En estos días se conocieron nuevas declaraciones del Papa en relación a
lo que él llama “el género” y a las personas trans. Se refirió a ellos y
ellas como la aniquilación de la raza humana: “Hoy, están enseñando
esto a los niños en las escuelas -¡a los niños!- que todo el mundo puede
escoger su género (…). Estamos viviendo un momento de aniquilación del
hombre como imagen de Dios" (Télam, 3/8). También se refirió a la teoría
del género como “colonización ideológica”. Semejantes declaraciones no
sorprenden demasiado ya que el Papa en febrero de este año, equiparó a
las personas trans con armas nucleares, después de un promocionado
“gesto” de recibir a un varón trans español en el Vaticano.
Antes de ser el denominado “Papa progre”, cuando era el cardenal
Bergoglio, en el contexto de debate por el matrimonio igualitario, se
había referido al mismo como “la pretensión destructiva del plan de
Dios” (La Nación, 8/7/10).
La injerencia de la Iglesia en los asuntos individuales es vehiculizada
por el Estado. A través de las escuelas, las instituciones de salud y
el financiamiento de la prédica católica reaccionaria contra los
derechos de las mujeres, la diversidad sexual y los trabajadores que se
levantan contra la explotación.
Mientras tanto, encubren a pedófilos como en el caso de Quilmes -donde
por primera vez la Iglesia tuvo que pagar una indemnización- y el del
cura Grassi, que fue defendido hasta la última instancia.
Desde la Agrupación LGBTI 1969 expresamos nuestro repudio a las
declaraciones del Papa. Exijamos la separación de la Iglesia y el
Estado.
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