“Estos cigarrillos de cárcel”, protesta Dimas
mientras esperamos fumando que vuelva el Chino. No hace 24 horas que
están libres. El juez Sergio Torres los tuvo presos por varias semanas,
acusándolos de causar “lesiones gravísimas” a un policía durante la
manifestación del 18 de diciembre contra la reforma previsional. Luego
de una gran campaña popular contra la arbitrariedad de la causa, que la
denunció como un ataque a los cientos de miles que marcharon, el juez
tuvo que dejarlos en libertad, aunque mantiene el procesamiento.
Se dieron su primer gran abrazo cuando el Chino, después de 26 días
de estar en el penal de Marcos Paz, fue a buscar a Dimas a la cárcel de
Ezeiza, donde había estado durante 15 días. Todavía les impacta ver los
colectivos, escuchar los ruidos de la calle, ver el mundo “sin rejas en
el medio”.
¿Cómo fueron los primeros días de la detención?
César “Chino” Arakaki: Las primeras 48 horas no tuve comunicación con
nadie. Me mandaron a los “buzones”, que son celdas de castigo con una
cama, un inodoro todo inundado, los caños rotos; ves las ratas desde la
ventana. Casi no ves la luz del día, está todo oscuro. Estaba 23 horas
encerrado y tenía una para bañarme y hablar por teléfono. Y la
incertidumbre: yo estaba en una causa por supuestas lesiones graves a un
policía, y apenas llego uno del sistema penitenciario me dice “¿vos
sabés que somos federales? Vos heriste a un compañero nuestro que es
federal también”.
Ahí pensaba que me la iban a dar los policías, o
pagarle a un preso que me mate por dos pesos.
Dimas Ponce: Yo estuve en “buzones” dos días también. Una situación
deplorable. Ahí perdés la noción del tiempo. Los encargados van a verte
cuando ellos quieren; se escuchan gritos, llantos, no podés dormir,
tenés una luz en tu cara todo el tiempo.
C: Ya el penal en sí es de castigo, para cualquiera. El sistema está
hecho para castigar a uno y a los familiares. Y están las requisas, que
son lo peor que hay: una vez por mes entran al pabellón con escudos,
formados, así como un ejército, con los palos, las armas, los cascos.
Después abren tu celda, te hacen poner en bolas y entran a dar vuelta
toda tu celda. No les ves la cara: si te golpean no los podés denunciar.
Son monos con navaja.
A los pocos días los pasan a un pabellón destinado a los presos
con buena conducta… ¿Cómo vivieron todo ese tiempo hasta su liberación?
C: Yo le decía a mi mujer: todo el tiempo tenés que medir todo. Todo.
Desde que das un pan a que pedís algo. La ropa que te ponés. Las cosas
que hablás.
D: Estamos hablando de una cárcel, el peligro siempre está latente
ahí, tenés que estar en un estado de alerta. Pero yo siempre tuve
presente: “estoy acá como preso político”. Por suerte, mis compañeros lo
entendieron, supieron mi situación y tuve adherencia. Había gente que
leía la Prensa Obrera, que yo se las pasaba, y me decían “vos no tenés
que estar acá: vos estabas luchando por los viejos”.
C: Yo siempre decía "no me voy a acostumbrar a esto, me voy a adaptar
porque en este momento estoy viviendo acá". Pero no me voy a
acostumbrar, porque de ahí salís peor. Y te vas adaptando. Pero los
nervios siguen, porque nosotros éramos presos políticos rehenes, no
sabíamos cuándo íbamos a salir. Yo pensaba en un montón de gente: en
Agustín Santillán, más de seis meses preso. En Jones Huala. En los
petroleros de Las Heras, condenados a perepetua sin saber cuándo van a
caer detenidos de verdad. Pensaba en Santiago Maldonado, en lo que
habían hecho con Rafa [Nahuel], que el gobierno es capaz de cualquier
cosa, de inventarte cualquier cosa. Pero desde el primer día, nosotros
estábamos con la conciencia de nuestra convicción, de nuestra lucha, de
que nosotros estábamos por algo ahí, por una lucha que habíamos
iniciado. Y que si se volvía a repetir, nosotros íbamos a volver a estar
en la plaza. Porque nosotros somos del Partido Obrero, antes que todo.
¿Llegó a la cárcel la campaña que se estaba haciendo por su libertad?
C: Sí, a los presos yo les compartía la Prensa Obrera, miraban
Clarín, lo poco que pasaban en los noticieros. Aparte, el Servicio
Penitenciario se entera de todo, son chusmas: “así que marcharon 20 mil
personas por Arakaki?” Y yo no dejaba de recibir visitas del Partido,
adhesiones.
¿Cómo vivieron ese 18 de diciembre?
C: Yo estuve el 14, un quiilombo también, gases lacrimógenos por
todos los rincones, fue terrible la represión. El 18 estábamos frente al
Congreso, un grupo derriba las vallas y se va, y ahí empieza la
represión. Con la columna del Partido Obrero retrocedemos hasta que no
pudimos hacerlo más: habían tirado gases lacrimógenos, se había
producido una batalla campal sobre Hipólito Yrigoyen, a nuestra mano
izquierda. Era todo un caos, no se podía ir más para atrás, porque había
más gente, en las calles laterales había motos. La policía empezó a
tirar balas de goma y tuvimos que defendernos. Agarré dos cañas de
pancartas para que no se vengan encima, porque tiraban a la cara: yo
tengo doce balas de goma, todas de la panza para arriba.
D: Yo tengo catorce en el torso. La policía tiraba piedras a la
multitud, no sólo a las primeras líneas, sino donde había familias. Yo
veía gente salir toda rota y llena de sangre de las columnas, por las
mismas piedras de la policía.
C: Lo que yo nunca puedo perdonar es lo que hicieron con Celia, que
por ser mi pareja, la quisieron involucrar. Decían: “la peruana, hay que
deportarla…”, cuando Celia no es peruana (y si lo fuera, con orgullo
defendemos a los hermanos peruanos), agrediéndola gratis, pasando fotos
conmigo. Hasta el día de hoy le están dando. Muy cruel lo que hicieron.
D: Y muy arbitrario. Yo estuve esperando seis días, antes de mi orden
de detención, en el domicilio que notificamos. Cuando surgió la orden,
me presenté voluntariamente en el juzgado. Y los medios también,
mortificándome: “se entregó el abogado prófugo” ¡Nunca estuve prófugo!
C: Yo me puse a derecho desde el primer día; porque no herí al
policía ni quise pegarle. Y me enteraba desde adentro [del penal] que
había partidos de pseudo izquierda que decían "el Partido Obrero los
entregó". Yo me presento a la justicia por mi propia decisión. Además,
tampoco quería que vayan a allanar la casa de mi mujer, donde estaban
los chicos.
Como abogado, Dimas, ¿qué impresión te da la causa?
D: La causa es un mamarracho político. Desde el primer momento,
nosotros estuvimos a derecho y nos detienen. Es una aberración. Yo hice
mucho énfasis en mi indagatoria en que no había un nexo causal entre
nuestro accionar y las lesiones del policía, es algo obvio. Yo basé en
esa cuestión mi indagatoria, pero nunca valoraron ningún tipo de prueba.
Con la detención de César y la mía, se evidenció una persecución
política. Como pasó acá, como les está pasando a muchos del 14 también.
La regla general empieza a ser la prisión preventiva y después
investigar.
César, sos actor y fuiste candidato a la Asociación Argentina
de Actores de la lista Multicolor, ¿cómo viste la solidaridad de los
actores, del mundo artístico?
C: Nosotros en la Asociación competimos con la lista que es la
conducción, la Celeste, que tiene una línea kirchnerista, y al principio
no se quisieron pronunciar; otra parte salió a defendernos. A través de
la Multicolor, que me conocen, me vieron durante la campaña y saben que
yo no soy ningún violento, se logró una gran solidaridad: han salido a
apoyarme Cecilia Roth, Soledad Villamil, Pompeyo Audivert, toda gente de
teatro, así que fue muy buena la recepción. Incluso la Asociación
Internacional de Actores. También los músicos, a partir de la campaña de
Músicos Organizados.
¿Y ahora cómo siguen?
C: Seguimos ahí, dándole para adelante, pero estamos limitados en
esto: a cualquier marcha que vayamos, nos encajan una piedra al lado y
vamos de vuelta al penal. Pero tenemos la convicción de lo que es
nuestra lucha, lo que nos apoyó nuestro partido, nuestra familia.
D: Más que nunca, no bajar los brazos, luchar contra esta persecución
evidente y contra el paquete de ajuste de Macri. Vienen con la reforma
laboral, con la reforma del Código Penal, hay muchas cosas muy sensibles
para los trabajadores, y hay que seguir la lucha.
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Fuente:
http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/libertades-democraticas/en-el-penal-decian-vos-no-tenes-que-estar-aca-vos-estabas-luchando-por-los-viejos