias, con
nuestros voceros políticos y luchadores obreros. El acto central del
FIT debería ser la culminación de una intensa campaña de dos o tres
meses de iniciativas a lo largo del país.
Compañeros: a nadie escapa que la prolongada parálisis del FIT ha
reflotado las ilusiones del centroizquierdismo en sus diferentes
vertientes. La recreación de una izquierda postrada ante los agentes del
capital constituiría un monumental retroceso respecto de lo que hemos
conquistado a lo largo de una década de lucha contra el nacionalismo
burgués. La Iglesia está trabajando activamente para reconstruir esa
variante.
En esa lucha por el liderazgo político de los trabajadores, el Frente
de Izquierda no es una franquicia, ni tiene comprado un lugar a
perpetuidad en el escenario de la lucha de clases. El lugar que supimos
ocupar deberá ser revalidado –y probablemente reconquistado– a través de
una acción política definida, en el campo de las batallas y
delimitaciones que plantea el ajuste macrista y sus crisis.
En la reunión del FIT de julio pasado, los compañeros de IS descartaron
la posibilidad de una acción política del Frente de Izquierda, al menos
durante este año. Llamamos a los compañeros a revisar esta posición: el
abstencionismo respecto del lugar que debe jugar el FIT en la crisis
política, y respecto de la propia crisis del FIT, es mortal para el
propio Frente e incluso para sus organizaciones.
Con esta propuesta, reafirmamos el contenido y la función política
fundamental del Frente de Izquierda: un frente único de la izquierda,
los obreros y los luchadores contra el capital y sus partidos.
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